Los carburantes de automoción se han abaratado más de un 10% desde este verano -en torno a un 12% el gasóleo y un 15% la gasolina-, aunque en mucha menor medida que el crudo, un desfase que, según defiende reiteradamente el sector, tiene una explicación.
La primera pista en ese sentido es simple: "Los carburantes que se utilizan en los vehículos no son petróleo", según recuerda el presidente de la patronal petrolera AOP, Álvaro Mazarrasa, sino productos refinados y adecuados para este uso.
La segunda pista tiene que ver con la propia composición del precio de los carburantes, donde la materia prima tiene un peso relativamente pequeño. De hecho, los costes fijos -que no se ven afectados por la cotización de los productos- constituyen un 68% del precio de la gasolina y un 63% del gasóleo.
La pregunta, entonces, es qué factores determinan el precio de venta los carburantes. Fundamentalmente tres: Materia prima, impuestos y margen de distribución.
El coste de la materia prima no va vinculado a la cotización del crudo, sino al precio de venta de la gasolina y el gasóleo -es decir, los productos ya refinados- en los mercados internacionales. Este puede distar bastante de la cotización del crudo e incluso entre los distintos mercados regionales.
En cualquier caso, esta materia prima solo constituye alrededor de un 31% del precio de la gasolina y del 35% del precio de venta del gasóleo.
El principal elemento en el precio de los carburantes es, sin ninguna duda, la carga fiscal, que supone más de la mitad del precio final.
Los carburantes de automoción pagan dos tipos de impuestos, el especial de hidrocarburos y el IVA.
El impuesto de hidrocarburos es una tasa por volumen de carburante, por lo tanto, es independiente del precio. Se compone de un tramo estatal general -400,69 euros por cada 1.000 litros para la gasolina y 307 euros por cada 1.000 litros para el gasóleo-; un tipo estatal especial, de 24 euros por cada 1.000 litros para ambos carburantes, y un tipo autonómico, que varía entre cero y 48 euros por cada 1.000 litros.
El IVA de los carburantes es del 21% y, como para el resto de productos, varía en función del precio de venta.
El último elemento de composición del precio de los carburantes es el polémico margen de distribución, que supone alrededor de un 12% del total y que, según recuerda reiteradamente el sector petrolero, no se corresponde con el beneficio de las empresas.
De hecho, según señala Mazarrasa, el 90% de este margen bruto de distribución son costes asociados al propio suministro, lo que implica que el importe de este margen también sea fijo y no se vea afectado por la cotización de los productos.
Estos costes son de varios tipos: logísticos, para el transporte y almacenaje de los carburantes; del punto de venta, como personal de gasolinera o mantenimiento de surtidores, o de mantenimiento de reservas estratégicas, que son obligatorias, a lo que se añaden otros como la incorporación de biocarburantes, más caros que los fósiles, o la contribución al fondo de eficiencia energética.
De esta manera, prosigue Mazarrasa, el margen de beneficio real que cobra el mayorista es de aproximadamente un 1,5% del precio de venta, es decir, entre uno y dos céntimos de euro por litro.
Al margen de estos cálculos, la preocupación de los consumidores es cómo evolucionará el precio los carburantes. Hasta ahora, ningún experto ha ofrecido una respuesta clara a esta cuestión, aunque estimaciones del sector advierten de que, debido a la importancia de los costes fijos, una caída del crudo de Brent de 100 a 10 dólares solo abarataría el litro de gasolina de 1,57 a 0,91 euros.
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