Europa no quiere perder de vista a la industria asiática en el mercado mundial de baterías para vehículos eléctricos. La excesiva dependencia de los productores asiáticos no se ve con buenos ojos desde las altas instituciones de la Unión Europea, que están tratando de buscar la forma de impulsar proyectos industriales para el desarrollo y la fabricación de baterías en el viejo continente. El objetivo es que, en 2030, el 30% de la producción mundial de baterías sea responsabilidad de empresas europeas y esté localizada en suelo europeo.
Este objetivo, y el establecimiento de múltiples consorcios para lograrlo, fueron las conclusiones principales de la conferencia sobre movilidad eléctrica ofrecida en Berlín por Maroš Šefčovič, ministro y comisario de energía de la Unión Europea, y el ministro de Economía y Energía alemán, Peter Altmaier. La ubicación específica de las instalaciones y los nombres de las empresas que las gestionarán se publicarán a finales de año. Varta, Ford, BASF y Volkswagen son algunos de los nombres que se barajan.
Durante la rueda de prensa posterior a la conferencia quedaron sin respuesta dos cuestiones clave en este gran proyecto europeo sobre baterías. La primera, ¿cuántos GWh supondrá, en 2030, el 30% de la producción mundial?. Y la segunda, ¿cuántas fábricas tendrían que estar activas para el año 2030 para alcanzar ese objetivo?
Un cálculo aproximado a partir de los datos de las estimaciones ofrecidas por los expertos en la propia conferencia es que, en 2020, la producción mundial de baterías alcanzará los 175 GWh, lo que supone cinco veces más que la que se registró en 2016. En 2025, la producción crecerá hasta los 1.200 GWh, alcanzando los 3.000 GWh en 2030. Esto significa que el 30% de esa producción, que debería situarse en Europa, sería próxima a los 1.000 GWh.
Teniendo en cuenta la magnitud de una fábrica como la ‘gigafactoría’ de Nevada de Tesla y Panasonic, capaz de producir 35 GWh al año, serían necesarias unas 30 instalaciones como ella para cubrir la demanda objetivo.
Si estos números se toman como reales, se puede concluir que los ambiciosos planes europeos para la producción de baterías están un poco atrasados. Los esfuerzos de construcción e inversión en los próximos doce años tendrán que ser inmensos ya que, de los proyectos presentados, ninguno ha arrancado todavía.