Se tarda casi cinco minutos en el ascensor para llegar al pie del pozo de extracción. El viaje hacia abajo es solemne y tranquilo, el silencio sólo se rompe por el tintineo suave de la jaula en sus pistas verticales. La luz de las antorchas colgadas alrededor del agujero oscila sobre el piso del ascensor a medida que se desciende.
Es la mina Konrad en Salzgitter, Alemania, que produjo hierro durante más de un siglo, de 1867 a 1976. A través de los años su laberinto se extendió en la profundidad de la tierra, hasta los 1.300 metros por debajo del nivel del exterior. Pero ahora, en desuso, podría tener un nuevo papel - uno que podría durar cientos de miles de años.
Si todo va según lo previsto, en cinco años los túneles de Konrad se convertirán en el hogar de más de 300.000 metros cúbicos de residuos radiactivos procedentes de las centrales nucleares de Alemania - aproximadamente la mitad de todos los residuos nucleares que todavía no se han generado. Enterrados bajo tierra, el material se deja descomponer lentamente.
Pero no todos están contentos con la idea. Los vecinos de la zona han estado haciendo campaña en contra de estos planes ya que se esbozaron por primera vez en la década de 1970 - y no renuncian a evitar que se lleven a cabo.
El problema de qué hacer con los residuos nucleares es una cuestión muy debatida desde que se pusieron en marcha los primeros reactores nucleares hace más de 60 años. Algunos de los elementos radiactivos producidos en reactores nucleares tardan décadas en desaparecer. Otros - como el plutonio-239, neptunio-237 y yodo-219 - pueden persistir durante miles de años. Para muchos, enterrándolos bajo tierra en recipientes seguros es probablemente la mejor opción. Por ejemplo, Finlandia ha aprobado recientemente un plan para enterrarlos en la isla rocosa de Olkiluoto y Corea del Sur ya ha comenzado a enterrar residuos nucleares procedentes de algunas de sus plantas de energía en grandes salas de almacenamiento subterráneo en Gyeongju en el sureste del país. Pero nadie sabe exactamente cómo evolucionarán estos cementerios a lo largo de milenios.
A pesar de la amplia red de túneles que tiene Konrad, la mina está siendo ampliada más aún para albergar los residuos. Algunos necesitan ensancharse para hacer espacio a la maquinaria que moverá los residuos de su lugar. También se están instalando nuevos sistemas de ventilación para mantener el polvo rojo posado en el suelo y las paredes. La mina tendrá talleres subterráneos también, donde la maquinaria utilizada aquí pueda ser reparada. Y por supuesto, los antiguos aseos se adaptarán para albergar otro tipo de residuos.
Todos estos cambios permitirán que la mina esté lista para el primer embarque de desechos nucleares en 2022. Los trabajos van a marchas forzadas y cientos de mineros están trabajando en turnos de siete horas bajo tierra. Cada trabajador lleva una antorcha y un kit de auto-rescate con un suministro de oxígeno para una hora o dos, por si hay una emergencia, como un incendio.
Para obtener la aprobación del gobierno, el proceso de llenado de la mina con material radiactivo ha tenido que ser descrito en detalle. En el transcurso de unas pocas décadas, trenes y camiones entregarán residuos nucleares que se han comprimido y sellado en contenedores especiales. Los recipientes serán llevados bajo tierra a través de uno de los pozos de extracción existentes de Konrad y luego se trasladarán a su lugar de descanso final en uno de los muchos túneles con la ayuda de mano de obra. Los contenedores se apilarán en montones y se sellarán cada 50 metros por un muro de hormigón. El espacio detrás de estas paredes estará de nuevo lleno, con más residuos, y así hasta llenarlo.
Casualmente, el año en que Konrad empiece a funcionar es el año del apagón nuclear en Alemania. Pese a ello, sus residuos y el material contaminado de los edificios permanecerán radiactivos durante muchos miles de años.
La mina Konrad se ha catalogado como un repositorio potencial de los residuos nucleares desde mediados de la década de 1970. Es la única que ha conseguido una licencia para almacenar este tipo de material en 2007 pero su puesta en marcha se ha retrasado 10 años.
Un retraso que ha tenido efectos en cadena. En 2014, se comprobó que estaban corroídos los barriles de residuos nucleares con destino a Konrad que estaban en el almacén temporal en una central eléctrica. Los costes también van en aumento. Se estima que la Oficina alemana de Protección Radiológica - una agencia del gobierno - se está gastando más de 3.400 millones de euros en convertir Konrad en un cementerio y llevar los residuos hasta allí y si se retrasa su puesta en marcha solo serviría para aumentar esa suma.
La elección de Konrad fue básicamente porque es una mina inusualmente seca, gracias a una gruesa capa de arcilla de 400 metros que sella la mina de las aguas subterráneas. Uno de los mayores temores acerca del almacenamiento subterráneo de residuos radiactivos es que se filtre agua, lo que podría erosionar gradualmente los vasos de contención y llevar ese material radiactivo hasta la superficie.
Y la poca humedad que hay, los científicos del proyecto dicen que se necesitaría al menos 300.000 años para que esta humedad se eleve a la superficie. Para entonces, la radioactividad de los residuos será ya inofensiva.
**Protestas vecinales en contra del cementerio
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El pueblo de Bleckenstedt se encuentra a dos minutos en coche de la entrada principal de Konrad. Hay bidones de color amarillo brillante, pintados para parecerse a bidones de material radiactivo, al lado de la carretera y en los jardines de la gente. Es sólo la manera elegida por cerca de 600 vecinos del pueblo que muestran su oposición a la transformación de la mina en un vertedero de residuos nucleares.
Y no les falta razón. Quien se haya comprado un piso en el pueblo hace una década, antes de que se le concediese la licencia a Konrad como cementerio nuclear ha hecho un mal negocio, porque el precio de su propiedad ha caído un tercio de lo que era.
Otros tienen miedo de lo que ocurrió en Asse II, a tan solo 25 km de distancia, una antigua mina donde se vertieron, en pilas destartaladas, 126.000 barriles de material radiactivo entre 1967 y 1978.
Sin embargo, todos, incluyendo a los antinucleares, están de acuerdo en que hay que hacer algo para almacenar los residuos nucleares de manera segura y a largo plazo, pero ¿qué?
Fuente: BBC
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