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Siete años después, Enel descubre sus cartas. La gran operación ya está en marcha y se anuncia para otoño próximo: Enel alienta el propósito de desinvertir en Endesa, reduciendo su participación del 92% al 60%, a través de una OPV de colocación de acciones en Bolsa, con la que pretende amortizar la deuda del grupo, que ronda los 41.000 millones de euros. Esta es la cara A de la operación, aparentemente irreprochable, si no fuera porque Endesa queda reducida a moneda de cambio a la hora de hacer caja para hacer frente a la política de endeudamiento y despilfarro del grupo italiano y queda limitada a una empresa limitada de ámbito local.

Desde el punto de vista italiano (el Gobierno trasalpino controla directamente un 20% del capital de Enel y cerca de otro 10% indirectamente), la operación se vislumbra brillante. Enel hace las américas y se queda con el 45% de los activos de Endesa, limpios de polvo y paja. De paso, liquida el 30% del resto y lo utiliza para sanear el grupo.

Enel, por supuesto, ofrece contrapartidas y anuncia que repartirá un dividendo extraordinario por el importe de la valoración de los activos de Endesa en Latinoamérica, sin detallar, claro, que el 92 % de ese dividendo lo cobrará la propia Enel por su participación en Endesa. Es decir, que la operación le saldrá, en el peor de los casos, por el 8% de su valor real. Del resto de contrapartidas, hablaremos otro día.

Mucha peor perspectiva tiene la operación desde el punto de vista de los intereses españoles. El Gobierno español, por boca del titular de industria, el todavía ministro Soria, dice que no le gusta, aunque reconoce que no puede hacer nada.¿Nada?.

Nosotros si creemos que puede hacerse algo más que lamentarse. Por lo pronto defender  los intereses de los trabajadores, clientes, pequeños accionistas y proveedores. Una operación de este calibre, que incluye varios hechos relevantes, requiere el visto bueno del regulador del mercado y de distintas instituciones llamadas a vigilar un servicio público de interés esencial.

Ni qué decir tiene que las empresa auditoras deberán estar atentas a como se realiza el traspaso de activos, el valor de esos activos y el de la propia Endesa amputada. Así como la repercusión de estos hechos relevantes en la OPV que se proyecta. El regulador del mercado  tiene la responsabilidad de velar por los intereses de todos los afectados. Y no estaría de más que, por una vez, se adelantara a los acontecimientos solicitando a Enel todas las aclaraciones que procedan sobre los ángulos oscuros de un proyecto diseñado con las cartas marcadas: la codicia de Enel por el  mercado latinoamericano de Endesa.

Han bastado siete años para que Enel se quite la careta de grupo  multinacional. A la hora de la verdad, la empresa italiana barre para casa. Y no se sorprendan si en un futuro próximo Enel nos sorprende con nuevas propuestas de segregación de Endesa que ya se están estudiando.

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Un comentario

  • Conrad

    Conrad

    01/08/2014

    Antes alemana que catalana!.
    Recuerdan?
    Y que el valor para el accionista es el fruto del libre mercado, cuando las acciones estaban a 40EUR.

    Se debería hacer autocrítica antes de lamentarse por la pérdida de la españolidad de la empresa, así como analizar los beneficiarios españoles que parece que no existen.

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