Alemania debe poner en marcha un impuesto nacional sobre las emisiones de carbono para cumplir sus propios objetivos de reducción de emisiones de manera eficiente y directa, según una propuesta de la** Federación Alemana de Energías Renovables (BEE) **realizada a partir de un estudio de la consultora Energy Brainpool. Según la BEE, el precio nacional del carbono debería complementar el actual Sistema Europeo de Comercio de Emisiones (ETS) para elevar el precio de emisión de la tonelada de CO2 a 25 euros en 2020 frente a los cinco euros por tonelada actuales.
El subdirector de BEE, Harald Uphoff, dijo que un impuesto nacional al carbono en Alemania podría servir como solución intermedia hasta que se encuentre una solución común para Europa, y apoyó la inciativa del presidente francés Emmanuel Macron de introducir un precio mínimo europeo del carbono, argumentando que un precio de 25 euros por tonelada podría reducir en un tercio las emisiones del sector eléctrico alemán antes de 2020.
Un impuesto al CO2 del sector eléctrico es una “solución basada en el mercado” para alcanzar objetivos de protección climática pero que también apuntalará los precios de la electricidad al por mayor y permitirá reducir el recargo alemán sobre las energías renovables, dijo Uphoff. El recargo que se calcula sobre la diferencia entre los precios al por mayor y el precio establecido para los propietarios de las instalaciones de energía renovable, es pagado por los clientes en la factura. Los ingresos, además, podrían reemplazar el actual impuesto sobre la energía, minimizando el efecto inflacionario sobre los precios de la energía para los clientes, dice la BEE.
Encontrar una alternativa al recargo a las energías renovables se ha convertido en uno de los temas de debate de política energética en el periodo preelectoral. Los expertos dicen que la elecricidad tiene que ser más competitiva con otras fuentes de energía antes de dar el siguiente paso en la Energiewende (el doble movimiento de eliminar la energía nuclear al tiempo que se reducen las emisiones de carbono) aumentando el uso de energía renovable en el transporte y la calefacción.
Compensar la nuclear sin emisiones adicionales
Según el estudio de Energy Brainpool, el impuesto sobre el carbono requiere “el menor esfuerzo” para que Alemania reduzca sus emisiones según lo planificado, mientras que el objetivo nacional estipula una reducción del 60% para 2030 respecto de los niveles de 1990: alrededor de 180 megatones o la mitad de las emisiones alemanas en 2014.
El estudio compara los efectos de un impuesto establecido gradualmente entre 20 y 75 euros por tonelada de CO2, saltando al nivel más alto en tiempos de precios de la energía al por mayor negativos para cubrir completamente los costes ambientales de la emisión de gases de efecto invernadero. Pero “ya un relativamente barato precio del carbono de 25 euros por tonelada sería suficiente para alcanzar la meta de reducciones", dicen los autores del estudio.
Actualmente, Alemania corre el riesgo de no alcanzar sus objetivos climáticos de 2020, establecidos en una reducción de las emisiones del 40% en comparación con los niveles de 1990. Dado que las emisiones fueron programadas para aumentar temporalmente hasta que Alemania completara su apagón nuclear en 2022, el impuesto a las emisiones de CO2 también ayudaría a que la energía nuclear se sustituyera con energías renovables en lugar de combustibles fósiles intensivos en carbono, dice el estudio. “Los mayores precios de la energía llevan a mayores ganancias para las centrales eléctricas sin emisiones de CO2”, asegura.
Un impuesto sobre el carbono ha sido un método eficaz y eficiente, dijo el economista Ottmar Edenhofer en la presentación del estudio realizada por la BEE, quien añadió que la reducción de las emisiones de carbono era necesaria para reducir el exceso de oferta de fuentes de energía fósiles y convertir los actuales subsidios fósiles en costes.
Edenhofer argumentó que **el Acuerdo de París puso un tope en el presupuesto mundial de CO2 de unas 800 gigatoneladas, mientras que los recursos fósiles disponibles contenían unas 15.000 gigatoneladas. ** “No nos faltan los recursos fósiles, sino capacidad de absorberlos”, dijo. El economista enfatizó que los ingresos generados por un impuesto sobre el carbono debían estar estrictamente dedicados a financiar la infraestructura para una transición energética integral con el fin de mantener al público a favor. También se opone a la aplicación de diferentes precios del CO2 para los sectores de la energía, el transporte y la calefacción, ya que equivaldría a una “asignación política” de los costes de contaminación. Por otro lado, un precio común para todos los sectores aseguraría que la reducción de emisiones se efectúe de la manera más eficiente.
Las reacciones han sido muy diversas. Greenpeaceha aplaudido la idea de un precio al carbono en Alemania, mientras que la Asociación Alemana de Empresas Familiares criticó la idea de combatir el cambio climático con un nuevo impuesto y se mostró partidaria de mantener el actual sistema de comercio de emisiones.
La asociación para la protección del medio ambiente y el consumidor Environmental Action Germany instó a la canciller Angela Merkel a apoyar la iniciativa francesa para instaurar un precio europeo del CO2” al margen del ETS. Tras la decisión del G-20 de defender el acuerdo sobre el clima de París, “Merkel y Macron tienen que recoger el espíritu de Hamburgo y tomar medidas concretas para proteger el clima con un precio mínimo del CO2 de ámbito europeo”, dijo el director de la asociación Sascha Müll-Kraenner.
Andreas Kuhlmann, director ejecutivo de la Agencia Alemana de la Energía,(DENA) dijo que sería prudente que Merkel considerara la propuesta de Macron a pesar de las críticas de que Francia podría beneficiarse más del precio del carbono dada su fuerte posición en energía nuclear. “No todo lo que no beneficia a Alemania desde el inicio tiene que ser necesariamente malo”, dijo Kuhlmann.
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