El pequeño consumidor eléctrico tiene fama de ser pasivo. Esto se entiende porque casi todas las actividades que creaban valor para el sistema (p.ej. la generación) ocurrían antes de que la corriente llegara al contador del consumidor. Esto está cambiando. Frente al incremento de los precios eléctricos, los consumidores en diferentes países están participando en actividades detrás de su contador para bajar sus facturas y vender servicios al sistema eléctrico. Este poder detrás del contador es todavía un fenómeno incipiente, pero influirá en la estrategia corporativa y en el diseño del marco del sector.
Señales del nuevo poder
Primero, el consumidor tiene ahora más experiencia en seleccionar a su suministrador, obligando a estos últimos a mejorar sus ofertas. Segundo, millones de consumidores (especialmente en los EEUU, Alemania y Australia) producen electricidad y se han convertido en _prosumidores; _muchos de ellos venden su electricidad al sistema. Tercero, el consumidor tiene ahora herramientas digitales para gestionar con mayor facilidad su consumo, y bajar sus facturas. Cuarto, con las nuevas baterías (p.ej. coches eléctricos), puede almacenar la electricidad para utilizarla o venderla cuando el precio es mayor. Quinto, el desarrollo de redes inteligentes permite la integración de estos recursos distribuidos en el sistema. Sexto, un creciente volumen de energía está siendo producido en micro-redes gestionadas por los consumidores.
Explicando el nuevo poder
Primero, la regulación económica ha sido fundamental, a veces introduciendo distorsiones que hacen más atractiva la mayor independencia del consumidor. Por ejemplo, más de la mitad de la tarifa eléctrica final en España es ajena a los costes de suministro (refleja los costes de políticas públicas), lo que ha motivado la búsqueda de estrategias para evitar pagar los impuestos incluidos en la tarifa. Además, en muchos países, el diseño de la tarifa no refleja bien los costes fijos y variables de suministro, haciendo más atractiva la autogeneración aún cuando el coste para el sistema es caro.
Segundo, la reducción de los costes de la autogeneración y los aparatos digitales en casa ha sido importante. Con esta reducción en costes y los nuevos modelos de negocio (p.ej. donde el consumidor no tiene que hacer una inversión inicial en placas solares), la independencia del consumidor depende más de los mercados y la innovación, y menos de los subsidios y las distorsiones en las tarifas.
Ahora los consumidores tienen bajo su control – detrás del contador – la capacidad de añadir valor, es decir bajar los costes del sistema. Por ejemplo, la capacidad de reducir la demanda en hora punta puede evitar costes relacionados con la inversión en la generación convencional.
Implicaciones para las empresas eléctricas
La mayor independencia del consumidor es un peligro nuevo para los negocios tradicionales. Por ejemplo, puede hacer mas difícil la recuperación de los costes fijos de la generación convencional. No obstante, también hay nuevas oportunidades, por ejemplo a través de la electrificación del transporte, la distribución inteligente y la opción de asociarse con los consumidores en las actividades detrás de sus contadores.
Implicaciones para la política pública
Primero, es necesario diseñar una nueva visión del sector bajo en carbono, donde los consumidores son participantes activos en un mercado competitivo que fija precios y incentiva la innovación tecnológica y comercial. La visión debería tener el máximo apoyo posible, no sólo de los partidos políticos sino también de la sociedad civil y de los inversores. En el caso europeo, tendría que ser una visión compartida del mercado único.
Segundo, hace falta una estrategia para la transición, que dependerá del punto de partida de cada país. En España, habrá que revisar las tarifas (por ejemplo sacar algunos de los costes de las políticas públicas) para promover decisiones eficientes por parte del consumidor. La transición tiene también que facilitar la integración de los consumidores en los mercados mayoristas de capacidad, energía, restricciones y servicios complementarios. Y, al mismo tiempo que la integración de los contadores inteligentes, hay que promover la introducción de plataformas digitales dentro de casa para facilitar la gestión eficiente de la electricidad.
Algunos dicen que el exceso de capacidad de generación en España justifica el que no se fomente la generación distribuida ni la gestión de la demanda. Creo que, al contrario, este exceso puede desaparecer rápidamente y deberíamos estar diseñando la nueva visión y la transición. Sería una tragedia histórica perder esta oportunidad que beneficiaría a todos los consumidores, grandes y pequeños, y que puede crear nuevos negocios sostenibles con mercados locales, nacionales e internacionales.
David Robinson es consultor, miembro titular del Oxford Institute for Energy Studies y del Consejo Editorial de El Periódico de la Energía
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