La crisis económica de los últimos años ha dejado una cosa clara. O te adaptas a los nuevos tiempos o estás fastidiado. Hay que renovarse, si no, mueres. Con las botas puestas, pero mueres.
En muchos ámbitos de la vida el panorama no es el mismo que en 2009. Los bancos ya no son lo que eran, ya ni hay casi cajas de ahorros, las telecomunicaciones ya no son las mismas, ahora está la fibra óptica y los smartphones 4G o probablemente más. Los restaurantes son todos supercuquis, ya casi no hay asadores de los de antes. Eso sí, continúa Sálvame y Jordi Hurtado. Algo sobrevive.
Pues algo parecido está sucediendo en el sector energético mundial. Hace siete u ocho años no se hablaba de baterías de almacenamiento, ni de autoconsumo, y muy poco por no decir casi nada de coche eléctrico o incluso de renovables.
Ahora estos conceptos están al orden del día. No es el futuro, que lo será, sino el presente. El mundo seguirá necesitando energía, pero lo que se demanda ahora es que no se contamine y encima sea barata. Y ahí, las renovables han ganado la partida a todas las tecnologías.
A pesar de tener un petróleo muy barato, el boom de las renovables en el mundo en los últimos años es incuestionable. Y lo será aún más en los próximos ejercicios. Es cierto que se necesitará respaldo y habrá que decidir por qué apostar, el gas, el carbón o la nuclear, o las tres. Pero el futuro es renovable porque ya es el presente.
También para dar respaldo se están inventando unas cosas que se llaman baterías de almacenamiento que están llamadas a ser la próxima revolución energética. El litio, el grafeno, lo que se quiera, pero en los próximos años se va a hablar de ello. Y mucho.
Y qué decir del coche eléctrico, o el autónomo, con el que no se tendrá ni que conducir. El transporte actual es muy contaminante y el mundo se propone poner freno a las emisiones. Veremos si lo consigue.
Se tiende hacia un planeta más descarbonizado, sin combustibles fósiles, algo que suena a utopía pero que incluso las propias petroleras se están empezando a dar cuenta. La dirección ha cambiado. Ya no es la misma que en 2009 cuando todo iba sobre ruedas. El mundo está en constante cambio, y en el sector energético a una velocidad casi de Fórmula 1.
Es el momento de que muchas empresas, eléctricas, petroleras, gasísticas, paren dos segundos, reflexionen sobre su futuro y elijan un camino para los próximos 30 ó 40 años. Es tiempo de renovarse. Algunas ya lo han hecho, otras están en ello, y luego están las que son más duras que la pata de Perico y no dan su brazo a torcer.
Todo indica que quien se mueva antes y mejor tendrá bastante ganado respecto a su competencia. Son tiempos de adaptación a los cambios que han llegado y a los que vendrán en los próximos años. Hay que arriesgarse porque lo que está claro es que si no te mueves te quedas rezagado o fuera de juego en poco tiempo.
Así que pónganse las pilas que vienen tiempos apasionantes.
Ramón Roca es director de El Periódico de la Energía.
Piloto
22/08/2016