“El renacimiento del carbón en Europa era sólo un sueño”, dice el informe Medium-Term Coal Market Report sobre el mercado del carbón a medio plazo, que ayer presentó la Agencia Internacional de la Energía, en el que pronostica que el proceso de descarbonización en Europa es irreversible a pesar de que la demanda de carbón en el mundo crecerá a un ritmo del 2,1% hasta 2019, fecha en la que la demanda global de carbón como fuente de energía superará los 9.000 millones de toneladas.
El informe proyecta una disminución del consumo en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), pues los aumentos en Turquía, Corea y Japón no eliminan la reducción de la demanda en Europa y Estados Unidos. Respecto al Viejo Continente el informe es meridianamente claro y explica que la demanda de carbón en Europa ha seguido disminuyendo después de un alza temporal causado por los bajos precios, los altos costos del gas y el cierre parcial de las centrales alemanas tras el accidente de Fukushima.
El informe de la AIE constata que después de 2012, la demanda de carbón comenzó a declinar debido a un crecimiento económico moderado, los avances experimentados en eficiencia energética, la rápida implantación de las energías renovables y las jubilaciones de las plantas de carbón. “Nada nuevo ha sucedido para cambiar nuestros puntos de vista”, concluye el informe respecto al futuro del carbón en Europa, dejando ver como algo anecdótico el crecimiento de esta fuente de energía en el mercado turco.
El carbón resiste
El aumento de la población y del consumo per cápita asociado a un mayor nivel de bienestar hace que cada año el consumo mundial de energía crezca del orden del 1,5% anual en todo el mundo. Pero lo malo es que la calidad de la energía empeora y las emisiones de dióxido de carbono (CO2) están creciendo a un ritmo aproximado del 2,5%. La razón no es otra que, en contra de lo que podría parecer por la generalización de la llamada transición energética hacia un sistema más sostenible con predominio de las fuentes de energía renovable, la presencia del carbón en el mix energético mundial sigue creciendo como fuente de energía primaria.
Los datos del informe de la AIE sobre el mercado del carbón a medio plazo son sintomáticos: la demanda de carbón crecerá a un ritmo del 2,1% hasta 2019, fecha en la que la demanda global de carbón como fuente de energía superará los 9.000 millones de toneladas. Un incremento más lento que el registrado hasta ahora, aunque el consumo total seguirá avanzando por el impulso de China e India y pese a las reducciones en Europa y Estados Unidos.
“A pesar de los esfuerzos de China para moderar su consumo de carbón, superará los tres quintos (60%) del aumento de la demanda en ese período”, indicó la AIE. Precisamente China ha anunciado recientemente que estabilizará su consumo de carbón en 4.200 millones de toneladas anuales en 2020, lo que supondrá un 16,3% más que los 3.600 millones de toneladas quemadas en 2013, según el nuevo plan estratégico de las autoridades para los próximos años desvelado por la agencia Xinhua. Un horizonte que la AIE no acaba de creerse, como lo demuestra el hecho de que en el informe se afirme que el país asiático no alcanzará en ese período su pico de demanda.
Otro factor a tener en cuenta es la abundancia del carbón y el continuo descenso de los precios. La razón es simple. El carbón es más barato y más abundante y quien más, quien menos, tiene sus reservas propias, lo que son dos argumentos de peso. En el informe, la AIE constata un descenso de los precios debido “a la reducción de costes a través de economías de escala, a una mejor gestión, disciplina presupuestaria y factores externos”, como la caída de las divisas en los principales países productores.
Todo ello, unido al exceso de oferta, ha posibilitado un importante descenso de los precios. Así, el carbón de vapor importado de Europa, que es uno de los principales precios de referencia en todo el mundo, ha alcanzado un precio en el rango de los 70-80 dólares la tonelada durante 2014, sustancialmente inferior a los 120 dólares que costaba en marzo de 2011. En Australia, el carbón se ha movido en una banda muy estrecha entre los 112 y los 116 dólares por tonelada desde abril de 2014, en comparación a marzo de 2011 cuando promedió más 320 dólares la tonelada.
Un ritmo insostenible
Sea como fuere, los datos son incuestionables. El año pasado el carbón concentró el 30,1% del consumo energético mundial, alcanzando así su mayor cuota de mercado global en casi medio siglo. Es su mejor dato desde 1970 según los registros del último BP Statistical Review. El consumo mundial de carbón se elevó el año pasado hasta las 3.826 millones de toneladas de petróleo equivalentes. La demanda creció en 2013 un 3%, un ritmo inferior al de años anteriores pero, aun así, mayor que el cualquier otra energía fósil. El petróleo sigue siendo la principal fuente de energía, con una cuota del 32,9%, pero el crudo acumula ya catorce años de pérdida de peso en la cesta energética global a excepción hecha de EEUU, donde el fracking ha operado el milagro.
Una realidad incontestable pero que no tiene futuro. La directora ejecutiva de la AIE, Maria van der Hoeven, subrayó durante la presentación del informe que el nivel de consumo “en su forma actual es simplemente insostenible”, y abogó por acelerar los programas de investigación sobre captura y almacenamiento de CO2. Lamentó, además, que muchas de las nuevas centrales termoeléctricas basadas en carbón que se están construyendo, especialmente en las economías emergentes “en un arco que va desde Sudáfrica hasta el sudeste asiático”, estén basadas en “tecnología con décadas de antigüedad”. “Lamentablemente, se seguirá quemando carbón de manera ineficiente durante muchos años”, subrayó Van der Hoven.