Murray, uno de los donantes más importantes de la campaña a la presidencia de Donald Trump, no se ha salvado de la transición energética que está experimentando el planeta. Y eso que la Administración republicana le aseguró que se iban a aprobar procesos regulatorios que harían sobrevivir su compañía. Pero pese a las políticas favorables, el mercado manda, y el carbón ya no es rentable.
Murray Energy, la compañía de carbón de EEUU cuya "lista de deseos" incluía la reversión de las regulaciones federales ambientales y climáticas de la administración Trump, se declaró en quiebra.
Es la última de una ola de quiebras de compañías de carbón que han luchado por competir en un mercado en el que su producto, en otros tiempos el combustible más barato para producir electricidad, ahora es más caro que el gas natural y las tecnologías renovables.
"Es justo decir que Murray ha sido el último optimista del carbón en el país", ha dicho Sandy Buchanan, directora ejecutiva del Institute for Energy Economics and Financial Analysis (IEFFA), "dedicó su vida a esta industria y trató de hacerla funcionar de una forma u otra. Su bancarrota es muy importante porque marca un camino a seguir".
En 2017, Murray fue uno de los que impulsó que la administración Trump aprobara que los EEUU se retirara del Acuerdo de París, que se rebajaran las reglas del Plan de Energía Limpia para las emisiones de centrales térmicas, que se desmontaran las reglas para acabar con la contaminación del aire y que cambiaran los organismos reguladores del sector minero que habían multado sus operaciones muchas veces.
Incluso, uno de los hombres fuertes de Murray Energy, Andrew Wheeler, fue elegido por Trump como director de la **Agencia de Protección Ambiental (EPA)**del país. Eso nombramiento tuvo como consecuencia directa que se redujera la dotación para el personal de la EPA a la mitad, y Trump de hecho buscó reducir su financiación a los niveles de la década de 1970 pero el Congreso mantuvo estables sus fondos.
Murray también presionó al Departamento de Energía para que declarara la emergencia de seguridad nacional, lo que podría requerir que los operadores de red tuvieran que comprar energía de las centrales de carbón no rentables, algo que los reguladores federales dijeron que no era necesario. Muchos de los otros movimientos de la Administración Trump para debilitar la protección del medio ambiente se han estancado en las batallas judiciales.
Murray Energy también ha trabajado, con donaciones de campaña a los legisladores, para que la legislación estatal eliminara las ayudas a las renovables y la eficiencia energética al tiempo que subsidiaba ciertas centrales nucleares y de carbón.
"Incluso cuando las compañías de carbón obtienen la estabilidad económica y la licencia para contaminar lo que desean, todavía quiebran porque las renovables superan en precios al carbón en el mercado", ha dicho Tyson Slocum, director del programa de energía de Public Citizen.
El proceso de bancarrota del Capítulo 11 de la ley estadounidense permite a las compañías continuar operando mientras trabajan para reducir la deuda. Puede conducir a recortes de empleos, reducciones en los beneficios de los empleados, pérdidas para los inversores y la capacidad de reducir las obligaciones de limpieza ambiental.
"Desafortunadamente con estas bancarrotas, mucha gente saldrá lastimada", ha añadido Buchanan de IEFFA. "Espero que Murray se dé cuenta de en qué hombros se asienta, que son los mineros y las comunidades".
No hay espacio para el carbón
La sede de Murray Energy se encuentra en Virginia Occidental, el corazón de una región que ha sido transformada por el boom del fracking en un área de producción de gas natural.
Si bien el carbón sigue siendo una parte esencial de la historia y la cultura de la región, la industria del gas natural se ha convertido en una fuente de inversión y de creación de empleo. Y también es más barato. A medida que los precios del gas natural y las energías renovables han caído, han expulsado al carbón del mercado, y muchas centrales térmicas han tenido que cerrar antes de tiempo.
"Simplemente no hay espacio para el carbón", ha dicho Kenneth Medlock III, economista y director senior de estudios de energía del Instituto Baker de Políticas Públicas de la Universidad de Rice, "simplemente no es competitivo". En su opinión, la industria del carbón se mantendrá, pero se reducirá mucho. "Tendrá que adaptarse a una nueva realidad del mercado".
Murray Energy es la tercera compañía de carbón más grande del país, produjo alrededor de 53 millones de toneladas de carbón en 2018 y emplea a unas 5.500 personas. Opera 13 minas en seis estados, lideradas por West Virginia.
La declaración de quiebra no es una sorpresa. La presentación enumera 2.500 millones de dólares en ventas para 2018 y 2.700 millones en deuda, a lo que se suma más de 8.000 millones en responsabilidad por pensiones y planes de beneficios.
Con esta bancarrota, ya son las cuatro compañías de carbón más grandes del país que se ha declarado en bancarrota en los últimos tres años. La más grande, Peabody Energy, se presentó en 2016 y resurgió después de reestructurar su negocio en 2017. Le siguió Arch Coal, que se presentó en 2016 e hizo lo propio más tarde ese mismo año. Cloud Peak Energy presentaba su bancarrota en mayo pasado.
Donaciones millonarias de Murray a Trump
Las conexiones de Murray Energy con la administración Trump incluyen millones de dólares en donaciones políticas.
En la carrera presidencial de 2016, mientras muchos de los grandes donantes de la industria del petróleo y el gas permanecían al margen, Murray dio un paso adelante y se convirtió en el mayor recaudador de fondos de Trump de la industria de los combustibles fósiles. Murray también dio 300.000 dólares para financiar la fiesta de proclamación de Trump como presidente de EEUU.
Este verano, Trump Victory, uno de los comités de recaudación de fondos para la reelección del presidente, recibió cerca de dos millones de dólares y gran parte fue gracias a Murray. "El futuro de la industria del carbón y nuestros medios de vida familiares dependen de que el presidente Trump sea reelegido", escribió Murray en una carta.
Pero el mercado se impone, y ni Trump puede evitar lo inevitable. El carbón tiene sus días contados.
Jose
02/11/2019