El estado norteamericano de Oklahoma es un lugar de grandes riquezas energéticas. Extrae más gas natural cada año que los otros 47 estados juntos, ocupa el cuarto lugar en la generación de energía eólica y es el quinto mayor productor de petróleo. Pero lo que no tiene en abundancia es carbón.
Por eso, cuando la empresa Oklahoma Gas & Electric Co. trató de extender los 37 años de la vida útil de su planta de carbón Sooner gastándose para ello unos 500 millones de dólares en sistemas de depuración de contaminación, la gente se burló de la compañía y los reguladores rechazaron la idea. Sin embargo, no estaba todo perdido, la energética tenía un importante aliado: el Fiscal General Scott Pruitt, que intervino con éxito en su nombre.
¿Y quién es ahora Pruitt? Es la figura que el recién electo presidente ve como posible para dirigir la prestigiosa Agencia de Protección del Medio Ambiente. Los críticos advierten que Pruitt haya priorizado la continuidad del uso del carbón por encima del sentido común y del económico.
“Este personaje es capaz de reemplazar las necesidades y beneficios económicos de su estado natal por su ideología”, ha dicho Al Armendáriz, miembro del Sierra Club y ex administrador regional de la EPA, “con tal de proteger la industria del carbón, es capaz incluso de olvidar los beneficios económicos locales que pudieran producirse por el aumento gradual de la utilización del viento”.
Los partidarios dicen que el apoyo de carbón de Pruitt se basaba en un deseo de preservar un suministro diversificado de energía en Oklahoma, y es lo que intentará hacer en todo el país. Y dicen que si para la energética sólo era necesario invertir en sistemas de depuración de contaminación caros y no se ha hecho, ha sido debido al exceso celo que ha tenido la regulación de la administración Obama.
Pruitt ha emergido como una de las figuras más controvertidas del gabinete de Trump porque ha dedicado gran parte de su carrera en la lucha contra el organismo que ahora va a dirigir. Ha criticado decisiones muy importantes de la EPA, como el Plan de Energía Limpia del presidente Barack Obama, la limitación de mercurio en las centrales de energía y una regulación sobre la neblina regional diseñada para proteger el aire de los parques nacionales. Pruitt llegó a decir que la medida se había diseñado para preservar la imagen o la estética del medio ambiente y no para proteger la salud pública. Los demócratas planean ahora interrogarlo acerca de su posición, ahora que no solo puede difundir sus ideas sino también ponerlos en marcha.
Su paso por Oklahoma demuestra como Pruitt podría conducir a la Agencia, a partir de ahora, a dar prioridad a la preservación de las centrales existentes en vez de fomentar una transición a fuentes de energía menos contaminantes que son cada vez más rentable.
Pruitt tiene lazos largos y profundos en la industria de la energía, tras haber aceptado al menos 270.000 dólares en donaciones de cada una de las compañías de petróleo y gas, de acuerdo con los datos analizados por el Instituto Nacional sobre el dinero en la política del Estado.
Los partidarios de Pruitt incluyen las empresas del carbón como Peabody Energy y Natural Resource Partners LP., así como Chesapeake Energy Corp., Devon Energy Corp. y Continental Resources Inc. Más aún, Harold Hamm, el CEO de Continental hizo donaciones personales para su campaña.
Y como broche final, otro de los donantes de Pruitt era el esperado, la empresa Oklahoma Gas & Electric. La energética se le unió en la lucha contra la normativa que regulaba la niebla regional, y en última instancia, presentó una demanda que rechazada por un tribunal federal de apelaciones.