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Calefacción, hidrógeno y viviendas eficientes serán las claves para alcanzar la descarbonización de la economía

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Las renovables se están convirtiendo, indiscutiblemente, en el sector eléctrico dominante, algo así como lo ha llamado Michael Liebreich, el fundador de Bloomberg New Energy Finance, "la nueva ortodoxia del Tercer Mundo Tercero (Three-Third World en inglés)". Según el experto, "para 2040, un tercio de la electricidad mundial se generará a partir de la energía eólica y solar; un tercio de los vehículos en la carretera serán eléctricos; y la economía mundial producirá un tercio más de PIB por cada unidad de energía".

"El hecho de que estemos en camino para llegar al Tercer Mundo Tercero es bastante extraordinario. Y probablemente sea imparable: los costes de la eólica, la solar y las baterías continuarán cayendo más rápido de lo que esperan los principales analistas y estudios de futuro sobre la energía, y no hay nada que me haga pensar que el presidente Donald Trump tendrá éxito en sus intentos de revivir el carbón".

Sin embargo, no todo son buenas noticias: "La mala noticia es que, aunque estamos en camino de alcanzar ese nuevo estadio para 2040, no será suficiente para alcanzar los objetivos climáticos de París. Actualmente, la electricidad satisface solo un poco más del 20% de las necesidades energéticas finales del mundo; e incluso si se añade la parte del petróleo que se utiliza en los automóviles de pasajeros y en las furgonetas, aún solo se ocupa alrededor de un tercio del consumo final de energía".

Por lo tanto, aún existe una necesidad urgente de descarbonizar el resto de la economía: la industria, los productos químicos, la aviación, el transporte marítimo y, en particular, el calor.

Las recientes crisis de frío en los Estados Unidos y Europa ilustran los desafíos de la descarbonización del calor en los países del hemisferio norte. En Reino Unido, por ejemplo, la cantidad de energía utilizada en la calefacción durante el invierno alcanza un máximo de seis veces la carga de electricidad, y puede subir y bajar multiplicado por tres en pocos días. De acuerdo con el think tank Policy Exchange, electrificar el sistema de calefacción solo en Reino Unido costaría más de 400.000 millones de dólares, dice el experto.

El problema es que las tecnologías renovables no pueden satisfacer la demanda de calefacción. La energía solar produce muy poca energía en invierno, y el viento puede sufrir períodos de calma que duran semanas, a veces justo cuando la temperatura baja (aunque en estas semanas, el frío ha estado acompañado de abundantes vientos).

Y aunque el almacenamiento energético y las baterías avanzan a pasos agigantados, según Liebreich, para el año 2030, el volumen total de baterías conectadas a la red solo será suficiente para satisfacer las necesidades de energía del mundo durante 7,5 minutos.

Hay que buscar otras opciones. Y una de ellas es transformar el sector de la climatización. No se puede pensar que sea imposible la descarbonización de este sector. El primer paso es "comenzar a tratar la eficiencia energética de nuestros edificios como si realmente importara". Esto reduciría a la mitad la demanda de calor. "No hay ninguna razón por la cual las casas nuevas no produzcan más energía de la que consumen", agrega, "solo se trata de aplicar tecnologías y técnicas que sabemos que funcionan".

Actualizar los edificios existentes es más difícil, pero es posible con los incentivos adecuados. "Las entidades que conceden hipotecas convencionales deben dejar de participar en un sistema que trata el coste de una nueva cocina como una inversión, pero el coste de modernizarla para que tenga un bajo consumo energético lo consideren un gasto", señala. Las nuevas tecnologías, como las baterías térmicas, también podrían tener un impacto significativo, junto con la biomasa y la calefacción urbana.

Otra opción es hidrógeno. Liebreich no es un fanático de los vehículos de hidrógeno, pero es optimista respecto al gas como "una de las formas más prometedoras de lidiar con el almacenamiento a largo plazo, más allá de los minutos, horas o días que las baterías o las ubicaciones limitadas en que el almacenamiento por bombeo podría funcionar ".

Aunque hay propuestas para usar el excedente de energía solar y eólica para crear hidrógeno a través de la electrólisis, dice que tiene más sentido económico hacer funcionar un equipo 24 horas los siete días de la semana en lugar de intermitentemente. Una opción sería usar paneles solares fotovoltaicos, termosolares o eólicos marinos, respaldados por baterías y otra es usar gas natural y secuestrar el CO2, una opción que solo un fuerte precio del carbono haría viable.

Pero hay más opciones. La siguiente propuesta encontrará muchos detractores entre el sector más renovable. Se refiere el experto a la energía nuclear. "La generación actual de tecnología nuclear casi con certeza no tiene cabida en un futuro profundamente descarbonizado", dice, pero los nuevos pequeños reactores modulares podrían ser la tecnología ideal para suministrar grandes cantidades de hidrógeno de carbono cero. Las centrales nucleares funcionan todo el tiempo, como las plantas de electrólisis, y producen mucho calor que puede usarse en el proceso. "La capacidad de la nuclear para producir calor es un arma secreta, ya que busca su papel en el Tercer Mundo Tercero: ninguna otra fuente de electricidad de emisiones cero puede igualarlo a escala, ni siquiera la geotérmica o la biomasa".

Liebreich dice que ahora estamos en el último tramo del camino para la descarbonización, siguiendo el crecimiento de las energías renovables, la digitalización del sistema de energía y la marcha de los vehículos eléctricos. "Hoy creo que es el turno de los sectores que se han resistido al cambio hasta ahora: transporte terrestre pesado, industria, productos químicos, calor, aviación y transporte marítimo, y agricultura. Uno tras otro, o más probablemente como un sistema estrechamente acoplado, todos van a quedar limpios durante las próximas décadas", dice.

Todo ello se verá favorecido por el "asombroso progreso" que se está logrando en procesos industriales súpereficientes, vehículos conectados y compartidos, electrificación del transporte aéreo, agricultura de precisión, ciencia de los alimentos, combustibles sintéticos, bioquímica industrial, nuevos materiales como grafeno y aerogeles, infraestructura blockchain, fabricación aditiva, materiales de construcción cero en carbono, fusión nuclear y muchas otras áreas. "Hoy en día, estas tecnologías pueden no ser competitivas en cuanto a costes, pero todas se benefician de las mismas temibles curvas de aprendizaje que hemos visto en la eólica, la solar y las baterías. Además, de la misma manera que los sensores ubicuos, la computación en la nube y el borde de la red, los grandes datos y el aprendizaje automático han permitido la transformación de nuestro sistema eléctrico, así se desbloquearán los cambios radicales en el resto de nuestros sectores de energía, transporte e industrial".

"Este es un momento de oportunidades sin precedentes", concluye, "fantásticas recompensas esperan a los países, empresas e inversores que hacen las apuestas correctas".

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