La imagen donde largas extensiones de campos son ocupadas con molinos eólicos y paneles fotovoltaicos todavía pertenece a la ciencia ficción en Argentina. Pese a su crecimiento, las energías limpias aún distan de ser un reemplazo estable y abundante para los combustibles fósiles. El año pasado, la capacidad instalada de la –por ahora– hermana mayor de la solar, la energía eólica, tuvo un fuerte salto y sumó casi un 40% de capacidad.
Mientras que en algunos países desarrollados la cobertura de la energía eólica trepa hasta el 20%, en Argentina es apenas de medio punto porcentual. De todos modos, el crecimiento de este tipo de generación fue de un 37% en comparación con los registros del 2013. Y se espera que este año pueda tener un rendimiento similar.
Las señales de expectativa para esta industria trascienden las barreras del optimismo, pese a los signos negativos que atravesó el sector, fundamentalmente en la golpeada Europa. Según la Asociación Mundial de Energía Eólica (WWEA), durante el 2014 se instalaron torres y molinos en todo el mundo por 51.477 megavatios de capacidad instalada, lo que supuso un aumento del 44% respecto de las inversiones del año anterior.
En Argentina, la energía eólica representa el 0,47% del mercado de generación. En todo el año pasado se produjeron 613 GW/h contra más de los 120.000 GW/h de la térmica e hidráulica en conjunto. De todos modos fue la generación que mayor crecimiento de infraestructura tuvo, en la comparación anual: 37,4%.
Pese al presente de esta energía limpia, todas las miradas están puestas en la propuesta solar, que ha tenido un crecimiento todavía más espectacular en los últimos años.
Los analistas consideran que a largo plazo lleva las de ganar, pues se trata de una energía verde más barata de producir e instalar, en comparación con el resto de las renovables.