Después de cruzar un desierto durante los tres últimos años, las compañías petrolíferas empiezan a ver la luz. Después de la caída libre del precio del barril Brent en 2014 hasta llegar a tocar suelo por debajo de los 30 dólares en 2016, todos los analistas miran con optimismo 2017, pero ¿tendrá el sector el impulso necesario?
Tres años son muchos, y ese desplome ha pasado factura a la industria petrolera mundial, que ante la escasa valoración del ‘oro negro’ ha tenido que emprender duros ajustes, no solo en sus plantillas sino también realizando fuertes desinversiones y cerrando el grifo en el pago de dividendos.
El beneficio de las principales productoras de crudo europeas cayó en 2015 hasta un 40%, y se contrajeron aún más el pasado ejercicio ante la continúa debilidad de los precios y la caída de los márgenes de refino, lo que ha provocado un año de más ajustes y recortes.
En los inicios de 2016, aproximadamente un tercio de las compañías petroleras que cotizaban en las distintas bolsas mundiales se encontraban en alto riesgo de ir a la quiebra. Además, los compromisos globales de desinversión llegaron al sector de 688 instituciones de 77 países y que representaronn unos 4,7 billones de euros en activos bajo gestión. Y en diciembre de 2016, anunciaron que se encontraban en disposición de deshacer posiciones inversoras en combustibles fósiles.
Pues según Fitch, el futuro guarda más ‘dolor’ para el sector, pero podría decirse que lo peor ya ha pasado. El año 2016 ha sido el “año de decisiones difíciles”, pero 2017 se podría caracterizar como “el lento camino de regreso” hasta entrar en 2018, según lo ha definido John England, vicepresidente y lider de US Energy & Resources para Deloitte LLP. En su opinión, el equilibrio entre la oferta y la demanda irá muy lento hasta que sea sostenido, aunque la decisión de la OPEP de reducir la producción debería ayudar a acelerar el proceso. De los inventarios mundiales de petróleo, aunque los países de la OPEP no cumplan por completo con los recortes de producción anunciados, debería servir para apoyar los precios del crudo a medida que pasa 2017, pero aún queda por ver con qué rapidez y en qué medida las compañías de petróleo de esquisto estadounidense podrán responder retomando los proyectos más activos.
El crecimiento de proyectos no convencionales de ciclo corto hace que el panorama de inversión sea diferente que en etapas anteriores. Si bien esta tendencia parece reducir el riesgo de las empresas del sector, puede plantear algunas preguntas más amplias sobre el suministro seguro de energía. ¿De dónde provendrá la oferta en 2020 y más allá? ¿Hay suficientes proyectos de corta duración para cubrir la brecha de suministro?
¿Apoyarán los mercados de capital los proyectos de largo plazo ya existentes? En su opinión, por regla general, la eficiencia de los mercados conduce al capital al lugar correcto, pero es esencial no perder de vista los importantes roles que diferentes actores tienen en nuestro ecosistema energético, explica el experto. Probablemente necesitamos la perspectiva a largo plazo que las compañías petroleras internacionales siempre han traído a esta industria, además de jugadores ágiles y de ciclo corto para satisfacer las necesidades de suministro del futuro.
Según el representante de Deloitte, para este año 2017 hay buenas y malas noticias. Como positivo es que los desequilibrios de la oferta y la demanda parecen endurecerse, la mayoría de las perspectivas apuntan al equilibrio de la oferta y la demanda desde el principoio, la OPEP ha anunciado recortes de producción, la demanda mundial y estadounidense siguen mostrando un crecimiento moderado pero constante, se espera que llegue al mercado más capacidad de exportación de GNL, y además las compañías petroleras han aprendido a operar en un ambiente de precios más bajos, volviendo a un enfoque más saludable en la disciplina de capital y costes operativos.
Lo malo es que Irán incorporará más producción en el mercado, que la producción estadounidense podría comenzar a subir de nuevo tras los cambios producidos en el país, además se han acumulado existencias masivas de petróleo crudo y productos refinados durante esta recesión que pueden tardar en bajar incluso cuando la demanda exceda la oferta, y por último también se tardará en restablecer la confianza en grandes proyectos de capital, sobre todo en aguas profundas y en las arenas bituminosas, por ejemplo.
John England también recuerda que los problemas de imagen a menudo nublan la proyección a largo plazo de la industria. Las preocupaciones por el cambio climático, el aumento del vehículo eléctrico, los vehículos autónomos y el uso compartido del coche (Futuro de la Movilidad, Deloitte) hacen que las estimaciones históricas de crecimiento de la demanda perpetua parezcan menos probables que antes. Algunas grandes compañías petroleras incluso están pronosticando la demanda máxima dentro de los próximos 20 años.
En definitiva, que habrá que esperar a 2018 para empezar a ver la recuperación del sector.
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Espero que por el bien de la humanidad no SEA ASI. Y que empiece a cerrar empresas petroleras porque no hay demanda para ello y de este modo reducir la contaminación STOP PETROLEO AVANTE ENERGIAS VERDES.