Ayer se daban a conocer dos informes aparentemente contradictorios con los que se podría decir 'tengo una buena y una mala noticia'. Mientras que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) presentaba el estudio ‘The Market Report Series: Energy Efficiency 2017’ donde se destacan las mejoras en eficiencia energética, por su parte, la Organización Mundial de la Meteorología (OMM) presentaba en su boletín anual que la concentración de CO2 en la atmósfera aumentó en 2016 a niveles récord.
La OMM ha publicado que el CO2 ha alcanzado 403,3 partes por millón, frente a las 400 ppm de 2015, lo que supone una tasa de crecimiento fue un 50% más rápida que la media de la última década y supone un 45% más que los niveles preindustriales.
Y eso sin contar con que las emisiones globales de gases de efecto invernadero se han estancado por tercer año consecutivo, según la última evaluación anual realizada por el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea y la Agencia de Evaluación Ambiental de los Países Bajos.
¿Es posible que se concentre más CO2 en la atmósfera que en los últimos 800.000 años, mientras se reduce el consumo energético por las medidas de eficiencia energética y por tanto, se estanquen las emisiones globales? Pese a que la intensidad energética mundial -la demanda de energía primaria por unidad del producto interno bruto (PIB), lleva cayendo una tasa promedio del 2,1% anual desde 2010, muy por encima a lo que se experimentó entre 1970 y 2010, que fue del 1,3%, no es suficiente. El ahorro en importar gas y petróleo, por el momento, no se está notando tanto en la lucha contra el cambio climático como en las balanzas comerciales de los países.
Según José Luis García Ortega, responsable de la campaña de Energía de Greenpeace "aunque el récord ha sido de concentración de GEI y las emisiones llevan estabilizadas al menos tres años, el Acuerdo de París lo dice claramente, hay que reducirlas a cero en este siglo".
"Y no hay que olvidar que la energía no es la única fuente de CO2", añade David Howell, coordinador de Políticas Ambientales de SEO/BirdLife, "y que el CO2 no es el único gas de efecto invernadero, si a eso le sumas que los ecosistemas (sumideros) no absorben el CO2 al mismo ritmo que emitimos, y sobre todo ¡que seguimos emitiendo!", la consecuencia es lo que está pasando, "que aunque soplas menos fuerte, el globo se sigue inflando".
Todas las ONG ambientales consideran que el dato de concentración de CO2 es "una de las peores noticias de 2017" en materia ambiental porque indican que el planeta está "lejos de cumplir" sus compromisos del Acuerdo del Clima de París e instan a actuar de forma "urgente" y "contundente" para empezar la transición hacia una economía sin emisiones de CO2.
Para el portavoz de Amigos de la Tierra, Alejandro González, esta noticia "rompe" la expectativa de desacoplar el crecimiento económico a las emisiones de CO2, un desacoplamiento que, según el estudio de la AIE, ya es una realidad en la casi totalidad de los países tanto emergentes como de la OCDE.
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