Si a ello le sumamos transformaciones exponenciales en las tecnologías de la información y la comunicación, en las telecomunicaciones, la inteligencia artificial, la robótica o el Big Data y le sumamos factores impredecibles como una pandemia o la carencia de semiconductores y componentes de automoción, la consecuencia es el desarrollo de un ecosistema en el que hemos de aprender a evolucionar para transformar en oportunidades lo que a priori se presentan como enormes y complejos retos.
Desde la perspectiva industrial, la automoción está mostrando en cada país su particular fisonomía y en aquellos donde su desarrollo es mayor, como en España, esta transformación se está dejando notar en mayor medida, en especial cuando se concreta en una serie de fábricas cuyos órganos de decisión se encuentran radicados en mercados como Alemania, Francia, Reino Unido, Italia o Estados Unidos, lo que nos obliga a ser aún más atractivos para seducir a quienes deciden qué se fabrica y dónde.
Una consecuencia inmediata de este panorama para nuestro país es la deslocalización y la reducción en los volúmenes de producción, lo que obliga a reenfocar necesariamente la industria asociada a la movilidad rodada para seguir manteniendo su competitividad, habida cuenta de que, además, el 80% de lo que producimos se dirige a mercados que ya están poniendo por lo general, fecha de caducidad a la combustión.
Así se deduce del último informe sobre el empleo en el sector industrial de la automoción elaborado por Boston Consulting Group para la European Climate Foundation y en el que desde AEDIVE, la asociación que aglutina a la cadena de valor industrial, tecnológica y de servicios de la movilidad eléctrica, hemos aportado el conocimiento sobre este sector en particular.
La realidad industrial de la movilidad eléctrica en España
Si bien los datos de matriculaciones de vehículos eléctricos en España no acompañan todavía a los porcentajes de otros países del entorno europeo, aunque su crecimiento es exponencial cada año y por el momento, cumple las expectativas fijadas por el Gobierno en su Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, nuestro territorio sí ofrece un ecosistema industrial, tecnológico y de servicios en la movilidad eléctrica que es único y destacable en el marco comunitario.
En nuestro país se fabrican vehículos eléctricos matriculados de batería e híbridos enchufables de diversa tipología, desde turismos y furgonetas hasta autobuses y camiones, pasando por ciclomotores y motocicletas, todos ellos con un alto grado de tecnología y en algunos casos, con soluciones avanzadas, como evidencia que España cuente con la primera unidad rodada a nivel mundial que cumple la normativa UNECE/R155, que mide y evalúa el nivel de ciberseguridad de un vehículo aplicando la metodología ESTP, y se trata de una motocicleta eléctrica.
Asimismo, la industria de componentes está apostando fuertemente por la electrificación, con el desarrollo de soluciones innovadoras como sistemas inteligentes de confort térmico que mejoran la eficiencia energética del vehículo, cajas para baterías, aleaciones más ligeras, materiales más sostenibles y todo lo relacionado con la digitalización y la conducción autónoma.
Aquí se fabrican también las diversas gamas y tipologías de puntos de recarga, tanto en corriente alterna como continua, con soluciones innovadoras como la recarga bidireccional y con un fuerte componente basado en la digitalización y gestión eficiente de la recarga, pero tambiñen equipos auxiliares como convertidores de potencia y transformadores.
Disponemos igualmente de un enorme potencial minero, con disponibilidad de tierras raras, wolframio, vanadio, níquel y otros metales imprescindibles para la movilidad eléctrica y otros sectores tecnológicos, y contamos con la segunda mina de litio más grande de Europa, cuya explotación conllevaría una industria auxiliar asociada para el enriquecimiento del carbonato de litio en hidróxido de litio.
Se están desarrollando ya proyectos para el reciclaje de baterías de vehículos eléctricos como la planta que se construye en León y que permitirá tratar hasta 8.000 toneladas de residuos al año, y paralelamente, disponemos ya de un tejido empresarial que pone parte de sus esfuerzos en la optimización de la segunda vida de las baterías de estos vehículos, con destino a otros que demandan menos densidad energética o para aplicaciones estacionarias que permiten almacenar la electricidad procedente de proyectos renovables basados, por ejemplo, en la producción fotovoltaica.
La oportunidad del PERTE VEC
La nueva figura de colaboración público-privada que se ha concretado por parte del Gobierno en los Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica ha evidenciado la importancia del sector de la automoción al ser, el del Vehículo Eléctrico y Conectado, el primero de estos PERTEs, que cuenta con 3 bloques industriales obligatorios basados en la fabricación de equipo original y montaje (OEM), de baterías o pilas de hidrógeno y de otros componentes esenciales adaptados al vehículo eléctrico y conectado.
Además, incluye la obligatoriedad de incorporar al menos un proyecto primario, basado en fabricación de componentes de vehículos inteligentes, conectividad de vehículos eléctricos y fabricación de sistemas de recarga y un proyecto colaborativo basado en un plan de Economía Circular, en un plan de Digitalización y/o en un plan de Formación y Reentrenamiento Profesional.
Dentro del ecosistema de la automoción que engloba España quedan huecos importantes, como es el desarrollo de gigafactorías de baterías que cierren la oferta a nivel local de toda la cadena de valor, así como el refuerzo de las fábricas existentes para atraer nuevos modelos o incluso, la llegada de nuevos proyectos por parte de fabricantes que están pensando en España como el lugar donde implementar nuevas factorías.
Por ello, queda saber si somos capaces de armar tales proyectos, que han de servir, a través de la colaboración público-privada, para impulsar la industria y para reforzar un tejido empresarial de pequeñas y medianas empresas que serán coprotagonistas de las propuestas que se concreten próximamente.
La formación, clave de futuro
Para poder asumir todos estos retos, la formación es una de las claves que también destaca el informe de BCG y que supondrá la necesidad de tener que dar respuesta a profesionales en activo que precisarán transformar su actividad y a otros por venir que deberán de enfocar su preparación en las nuevas profesiones que ya se están forjando y otras nuevas que si quiera conocemos todavía.
Desde el Gobierno ya se están activando iniciativas como la recientemente anunciada sobre la creación de un curso de formación profesional para formar a especialistas en seguridad de vehículos híbridos y eléctricos, a solicitud del Ministerio de Educación, con el fin de preparar a los alumnos para la organización, planificación, diagnóstico de averías y supervisión de la ejecución de las operaciones de mantenimiento y su logística en el área de vehículos cero emisiones.
El 2022 es el año del tigre de agua, según la mitología china, y ello se concreta en la gestación de acuerdos, consensos y colaboración que más que nunca, son necesarios en muchos sectores de actividad como el de la automoción y a niveles extraordinarios entre lo público y lo privado.
Ojalá sepamos todos estar a la altura.
Arturo Pérez de Lucia es Director General de AEDIVE y Vicepresidente de AVERE.
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