El futuro del carbón, uno de los combustibles fósiles más contaminantes, es incierto. Esta materia prima ha vivido su edad de oro en la década pasada, con una expansión sin precedentes, aunque 2016 podría haber sido su broche final. Eso es lo que afirma el último informe de las organizaciones medioambientales CoalSwarm, Greenpeace y Sierra Club, Boom and Bust 2017: Tracking The Global Coal Plant Pipeline.
El pasado año las dos grandes potencias y grandes consumidoras de carbón, China e India, cambiaron radicalmente sus políticas energéticas y sus condiciones económicas, y como consecuencia la nueva capacidad de centrales térmicas de carbón experimentó una drámatica caída.
Y la caída se produjo en todas las etapas del desarrollo de las plantas de carbón, desde la planificación previa a la construcción, los inicios de la construcción y la construcción en sí misma.
Este giro radical de ambos países tiene una consecuencia directa en el precio del carbón y en su consumo, dado que China e India representan en su conjunto el 86% de las plantas de carbón construidas en todo el mundo entre 2006 y 2016, por lo que la desaceleración en estos dos países tiene implicaciones globales. El fin del boom de la construcción de las centrales de carbón trae la posibilidad de una eliminación global del carbón en las próximas décadas, un requisito previo para controlar el cambio climático.
Pero, ¿por qué este giro radical de China? La contaminación de las ciudades chinas y sus consecuencias en la salud de su población han conseguido lo impensable. Que el Gobierno de Xi-Ping abrazara las políticas de cambio climático y los Acuerdos de París como si fueran los diez mandamientos. De hecho, hace un año ya anunció la hoja de ruta de su plan integral sobre desarrollo energético y reducción de emisiones para el período 2016-2020 en el que decía que impulsaría el ahorro de energía y la reducción de emisiones de CO2 del país, para lo que no queda otra que disminuir la tasa de consumo de carbón.
En el caso de India, las razones son más económicas que políticas. La falta de financiación de las centrales proyectadas han dado por zanjado su futuro y por tanto el aumento del consumo de esta materia prima.
En enero de 2017, la capacidad de carbón en la planificación previa a la construcción de nuevas centrales era de 570 gigavatios (GW), en comparación con los 1.090 GW en enero de 2016.
Deja tu comentario
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Todos los campos son obligatorios