Había una serie de televisión de finales de los años 80 y principios de los 90 que se llamaba Canción triste de Hill Street. Una serie policíaca que siempre comenzaba igual y tenía el mismo final: el capitán Frank Furillo acostado en la cama con su novia. A pesar de saber el final de cada capítulo, la serie tenía su aquel y era bastante entretenida.
Ahora, imagínese que la comisaría de Hill Street se ha convertido en la sede del fabricante de aerogeneradores Siemens Gamesa en Zamudio. Todos teníamos claro el final de esta historia. Todos lo sabíamos. Tarde o temprano desaparecerá de nuestras vidas. Y así ha sido.
Este sábado, con nocturnidad y alevosía (eran más de las 22 horas) Siemens Energy comunicaba que lanzaba una OPA para excluir a Siemens Gamesa de su cotización en el Ibex35.
De esta forma, los alemanes se harán ya con la totalidad de la compañía. Se diría adiós a más de 40 años de empresa. Pero no a una compañía cualquiera. Ha sido una de las banderas españolas por todo el planeta. Sus aerogeneradores están por todos los rincones de los cinco continentes. Un gigante de la energía eólica que poco a poco ha ido perdiendo sus señas de identidad, su marca registrada.
Qué triste ver este calvario. Este camino cruel que ha vivido Gamesa en los últimos años. Obligada a tener que fusionarse con la alemana Siemens por las circunstancias del mercado, a Gamesa le ha costado levantar cabeza en un difícil mercado, el de las renovables, donde la energía solar está ganando la partida a la eólica.
Un negocio complicado el de fabricante de turbinas eólicas. Obligado en continuo crecimiento a seguir extendiéndose por todos lados. A ello súmale la constante carrera de innovación por tener la mejor o la turbina más grande. Pero a la vez un negocio cogido con dos pinzas que cuando venían un poco mal dadas lo notaba más que nadie.
Se cogía resfriados cada dos por tres. Siempre había algo que le hacía más difícil caminar. Si no eran retrasos de proyectos, eran problemas laborales, en total, que poderle sacar cierta rentabilidad al negocio costaba dios y ayuda. Pero era posible hacerlo bien. Y también mal, tal y como hemos visto este último año.
Matthew-UK
23/05/2022