La central nuclear de Garoña no volverá a abrir sus puertas, al menos para generar electricidad. Arranca una nueva etapa para ella. Su desmantelamiento.
“Cada central nuclear necesita un desmantelamiento a medida, y en el caso concreto de Garoña no se puede comparar a las que ya se han hecho antes en España, como la de Vandellós I y la que está a punto de terminar, la de la central José Cabrera, conocida como Zorita”, explican fuentes de Enresa, Empresa Nacional de Residuos Radiactivos, a El Periódico de la Energia.
Sin embargo, mientras se espera a conocer el detalle de este proceso, la decisión del Ministerio de Energía tiene una consecuencia directa: el empleo. El Comité de Empresa de la central ha advertido que no existe un plan social sobre el mantenimiento del empleo con pre-jubilaciones o recolocaciones, aunque sí “una declaración de intenciones con mecanismos para negociarlo”, y que todo dependerá de Nuclenor con el apoyo e instrucciones de Iberdrola y Endesa. Para evitar desasosiego e incertidumbre sobre su futuro, la empresa ha anunciado que se compromete a informarles “en breve” de las tareas a desempeñar para el desmantelamiento de la central nuclear.
La decisión, en cualquer caso, ha generado una gran inquietud en la plantilla pero todavía queda mucho para eso. Al menos tres años o cuatro años si se toma como referencia el proceso de Zorita, tiempo que necesita Nuclenor para “la limpieza y mantenimiento de los equipos utilizados hasta la fecha y la gestión de los residuos de media y baja actividad”, añaden los propietarios, ” y además, el traslado de los bidones de los combustibles gastados que se encuentran en la piscina hasta el ATI (Almacén Temporal Individualizado)”. Para ello se tienen que terminar las obras del almacén, como es el caso del vallado perimetral, que se espera que finalice en este mes de agosto, y del vial de conexión entre el ATI y la piscina, un camino de unos 50 metros por donde circularán los camiones con los contenedores.
El transporte del combustible de la piscina al ATI y el resto del proceso dependerá de Enresa quien nos han confirmado que “lo mejor es contratar a la propia plantilla existente ya que tienen los conocimientos técnicos, la cualificación adecuada y la experiencia de conocer a fondo la central”, y añaden, “en el momento del inicio es cierto que el número de personal que se necesita para comenzar su desmantelamiento es muy espectacular pero luego esa cifra bajará, aunque estamos hablando de años, en el caso de Zorita comenzó en 2006 y aún quedan dos años para finalizar todo el proceso”.
Cuando Garoña estaba funcionando tenía una plantilla contratada de alrededor de 360 trabajadores más las contratas, “pero en la actualidad y desde el año 2012 que lleva parada, operan unos 230 trabajadores de plantilla más otros 250 de empresas externas“, señalan fuentes de Nuclenor, “con el desmantelamiento ese número se reducirá, y de la plantilla harán falta unas 100 personas más otras tantas de las empresas auxiliares, porque seguirán siendo necesarios personal de seguridad, de limpieza, etc.”.
Desmantelamiento de Zorita
El proceso promete ser largo. Desde que en 2006, Enresa presentara al Consejo de Seguridad Nuclear el Plan de Desmantelamiento preliminar de la central de Zorita y se iniciará la gestión de su combustible gastado y los trabajos previos, tuvieron que pasar tres años para obtener Informe favorable del CSN y se comenzara a cargar los contenedores de combustible gastado almacenándolos en el ATI de la instalación.
Desde 2010, cuando se autorizó la transferencia de titularidad de la propietaria (GNF) a Enresa, hasta ahora, casi siete años después, los trabajos de descontaminación, desmontaje, demolición, excavación y segmentación de cada una de las partes de la central han sido constantes, y continuarán al menos otros dos años más.
Garoña tiene por delante quince años de proceso de desmantelamiento y mientras tanto, hay tiempo para buscar soluciones para reindustrializar una comarca que lleva viviendo de la central más de cuatro décadas.