30 de abril de 2015. Antonio Brufau recibe una atronadora ovación por parte de los accionistas de Repsol tras finalizar su discurso en la Junta General de Accionistas de 2015. Aunque no se va, parecía que se despedía. Era su último examen ante los propietarios de la petrolera más importante del país. Ha sido la décima Junta. 10 años de gestión que darían para escribir un libro pero que han sido una auténtica montaña rusa. "No ha sido fácil", reconoce Brufau ante los accionistas, pero "ahora dejamos a Repsol en el punto de partida de ser una gran compañía de hidrocarburos". Se refiere a la adquisición de la canadiense Talisman Energy, que le aupará al TOP 15 mundial del sector. Una compra que le ayuda a recortar los plazos del plan estratégico en más de un año.
Llegó Brufau a la presidencia de Repsol en 2004. Y tras 10 años de gestión dará el relevo a Josu Jon Imaz para que dirija la nave en los próximos años. “Tenemos el mejor consejero delegado para afrontar con garantías la generación de valor tras la compra de Talisman,” dijo, tras anunciar que se han cumplido todos los requisitos acordados por las partes para la realización de la transacción. “Josu Jon Imaz cuenta con las mejores condiciones profesionales además con la juventud requerida para liderar con éxito el futuro de Repsol”, dijo Brufau, para añadir que “cuenta con todo el apoyo del Consejo y con el mío muy en particular”.
Brufau ha explicado en su intervención que durante los diez años al frente de la petrolera el objetivo no era otro que convertir a Repsol en una compañía líder, entre las más grandes e importantes del mundo. La operación de Talisman Energy es el mejor resultado.
Brufau quería colocar a Repsol en el mapamundi petrolero y se podría decir que lo ha conseguido a pesar de los numerosos obstáculos que se ha encontrado en el camino. Quería algo más que YPF. Pero con YPF. Hasta que Cristina Fernández de Kirchner se lo impidió al arrebatarle la petrolera argentina en un atropello mercantil sin precedentes en la economía española. Aun así, Brufau se ha repuesto y deja la compañía en una posición inmejorable para conseguir su objetivo.
Como decía el camino no ha sido fácil. Le han querido mover del sillón de presidente en muchas ocasiones. Casi siempre con muy malas artes. Que si un telefonazo a Moncloa, que si montamos un motín en el Consejo de Administración, que si me revuelvo contra su gestión. Por tierra, mar y aire ha recibido ataques Brufau. Pemex, Sacyr en la época de Luis del Rivero, en los últimos años desde dentro de la compañía, pero desde fuera han sido varios los intentos para derrumbarle. Y no han podido. Ser presidente de Repsol es muy goloso. Los empresarios más codiciosos querían el sillón. Brufau ha peleado contra viento y marea. Contra una subida y otra vertiginosa caída de la montaña rusa que ha sido Repsol. Siempre estaba en el disparadero pero siempre ha salido vivo.
También se ha defendido de intentos de OPA hostil. Siempre defendió la independencia de la petrolera. Él cree que Repsol es un pez gordo, y más que ser comido,siempre ha preferido comer y crecer. Ha llevado a Repsol hasta el último confín de la Tierra. Está presente en casi una cincuentena de países, en todos los continentes. Además, gracias a las motos, la marca Repsol es conocida hasta en el Polo Norte.
Ha tenido el respaldo de La Caixa, su verdadera casa. Y gracias a ello ha podido superar todos los obstáculos. Aunque a veces no se lo han puesto fácil. Y también gracias a su tenacidad por sacar su proyecto adelante. Brufau, a veces, más que de Mollerusa parecía de Bilbao por su cabezonería, en el buen sentido de la palabra. (Con todo el respeto y cariño para los bilbaínos. No se me ofendan)
Ha llegado la hora de dar el relevo. No se va. Estará como presidente, sin funciones ejecutivas, pero sí de control de la compañía, hasta 2019. Ahí se despedirá. Este jueves ha sido su último examen ante los accionistas y todos los ha aprobado, unos con mejor y otros con peor nota, pero los ha aprobado.
Ahora se baja de la montaña rusa. Le deja el sitio a Josu Jon Imaz. El directivo vasco ha intervenido por primera vez ante los accionistas. Y parecía que lo había hecho toda la vida. Conoce la casa casi como la palma de su mano. Ha sido el artífice, junto a Brufau de la compra de Talisman y será el hombre encargado de superar la gestión del presidente. Lo malo es que ahora el camino es más corto. Ya no se puede crecer tanto. O sí. Pero eso ya lo veremos en los próximos años.
Georgi Stefanov Krastanov
02/01/2019