Una fiscalidad mal planteada puede traer consecuencias nefastas, energéticamente hablando, para muchos países de la Unión Europea, entre ellos España. Un informe de The Oxford Institute for Energy Studies señala que la fiscalidad es una barrera para lograr la descarbonización de la economía.
Hasta ahora, los grandes esfuerzos para caminar hacia esa descarbonización se han realizado a través de energías renovables y eficiencia energética, pero no se han tenido muy en cuenta otros factores determinantes para conseguir ese objetivo.
Según el instituto británico, el transporte y los edificios son claves para lograr abandonar las emisiones de carbono y limpiar los distintos sistemas energéticos de cada país. Aproximadamente, el transporte y los edificios representan alrededor del 60% de las emisiones de carbono relacionadas con la energía en la UE. Se dice pronto. Y en realidad no se ha entrado de lleno en esto.
Uno de los graves problemas que tiene la descarbonización es su coste y para poder financiarlo los países han cargado en demasía las tarifas eléctricas. Según el informe, los gravámenes sobre la electricidad han aumentado sustancialmente desde 2008, principalmente pero no exclusivamente para financiar el desarrollo de las energías renovables, cuyos costos no pudieron recuperarse a través de los mercados.
"Cuanto mayor sea la penetración de las energías renovables, mayores serán las tasas sobre la electricidad y por tanto será menos competitiva en comparación con los combustibles fósiles", señalan los autores del informe, entre ellos, el analista David Robinson, experto del mercado español.
Los impuestos a la electricidad han llevado a varios países a tener altísimas tarifas eléctricas para sus consumidores. El informe señala que los tributos en Alemania, Dinamarca, España y Portugal son los más altos de la UE.
Precisamente, están hablando de los países con mayor penetración de renovables en sus respectivos mercados en los últimos 10-15 años. Para que se entienda, si las renovables son primadas, generan un coste adicional, y para poder equiparar ese coste se necesitan unos ingresos, y lo más fácil es optar por poner impuestos.
El informe señala que si por ejemplo se quitase o se redujeran los impuestos a la electricidad, por sí misma sería capacidad de ser competitiva frente a los combustibles fósiles, que posen una menor carga fiscal, por extraño que parezca.
Pero sin duda, por lo que realmente apuestan los autores del informe es por una fiscalidad que tenga en cuenta las externalidades ambientales, es decir, que se cuente con los beneficios o pérdidas que generan una u otra tecnología respecto al medio ambiente.
"Una segunda conclusión es la necesidad de gravar las externalidades ambientales en toda la economía, en particular para asegurar que la gasolina, el gasoil, el diesel y el gas natural tengan la misma carga fiscal por su contribución al cambio climático (y la contaminación local) tal como lo hace la electricidad", señala el informe.
Otra de las soluciones que ofrece The Oxford Institute for Energy Studies es que los gobiernos deben saber utilizar esta herramienta, los impuestos, de tal manera que sean equitativos. "Deben ser tecnológicamente neutrales; financiar el costo adicional de las energías renovables y otros bienes públicos a través de la tributación del gobierno, que sea aumentada de la manera menos distorsionada y sea consistente con los objetivos de distribución; y ser parte de una reforma fiscal integral neutral de ingresos", dice el informe.
Es por ello que el informe invita a los gobiernos europeos a utilizar esta herramienta, porque entre otras cosas se acaba el tiempo. "La reforma fiscal es una forma relativamente fácil y rápida de comenzar a moverse en la dirección correcta y de reducir el riesgo de quedarse atascado con el tipo equivocado de inversión que bloquearía la alta intensidad de carbono".
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