El Ministerio de Industria quiere reducir los costes energéticos para mejorar la competitividad del sector industrial español y, de paso, reducir la dependencia energética exterior de nuestro país, que es una de las más altas entre las grandes economías europeas. La hoja de ruta que se ha marcado el ministro de Industria, Energía y Turismo está muy clara. Hay que dar un giro radical a los costes de los transportes, que son la segunda rúbrica de los costes empresariales, y para ello hay que actuar en tres frentes principalmente: abrir las carreteras al tráfico de los megacamiones de 60 toneladas, liberalizar la vía del tren y dar un mayor protagonismo al ferrocarril en el transporte de mercancías e impulsar las autopistas del mar son las principales apuestas de Industria.
El transporte es el responsable de aproximadamente el 40% de la energía final consumida en España, y en los tráficos nacionales, la carretera es el modo que más energía consume, en torno al 91%, seguido por el transporte aéreo (4%) y marítimo (más del 3%) y el transporte ferroviario el restante 1,5%. Cuando se computan los consumos energéticos para el transporte internacional se reduce lógicamente el consumo de la carretera y aumenta el porcentaje del transporte aéreo, que se eleva hasta el 13%, y sobre todo el transporte marítimo, con un 22% del consumo energético final.
Por fuentes, los productos petrolíferos representan casi el 95% del consumo del sector transportes; en el año 2000, este valor se elevaba hasta el 99%. Este aspecto se retomará más adelante para poner de manifiesto que las energías renovables (biocarburantes) en este mismo período han pasado de representar el 0,3% del consumo de energía final en el sector transporte al 6%. Y es precisamente en los productos petrolíferos donde la dependencia energética del exterior es mayor (99,3%) y, además, tiene un peso del 43% sobre el total del consumo de energía primaria en España.
Con estas premisas, es lógico, que uno de los principales objetivos de la política energética de nuestro país sea racionalizar la política de transporte para abaratar la factura, consiguiendo de esa manera la consiguiente mejora de la competitividad, al tiempo que se reduce la dependencia energética española que, según los últimos datos de Eurostat es del 73,3%, una de las más altas entre los países con mayor peso dentro de la UE, sólo superada por Italia.
Reducir y abaratar los costes energéticos se convierte, así, en una de las claves para la competitividad de la industria española, donde las dos grandes partidas de los costes son los costes de personal y los costes energéticos. Un tema crucial porque, según los cálculos realizados por los expertos, si se reduce en un 10% el coste de combustibles en el transporte por carretera, el beneficio aumenta el 31%, lo que en la mayoría de los casos supondría pasar de los números rojos a los beneficios.
La hora de los megacamiones
Así, a la hora de diseñar la Agenda para el fortalecimiento del sector industrial en España, entre las medidas para la mejora de la competitividad de los factores productivos, el Ministerio de Industria ha establecido la hoja de ruta para la reducción del coste logístico y de transporte de la industria nacional. Algo que el sector viene reclamando desde hace mucho tiempo y que, por fin, tiene eco, aunque de momento sea sólo en el papel. Algo es algo.
Entre las medidas que se contemplan para la reducción de los costes del transporte, la primera es impulsar el aumento progresivo de la altura y las carga permitidas en camiones. En este sentido, las modificaciones que se plantean es ampliar la altura a 4,50 metros a todos los camiones rígidos de más de 18 toneladas y permitir la circulación bajo unas determinadas condiciones de los megacamiones de 60 toneladas y de más de 25,5 metros de longitud.
Según diferentes estudios realizados, la introducción de los megacamiones plantea ventajas desde el punto de vista económico al consumir un 15% menos de combustible en toneladas-kilómetros que un camión de 40 toneladas, medioambientales al reducirse las emisiones de CO2 en torno al 5%, e incluso modales al implicar un potencial trasvase de la mercancía transportada por ferrocarril al transporte por carretera en torno al 10%. Estrechamente ligada a esta, estaría la adecuación de la tarificación de autopistas para abaratar las tarifas en horas valle, lo que facilitaría el rodamiento de estos megacamiones con la subsiguiente reducción en los consumos.
Tren y autopistas del mar
Otra de las actuaciones que propone Industria, y sin duda la más importante de todas, es impulsar medidas para incrementar el transporte de mercancías por ferrocarril. Hoy por hoy, España está a la cola de Europa en esta modalidad, y que apenas supone el 5%, cuando en países como Alemania llega al 25% o en Suecia se eleva por encima del 30%. La liberalización de la vía del tren resultaría clave, medida que debería llevar emparejada una apuesta firme por las autopistas del mar.
Estas medidas irán acompañadas de otras como la revisión de las autorizaciones de transportes especiales para facilitar las cargas de productos: la homogeneización de los requisitos de transporte en todo el territorio nacional; la mejora de la gestión de las flotas de transporte por carretera para conseguir reducir el consumo energético específico por tonelada-kilómetro transportados, o la realización de un plan para la mejora del uso eficiente de los medios de transporte y cambio modal de personas y mercancías hacia modos más eficientes.
La agenda del equipo de José Manuel Soria, también prevé un importante paquete de medidas para la mejora de las redes y conexiones nacionales y europeas. Entre éstas, y estrechamente ligadas a las orientadas a la reducción de costes hay que resaltar el impulso al transporte marítimo de corta distancia y a la puesta en servicio de nuevas autopistas del mar mediante la eliminación de barreras administrativas, el uso de fondos europeos disponibles e incentivos a su utilización tales como los ecobonos, mejorando a la vez la eficiencia y gestión de las plataformas portuarias para impulsar la competitividad de las empresas.
Paralelamente, se impulsaría la construcción de los Corredores Ferroviarios del Mediterráneo y del Atlántico y la adopción del ancho de vía europeo, medida que se complementaría con otras encaminadas a impulsar la construcción de los accesos viarios y ferroviarios de los puertos y favorecer el transporte intermodal en transporte intracomunitario, cadena de suministro y última milla.
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