La Unión Europea busca que toda la cadena de valor de un vehículo eléctrico se quede en el Viejo Continente, desde la fabricación de las baterías o el software hasta el producto final. Su industria automovilística podría quedarse rezagada si no se transforma a tiempo y China o EEUU ya le están pisando los talones. Actualmente su producción representa el 3,8% del PIB de la eurozona y es responsable del 12,5% de las exportaciones europeas, según datos de CaixaBank Research.
En el caso de Alemania es especialmente preocupante porque la fortaleza de su economía se basa en el coche de combustión interna, y aunque en 2017 las exportaciones de sus vehículos (el 47,3% del total de la UE) igualaron la suma de las de los tres grandes exportadores asiáticos -Japón, Corea y China-, en unos pocos años podría girar 180 grados.
Una de las opciones que se barajan es, por ejemplo, que para una batería de vehículo eléctrico europea, la vida podría comenzar en una mina de litio en el norte de la península Ibérica, después el mineral podría ser introducido entre cátodos de cobalto fabricados en Finlandia y enviados a una “gigafábrica” en Suecia antes de ser transportado a una fábrica de automóviles en Eslovaquia. Al menos ésa es una de las aspiraciones de la European Battery Alliance, un viaje por todo el continente que podría ser una de las posibles cadenas de suministro futuras para una batería de automóvil eléctrico 100% europea.
Otra opción es el reciclaje de componentes para su reutilización en nuevas baterías. Para ello, los recicladores europeos han pedido cambios en las regulaciones de la UE sobre el envío de desechos y metales peligrosos que “a veces se interponen en el camino” de una cadena de valor de fabricación de automóviles eléctricos totalmente europea, según publica Euractiv.
Es un problema a solucionar. En una carta a la Comisión Europea, Eurometaux, la asociación de la industria metalúrgica, advirtió que hay “señales contradictorias” de la UE sobre este tema. “Si bien nuestros productos son elogiados por su contribución a la circularidad, la clasificación de peligro de muchos de nuestros metales y su presencia inevitable en diferentes flujos de reciclaje harían que sea más difícil de usar como materiales secundarios”, señalan.
Las sustancias en cuestión son cobalto y níquel, y compuestos de plomo y cadmio. Están incluidos en REACH ( sistema europeo de control sustancias peligrosas) porque la exposición a ellos puede ser tóxica para las personas y el medio ambiente pero para Chris Heron, de Eurometaux, “la realidad de las baterías y la metalurgia es que se necesitan metales peligrosos”. Por eso piden una regulación “proporcionada”, que se centre en las medidas en el lugar de trabajo como el único lugar donde existe riesgo de exposición.
Por el momento, el camino se presenta difícil. China controla más de dos tercios del mercado de baterías. Según Bloomberg, la cuota de Europa en la producción mundial de baterías actual y prevista es de apenas un 4%. Por eso, el objetivo para la Unión Europea es construir hasta 10 “gigafactorías” para 2030, y la posibilidad de un pacto industrial de “estilo Airbus” en el que todos los países miembros trabajen en la misma dirección. Una cosa está clara: la cadena de suministro de vehículos eléctricos estará llena de metales.
“Fábricas enteras se van a quedar obsoletas. Las compañías que fabrican pistones y cigüeñales no van a suministrar las baterías. Es una cadena de suministro diferente”, dice Sven Dharmani, director mundial de la cadena de suministro de automóviles de EY.
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“Por eso piden una regulación «proporcionada», que se centre en las medidas en el lugar de trabajo como el único lugar donde existe riesgo de exposición.”
Eso no es correcto. La regulación ha de expandirse a sistemas que aseguren el reciclaje ya que si no, los metales pesados acabarán contaminando nuestros suelos y ríos. Creo que ya es hora de que los fabricantes dejen de mirarse el ombligo y se preocupen del ciclo de vida de las cosas que fabrican. Ellos creen que la responsabilidad acaba en la venta y no quieren saber nada de los costes de reciclaje o limpieza.