El presidente de Enresa, Francisco Gil Ortega, calcula que en 60 años "o un poco antes" estará construido un almacén geológico profundo (AGP) para acoger los residuos nucleares de alta radiactividad, la solución internacionalmente aceptada para la gestión final de estos materiales.
Después de un parón de diez años, el nuevo plan de I+D de Enresa (2014-2018) retoma la planificación de esta instalación, donde se trasladará todo el combustible gastado de las plantas nucleares y otros elementos, procedentes del almacén Temporal Centralizado (ATC) que se ubicará en el término municipal de Villar de Cañas (Cuenca).
“Harán falta al menos 40 ó 45 años para tener las cosas claras y definidas”, recalca Gil Ortega en una entrevista con EFE. El problema de este tipo de materiales es que su radiactividad no decae en miles e incluso cientos de miles de años, y requieren una vigilancia activa.
Utópico
Gil Ortega considera utópico que pueda salir adelante la idea de un almacén geológico europeo, entre otras razones porque sigue vigente el lema de “quien crea los residuos se los queda” y porque “socialmente” es muy complicado que se acepte.
Hoy por hoy, no hay ningún país interesado en asumir “el residuo del resto, aunque no hay duda de que esa nación obtendría unos ingresos enormes”, añade el que fuera vicepresidente primero de las Cortes de Castilla-La Mancha y anterior alcalde de Ciudad Real.
Entre 1986 y 1996, Enresa desarrolló el denominado Plan de Búsqueda de Emplazamientos, que analizó de forma sistemática todo el territorio nacional con vistas a las construcción de un repositorio para el combustible gastado de las nucleares y los residuos de alta actividad (sobre todo procedentes del futuro desmantelamiento de los ocho reactores del país).
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