Según el estudio, los impactos sobre la salud y el medio ambiente de las centrales eléctricas de carbón son "inmensos, dañinos y extremadamente costosos" para los países europeos. Se estima que el coste económico en la salud de los ciudadanos europeos por la combustión de carbón llega hasta los 62,3 millones de euros. Y no solo afecta a las zonas donde se encuentren esas centrales de carbón. La investigación ha revelado que la contaminación viaja por todo el territorio, lo que significa que no hay 'lugar seguro' mientras estén quemando el negro mineral.
Tres países, Alemania, Polonia y Reino Unidotienen el dudoso honor de poseer 19 de las 30 centrales más sucias de todo el continente. Pese a que el primer puesto de las mayores emisoras es para la central polaca de Bełchatów, desde el puesto dos hasta el seis, es Alemania quien copa estas posiciones con plantas de quema de lignito.
En el lado contrario, siete países de la UE presumen de no queman carbón: Bélgica, Chipre, Estonia, Letonia, Lituania, Luxemburgo y Malta, y tres se han comprometido a dejar de usarlo: Portugal en 2020 y Reino Unido y Austria en 2025.
En España
Ya en clave nacional, de las tres centrales de nuestro país que se encuentran entre las 30 más contaminantes, la central asturiana de Aboño, propiedad de Hidroeléctrica del Cantábrico, se coloca como la más contaminante de toda España porque prácticamente está quemando carbón 24 horas y 365 días al año. Y es relevante que solo As Pontes (puesto 20) queme lignito, mientras que Aboño (puesto 19) y Litoral (puesto 26) queman hulla. Tanto la de As Pontes como la de Litoral pertenecen a Endesa.
Sin embargo, la única que aparece en la lista de las más perjudiciales para la salud es la de Andorra en Teruel (puesto 12), también propiedad de Endesa-ENEL. Según el estudio, en 2013 ha provocado 400 muertes prematuras, ha sido causante de 220 casos de bronquitis crónica, 360 ingresos hospitalarios, casi 100 días de bajas laborales, más de 7.000 casos de asma en los niños, y una horquilla de costes en salud entre 580 millones de euros y 1.100 millones.
Y es que los gases y partículas de hollín emitidas por las centrales de carbón se dispersan en la atmósfera y pueden viajar cientos de kilómetros, dependiendo de las condiciones climáticas, como la velocidad y la dirección del viento, la radiación solar y la humedad, además de la topografía de la zona y la altura de la chimenea.
Esto supone que estas emisiones pueden afectar la salud de no sólo los ciudadanos del país de origen, sino también de los países vecinos.
En 2013, los ciudadanos que sufrieron el mayor impacto en la salud por la contaminación del carbón fueron los de Alemania, Reino Unido, Polonia, Italia, Francia, Rumania y España, muchos de ellos son los mayores emisores de contaminación por carbón, como era de esperar: Polonia, Alemania, Rumania, Reino Unido, Bulgaria y la República Checa.
Por ejemplo, las centrales eléctricas de carbón en Polonia provocaron 5.800 muertes prematuras en la UE. De éstas, sólo el 20%, 1.100, se produjeron en Polonia.
Consecuencias en la salud
Las partículas tóxicas que emiten las plantas de carbón a la atmósfera termina en las vías respiratorias de las personas, y su exposición continuada fue la responsable de 11.800 nuevos casos de bronquitis crónica y 21.000 ingresos hospitalarios en el año 2013. Las muertes prematuras fueron resultado de los impactos de tres principales contaminantes - las partículas finas más conocidas como PM2.5 (con mucho, las más dañinas), el ozono troposférico y el dióxido de nitrógeno -, ya que atacan al sistema cardiovascular o respiratorio. Las causas más comunes de muerte por esta quema son las enfermedades cerebrovasculares, del corazón, pulmonar crónica o cáncer de pulmón.
Las partículas PM2.5 se forman en la atmósfera a partir de emisiones de dióxido de azufre y dióxido de nitrógeno de las plantas de carbón.
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