Anda la Comisión Europea con la mosca detrás de la oreja. Y no es para menos. Investiga todo lo que tenga subvenciones en el sector eléctrico. Sobre todo donde se está tirando el dinero. Todos los años el sector eléctrico europeo se beneficia de cientos de miles de millones de euros de subvenciones, y claro España no iba a ser menos.
¡Ay, España! El país de las subvenciones, del dinero mal utilizado, desaprovechado. Solo hay que mirar los resultados obtenidos. Desde que España tiene un mercado eléctrico semi en condiciones, todas las centrales eléctricas de generación, repito (y en mayúsculas) TODAS, han percibido algún tipo de ayuda.
Aquí no se genera un kilovatio si no hay ayuda. Es cierto que el sistema eléctrico español es un monstruo que está al alcance de muy pocos. Y eso que no tenemos interconexiones, que si las tuviéramos, ya sería la bomba. España posee una red de distribución eléctrica entre las mejores del mundo, una de red de transporte inigualable, un mix de generación prácticamente único donde están repartidas las cuotas de cada tecnología. En definitiva, debería ser la envidia, pero no lo es.
Y ¿por qué no lo es? Sencillo, no hay una estrategia energética a medio y largo plazo, y así es imposible. España, o los dos grandes partidos, se han dedicado a hacer políticas energéticas de parche, de tapaagujeros, que no han servido para mucho, o sí, han servido para tener una de las electricidades más caras de Europa.
La factura eléctrica se convirtió en 1996 como la gran caja desastre. (Lo leen bien, desastre y no de sastre) Ahí metían unos y otros todo lo que les venía a la cabeza. Daba igual. La tarifa iba in crescendo poco a poco. Algunos quisieron meter en la tarifa eléctrica hasta el canon de RTVE, pero les pararon los pies. Era de locos, y lo sigue siendo.
Todas las subvenciones iban a parar a la tarifa. El carbón, los CTCs, los pagos por capacidad, las renovables, los costes extrapeninsulares, la interrumpibilidad, etc. El cachondeo padre. Todo el sector ganando dinero a espuertas y todo a costa del consumidor.
Vayamos por partes. El sector del carbón. Ha sido uno de los más beneficiados. Cerca de 26.000 millones de euros han percibido en los últimos 30 años. No está mal. En vez de utilizarlos para ser más competitivos, han preferido cogerlos y destinarlos a saber qué. Prefiero no pensarlo, pero que aquí cada uno piense lo que quiera. El día que se conozca eldestino real del dinero de las minas será cuando nos llevemos de verdad las manos a la cabeza.
Un dato. Bruselas acaba de aprobar una subvención para cerrar el carbón de 2.300 millones de euros. Es decir, unos 800.000 euros por barba para los 3.000 mineros. Y encima se quejan. Otro dato: a la prensa de papel nadie le ha subvencionado por la llegada de internet. O al menos a la gran mayoría. Y va camino de desaparecer. Como el carbón.
Otros que tal bailan son los productores de renovables. Según APPA, hasta 2014 percibieron 36.771 millones, a eso hay que sumar lo de 2015, y todo sin sumar lo que se lleva la cogeneración que va en el mismo pack, si no la cifra se va por encima de los 50.000 millones tranquilamente. A su favor es que las renovables abaratan el precio del mercado eléctrico, y eso que nos llevamos. Pero ya está bien.
Las eléctricas con los dichosos costes de transición a la competencia (CTC's) para nuclear, carbón, hidroeléctricas también se han llevado lo suyo. Unos 8.000 millones. A ello hay que sumar los pagos por capacidad, sobre todo de los ciclos combinados. Pagar por no usar. A eso se llama ser competitivos. Otras decenas de miles de millones.
Luego está lo del coste extrapeninsular. En vez de poner el grito en el cielo, los distintos gobiernos han dejado engordar esta partida sin pies ni cabeza. ¿Por qué no se ha hecho una estrategia energética para las islas? Es mejor llenar el parque de generación de diésel que es muy barato (modo ironía ON). Si llenas las islas de renovables el coste extrapeninsular se reduce a la mínima expresión. Ya vamos tarde.
La interrumpibilidad. Esto es la traca final. Como la tarifa ya se había ido de las manos y convertido en el cajón desastre, las grandes industrias electrointensivas clamaron y se quejaron hasta la saciedad. ¡Que nos vamos! Amenazaban una y otra vez. Y claro, el Gobierno de turno para tranquilizarles, o les quitaba los peajes (que pagamos el resto. A esto no se le llama insolidaridad, curioso), o se les hacía un seguro a todo riesgo para que se beneficiaran de una reducción en su partida de costes energéticos.
Ahora se les da 550 millones todos los años por si acaso, con un parque de generación de 108 GW y una demanda que no llega a 40.000 MWh en la mayoría de meses. Nos sobra capacidad y encima premiamos a la industria. Y todo a costa de los consumidores. Y encima les aplaudimos.
Se me ocurre una idea para un posible caso de interrumpibilidad. Se podría aprobar una normativa que fijara unos baremos de retribución solo en los casos de que una empresa, una fábrica o lo que fuese, tuviese que parar las máquinas por problemas de demanda. De esta manera, a esa empresa o fábrica se le paga por sus servicios prestados al sistema, y no estamos derrochando dinero todos los años para nada. Pero claro, hay que tener contenta a la industria.
Con todo esto, lo único que se ha logrado es que ya no se invierta en el sector, que lleva paralizado no se cuantos años. Que no sea competitivo, con unos precios de la energía no caros, pero sí altos que sumados a las subvenciones convierten a la tarifa eléctrica en una broma de mal gusto.
Es hora de poner fin a las políticas de parches. De crear una estrategia a largo plazo. Con las cosas claras, una normativa eficiente, con una seguridad jurídica que deje al mundo hipnotizado, para que los inversores no duden en venir a España. Hacer que regrese la industria energética, sobre todo de renovables, y acabar de una vez por todas con las subvenciones.
Sí, ya está bien de tanta subvención chorra. Ahora toca ser competitivos. Ser sostenibles, medioambientalmente y económicamente hablando. Es la única manera de que los inversores nos tomen en serio, y no con una treintena de demandas en tribunales internacionales de arbitraje. Es hora de pensar un poco. O mucho, pero toca ya. Tapar agujeros no ha servido de nada. A ver si ahora que se acerca el 26J los partidos se toman en serio un poco la política energética. Ya es hora, pero claro como no da votos, da igual.
En fin, solo toca rezar para que de una vez por todas la estrategia energética se ponga en marcha. Háganlo por todos los españoles. No se merecen seguir pagando la fiesta de las subvenciones.
PD. Y ya que estamos con superávit, a lo mejor se podría devolver un poco de dinero a los consumidores en forma de reducción de la tarifa. Sería un puntazo.
Ramón Roca es periodista y director de El Periódico de la Energía
Joan
17/06/2016