El conflicto árabe-israelí, la insurgencia del Estado Islámico en Irak, los enfrentamientos entre Ucrania y Rusia, la grave situación interna de Libia, el hundimiento socioeconómico de Venezuela… Sin duda, los conflictos geopolíticos de los últimos tiempos eran ingredientes más que suficientes para pensar en una hipotética subida del petróleo. Pero de eso nada. En contra de lo que dictaba el sentido común, el precio del petróleo ha entrado en una espiral bajista muy pronunciada y que en pocos días le ha llevado a retroceder en Europa hasta los niveles mínimos de hace cuatro años. El barril que se negocia en el mercado de futuros de Nueva York está como en el verano de 2012. El temor a que la economía global se debilite y la rápida progresión de EE UU hacia la independencia energética explican un vuelco que podría acentuarse durante el invierno.
El barril del Brent —de referencia en Europa— estuvo a punto de perder los 88 dólares al arrancar la sesión del viernes en Londres, mientras que el West Texas bajó de los 84 dólares para las entregas de noviembre. Los factores que explican la corrección son múltiples y la presión bajista en el precio del petróleo se ha notado de rebote en el índice de Standard & Poor´s que integra a las grandes compañías de la industria energética.
Las nuevas técnicas de extracción, como la fractura hidráulica, han hecho que el crudo fluya más rápido que la demanda y la capacidad de refinar. Al mismo tiempo, EE UU ha empezado a hacer las primeras exportaciones de petróleo desde el embargo de 1979. Si a ello se suman los avances de Canadá en sus explotaciones en el mar y la liberalización del petróleo en México y Brasil, es razonable el comportamiento de los precios. De acuerdo con el Instituto Alemán de Estudios Internacionales y Seguridad, “sin el fracking desarrollado en EEUU, hoy tendríamos precios mucho más elevados y un mercado en crisis”.
Apreciación del dólar
La fuerte apreciación del dólar también juega en contra del precio del barril. El euro se cambia por debajo de los 1,27 dólares y en días pasados estuvo a punto de perder incluso los 1,25 dólares, lo que supone una fuerte devaluación respecto a los 1,399 dólares del máximo anual que marcó el 8 de mayo. Los analistas de Goldman Sachs explican que los fundamentales a medio plazo mirando lo que pasa fuera de EE UU, apuntan a que seguirá tomando fuerza para cambiarse a entre 1,15 y 1,20 dólares.
El Fondo Monetario Internacional, además, advertía esta semana del impacto que la caída en el precio de la energía y de las materias primas puede tener en las economías de países productores en el grupo de los emergentes, como Brasil y Rusia. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), por su parte, elevó el pasado mes de septiembre la producción al nivel de septiembre de 2013 por los incrementos en Irak y Libia.
La caída del precio, sin embargo, podría llevar a la Opep a cerrar el grifo como ya está haciendo Arabia Saudí. La próxima reunión del cártel está prevista para el próximo 27 de noviembre y podría ser muy tensa, porque mientras algunos miembros no quieren perder su cuota de mercado frente al ímpetu de EE UU y, como Irán, están de acuerdo con esta reducción de precios para poder tener contentos a sus clientes en Asia, otros, como Venezuela, están solicitando algún tipo de acción coordinada en el seno de la Opep para detener la caída del precio, tal y como lo hacho este fin de semana el canciller venezolano Rafael Ramírez.
Con todo esto, los expertos ven posible que el West Texas baje pronto de los 82 dólares y que desde ahí pueda colocarse incluso en el nivel psicológico de los 80 dólares el barril si no es capaz de remontar. Para el Brent, ese sustento está para los analistas cerca de los 90 dólares. Pero si se pierde, es muy posible que la debilidad actual pueda acelerarse porque los operadores del mercado suelen compran en bloques muy grandes.
No obstante, lo normal es que el precio de la energía vuelva a recuperarse hacia final de año, cuando la demanda empieza a repuntar conforme se acerca la primavera. Pero hasta entonces, la volatilidad será la nota dominante porque persiste la incertidumbre sobre la marcha de la economía. Las bolsas no dan síntomas de recuperación, y la economía de EEUU, la mayor potencia del mundo, tras seis años con los tipos al 0% y estímulos masivos, sigue mostrando un crecimiento muy modesto y las previsiones de la Fed se revisan a la baja por el efecto de la apreciación del dólar. Y la situación en Europa es aún peor y las previsiones no son nada tranquilizadoras.
¿Y cuándo bajará la gasolina?
Los efectos del abaratamiento del barril se tendrían que notar en un futuro en las gasolineras, ya que el crudo que se compra ahora es para entrega dentro de un mes. Habrá que estar atentos para confirmar si estos pronósticos se cumplen o si, por el contrario, se vuelve a repetir lo que las autoridades de competencia denominan el fenómeno del cohete y la pluma. Esto es, que cuando suben los costes internacionales, el precio del litro se dispara y, cuando bajan, tardan mucho en trasladarse al precio de venta al público. Habrá que confiar en que esta vez se trasladen los efectos a los precios en las gasolineras con mayor celeridad.