Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2015 suponen una dosis más de la medicina que el Partido Popular viene asignando a los españoles año tras año, desde que volvió a la Moncloa a finales de 2011. Es decir, más deuda, más gasto público y,a pesar de la reforma fiscal que introduce rebajas en el IRPF, más impuestos. Es decir, más de lo mismo. Y en el caso del Ministerio de Industria, para qué hablar, Más del 70% del presupuesto va a enjugar las distintas partidas que conforman el déficit energético. Es decir, las subvenciones se comen la mayor parte del presupuesto. ¡Viva el gasto improductivo!
La deuda pública, ese epígrafe que puede acabar dando al traste con las mejoras practicadas en la economía, no sólo va a superar la ratio del 100% del Producto Interior Bruto (PIB) sino que, además, va a convertir a Rajoy en el campeonísimo de la deuda. Si Zapatero tuvo el dudoso honor de llevarnos a la Champions League del paro, que no del empleo como pregonaba a los cuatro vientos, Rajoy –después de haber denostado a su antecesor por su política económica- nos está guiando a la Champions de la deuda, con la que va a contrarrestar los modestísimos recortes aplicados al resto de las partidas de gasto de la Administración central y del propio Gobierno.
En definitiva, es lo comido por lo servido. Los modestos pasos dados por el Gobierno popular en el gasto público en estos años -una reducción aproximadamente del 20%- se ha visto compensada por los intereses de una deuda pública creciente, que este año que viene va a pasar una factura de casi 100 millones de euros diarios en intereses; por un incremento de los gastos sociales – principalmente en el capítulo de las pensiones-, si bien en 2015 se recortan las prestaciones por desempleo en base a unas previsiones optimistas de crecimiento de la economía y del empleo, y en las transferencias a autonomías y la Unión Europea, sin mencionar las transferencias a los partidos políticos, que por ser un año electoral, crecen por encima del 80%.
El resultado de este desaguisado es que el avance en la batalla librada contra el déficit público, no ha sido el fruto de una mejora en la gestión de las políticas económicas, sino del aumento de la presión fiscal sobre el sufrido contribuyente, que ha visto cómo, año tras año, el Gobierno le ha ido cargando sobre sus espaldas el ajuste con más impuestos. En este año electoral, el Gobierno de Rajoy prevé que la recaudación por el IVA crezca con fuerza, con un 7,2%, y aportará 60.260 millones. Los ingresos por IRPF se incrementan el 0,6% pese a la reforma fiscal que reduce los tipos, lo que deja su recaudación prevista en 72.957 millones. La recaudación por el Impuesto sobre Sociedades avanza un 20,4% por la mejora de la economía, hasta los 23.577 millones, y los ingresos por impuestos especiales crecen un 4,4%, con 19.894 millones de euros.
Si a todo ello se suma el presupuesto de la Seguridad Social, nos encontramos no sólo con que el gasto total del sistema no decrece, sino que aumenta. Y, como es lógico, si el gasto total del sistema no baja sino que sube, la única forma de cuadrar las cuentas es una: machacar con más impuestos a los ciudadanos. Menos mal que el 2015 es año electoral.
José Antonio Roca es editor de El Periódico de la Energía
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Muy clarito