El panorama geopolítico general es particularmente incierto. Esa es una de las principales conclusiones a las que llegaron los expertos en política internacional durante la presentación de la edición 2018 de Cuadernos de Energía y Geoestrategia presentado en la sede de Repsol en Madrid.
Una inestabilidad marcada por el declive de la hegemonía de EEUU en la política internacional, lo que ha provocado un mundo crecientemente multipolar pero sin un liderazgo claro. EEUU, China, Rusia e India se postulan como los artífices de los cambios en las relaciones comerciales y más específicamente con Oriente Medio, donde se libra una batalla entre Turquía, Irán, Arabia Saudí e Israel para tener el control de la política energética de la zona.
Según los expertos, el acceso de Trump a la presidencia de EEUU ha sido un factor determinante del cambio tanto del panorama geopolítico general como del marco geoestratégico de la energía.
"La Primera y Segunda Guerra del Golfo fueron golpes duros para la economía de Oriente Medio, pero ahora es peor porque además estamos en un contexto de mayor inestabilidad de los acuerdos internacionales", explicaba Eduard Soler i Lecha, investigador Senior de Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), "y en el caso concreto de Turquía, la situación es mucho más clara, porque no percibe ni a Arabia Saudí ni a Irán como aliados creíbles, aunque tampoco como rivales eternos. Hay un elevado nivel de desconfianza en la mentalidad del país, que además es un sentimiento muy arraigado históricamente, siempre han tenido la idea de que todos los países van a por ellos o que todos quieren desgajar el país".
"Más allá de las implicaciones del pasado, la política norteamericana está incluyendo elementos de desequilibrio en esa región, con tres países donde la tensión es muy alta: Turquía, Israel y Arabia Saudi", apuntaba José María Pardo de Santayana y Gómez-Olea, Coronel del Ejército de Tierra y Analista Principal de IEEE, "más aún desde que se anunciaran las últimas reservas de gas descubiertas en Israel y en Egipto".
Y en todo este embrollo de relaciones inestables, la figura de Rusia resurge con fuerza. "Es muy evidente que Rusia está muy pendiente del Mediterráneo, porque lo necesita para reforzar su posición", añade Pardo de Santayana, "ahora Egipto es un socio muy sólido de los rusos, están construyéndole una central nuclear además de otras infraestructuras energéticas. A Rusia está interesado en el control de la energía y del gas, en concreto, pero sobre todo debilitar la hegemonía norteamericana que siempre ha tenido una buena relación con Egipto".
En el caso de Israel, "Putin también sale reforzado. Entre su población, hay un millón de israelitas de origen ruso y por tanto los lazos son evidentes", añadía el experto, "además Putin tiene una simpatía personal hacia los judíos y a Israel le interesa tener una relación estrecha para evitar que la introducción de Irán en Siria no sea excesiva".
Por último, las relaciones con Arabia Saudí "sorprenden por la gran cantidad de reuniones bilaterales que han tenido los dos países en los últimos meses, y sobre todo porque han sido capaces de pactar los precios del petróleo. A Arabia Saudí le gusta bailar con Rusia para dar celos a EEUU y decirle que no puede hacer todo lo que quiera ni decidir según sus intereses", concluyó, "Putin está demostrando una gran habilidad geopolítica".
Cambio Climático
Otro de los puntos calientes en la política energética internacional es la preocupación por el cambio climático. Lara Lázaro Touza, investigadora principal de Real Instituto Elcano, confirmaba que "la principal preocupación de los españoles en política internacional es el cambio climático, algo en lo que coincidimos con el resto de europeos".
Según el informe National Security Strategy of USA de diciembre pasado, "las políticas climáticas continuarán dando forma al sistema energético global. El liderazgo de EEUU es indispensable para contrarrestar la agenda energética anticrecimiento que es perjudicial para la economía de EEUU y sus intereses en materia de seguridad energética". Esta afirmación lo único que significaba era el inicio de una política climática global enfrentada al Acuerdo de París.
Sin embargo, todos los expertos consideraron que este asunto, aunque provoca incertidumbre política, todavía tiene margen de acción para luchar contra el calentamiento global a nivel mundial.
China
En la publicación se destina un capítulo a la presencia de China en el escenario internacional. El gigante asiático es ya un actor central en la geopolítica de la energía y su estructura energética está sometida a un rápido proceso de transformación por la puesta en práctica de una ambiciosa política de descarbonización.
China ya es el mayor inversor mundial en generación renovable, líder en políticas de eficiencia energética, nuevas tecnologías y otras áreas donde la energía se solapa con la economía digital, además del mayor mercado mundial para los vehículos eléctricos. Si sigue por esa línea, podría convertirse en el país con una política de descarbonización ejemplarizante y asumir conjuntamente con Europa un coliderazgo global de la política climática.
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