Cuánto hemos cambiado, qué lejos han quedado los planes energéticos europeos de hace tan sola una década, como diría la canción. En concreto con la visión de las grandes eléctricas respecto al futuro del carbón.
Entre 2005 y 2008, estas compañías anunciaron planes para construir al menos 49 GW de nueva capacidad térmica de carbón, que iban a suponer cerca del 6,3% de la capacidad total de generación instalada en la UE. La mayor parte de las plantas de carbón propuestas se situaban en Alemania, Reino Unido, Holanda y Polonia. Pero la realidad dista mucho de sus estrategias. La expansión de esta tecnología tan contaminante en el Viejo Continente se ha reducido considerablemente en la última década después de que las eléctricas se dieran cuenta de que apostaron por el caballo equivocado, según un nuevo estudio de la Universidad de Oxford, The fate of European coal-fired power stations planned in the mid-2000s: Insights for policymakers, companies, and investors considering new coal.
Por ejemplo, las compañías alemanas planearon al menos 20 GW, mientras que sus homólogas británica y holandesa dijeron que construirían 7 GW y 4 GW, respectivamente.
Pero el 77% de los 49 GW se ha cancelado, mientras que un 1,1 GW más parece muy poco probable que se materialicen. Sólo 12 de las 65 centrales planificadas se han construido. Y en el caso concreto de Reino Unido, ninguna ha llegado a buen término.
El informe ha revelado que el giro de 180º dado por las grandes eléctricas europeas es el resultado de sus malas previsiones, provocando reducciones significativas. Y es que ese diseño se planificó a mediados de los años 2000 debido a numerosos factores, entre ellos, en el ambiente político en Alemania, Polonia y los Países Bajos favorable a aumentar la quema de carbón.
Además se pretendía que las nuevas centrales alemanas y holandesas sólo quemaran carbón bituminoso menos contaminante y emplearan tecnologías de generación supercríticas o ultra-supercríticas eficaces. Sólo 11 de los 53 proyectos cancelados proyectaban utilizar tecnologías de limpieza similares.
Las condiciones del mercado a mediados de la primera década del siglo también hacían creer que el carbón tenía un futuro brillante. Se preveía que el precio de las materias primas iba a caer y se esperaba que la demanda de electricidad aumentase. El crecimiento del PIB, por entonces, también estaba estrechamente vinculado al aumento de la demanda de energía.
Sin embargo, la crisis económica truncó todos los planes. El cambio fue radical. El período posterior a 2008 se caracterizó por una menor demanda de energía que la prevista, por un desacoplamiento del crecimiento económico y de la demanda eléctrica y por la sobrecapacidad, debido al aumento de la generación y a la revolución de las tecnologías renovables, que deprimieron los precios mayoristas de la electricidad y dieron lugar a la subutilización de la capacidad de carbón existente.
Como conclusión podría aplicarse el refrán “cuando veas a tu vecino la barbas cortar…” El estudio aconseja que otros países pueden aprender de los fallos de previsión de Europa. El autor principal del informe, Ben Caldecott, insiste en que “las compañías eléctricas asiáticas y sus inversores, quienes consideran invertir en nuevas centrales de carbón, deben aprender de los errores ajenos, y la realidad es muy clara: apostar sobre el nuevo carbón no da resultados”.
Por ejemplo, India anunció recientemente que ha identificado 5,5 GW de centrales de carbón ineficientes que podrían cerrarse. El país actualmente se abastece de electricidad térmica con hasta 195 GW de sus 330 GW de potencia instalada total y ya se han retirado unos 4 GW en los últimos dos años.
Corea del Sur también está siguiendo el ejemplo. El nuevo presidente Moon Jae-In está cumpliendo con las promesas electorales, anunciando que diez plantas de carbón se cerrarán y que no se construirá nueva capacidad para reemplazarlas.
Y el autor del informe va más lejos. Llega a decir que los CEOS de las eléctricas europeas deberían agradecer a los manifestantes anti-carbón que salieran a las calles a protestar y que sus campañas para reducir o detener la construcción de nuevas plantas tuvieran éxito. Si no lo hubieran hecho, las pérdidas hubieran sido aún mayores.
Alemania ha prometido eliminar las centrales de carbón, de acuerdo con los objetivos nacionales y de la UE, pero aún quedan grandes dudas sobre el calendario y la viabilidad de la idea. El carbón todavía proporciona el 40% de la demanda de energía alemana y sólo se ha reducido en un 10% desde el comienzo del milenio pero lo peor es que hasta ahora sigue siendo un tema ausente en la campaña electoral de Angela Merkel para conseguir un cuarto mandato como canciller.