España es el tercer destino turístico del mundo solo por detrás de EEUU y Francia, y según el World Economic Forum el mejor destino turístico mundial. Así lo debe pensar mucha gente, tanta que nuestro país está batiendo récord de visitantes año tras año pero, como contrapartida, esta llegada masiva de turistas ha conseguido ser motivo de enfrentamientos políticos y sociales en los últimos días.
Y es que un año más, el sector turístico vivirá su mejor verano. Solo en el primer semestre de 2017 ha entrado un 11,6% más que en el primer semestre del año pasado, 36,5 millones, y es un suma y sigue. Los números se refieren tanto al turismo extranjero como al español. Nadie puede dudar de que este sector es el motor de la economía española. La riqueza que genera representa el 16% del Producto Interior Bruto Español (PIB) pero como cualquier actividad económica exitosa, también es una de las causas del aumento de las emisiones de C02 de nuestro país, a no ser que se pongan en marcha medidas que transformen el sistema productivo y que puedan considerarse adecuadas a la realidad del cambio climático, como pide Ecologistas en Acción.
Con datos provisionales de 2016, "aunque es cierto que el balance global muestra un descenso de las emisiones del 3,5%, el estudio pormenorizado de los datos muestra que este descenso es mayoritariamente atribuible al incremento en un 25,9% de la producción hidroeléctrica durante 2016 más que a un cambio en la estructura del modelo energético de nuestro país", señalan en su comunicado.
"Las emisiones de gases de efecto invernadero del sector industrial siguen aumentando en 2016 porque ahora el sector se está recuperando, no olvidemos que los descensos de 2007-2008 se debían a la crisis económica", explica Javier Andaluz, responsable de Cambio Climático de la organización, "y las emisiones no se disparan gracias a que el sector de la construcción no lo está haciendo a los niveles de la precrisis y porque muchas cementeras (grandes emisoras de CO2) han ido cerrando en los últimos años".
Otros de los grandes emisores son los sectores difusos, como el transporte, cuyas emisiones han aumentado un 3% en 2016 por el uso del vehículo particular y el transporte de mercancías por carretera. Especialmente dramático es el caso del transporte aéreo, que crece por encima del 5%, y que según Ecologistas en Acción, "previsiblemente seguirá con esta tendencia debido al ascenso del turismo en la península y en las islas".
"La creciente llegada de turistas extranjeros y de nacionales supone un mayor uso de aviación y del parque de vehículos de alquiler (además del aumento de la demanda eléctrica)", añade, "sobre todo en las islas, lugares de difícil acceso y que cada vez acogen más y más número de turistas, con las consecuencias que conllevan para el medio ambiente y para el cambio climático".
El sector de la aviación es responsable de cerca del 2,5% de las emisiones de CO2 a nivel mundial. Las emisiones que son causadas por los aviones son aún más dañinas que la de otros transportes, debido a que además de dióxido de carbono incluyen óxido de nitrógeno, azufre, humo y vapor de agua y a una considerable altitud. A su vez, el óxido de nitrógeno forma ozono troposférico, que es especialmente perjudicial para el medio ambiente.
Según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT) los distintos subsectores turísticos contribuyen a las emisiones globales de CO2 de la siguiente manera: el 40% de las mismas son producidas por transporte aéreo, el 32% por el transporte en automóvil y el 21% por el alojamiento. Y según un Estudio de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Castilla-La Mancha, desde la perspectiva de la responsabilidad productor/consumidor turístico, el 88% del total de emisiones de CO2 asociadas al turismo es responsabilidad de los productores turísticos, con lo que la posibilidad de realizar mejoras para reducir la huella de carbono y contribuir a la lucha contra el cambio climático existe.
Pese a estos datos tan nefastos, España cumple con los objetivos para 2020. De las emisiones recogidas dentro del mercado europeo de derechos, el 60% se corresponde con los sectores difusos, que incluyen el transporte, los usos residenciales, los residuos y la agricultura, y estos produjeron un total de 197.681 Gg de CO2, muy por debajo del objetivo marcado de 223.733 Gg de CO2 para 2020.
Pero los datos de 2017 (que no se conocerán hasta 2018) podrían ser muy distintos, si tenemos en cuenta que la falta de agua embalsada en España ha obligado al sistema eléctrico a tirar de las centrales térmicas de carbón y de los ciclos combinados lo que ha provocado que las emisiones de CO2 aumenten más del 50% en lo que va de año.
¿Y cuál será la aportación de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector turístico tras un nuevo récord de visitantes? Lo veremos.
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