Todos hemos sido testigos durante las pasadas navidades de cómo la cotización del Petróleo Brent, de referencia para Europa, cerró el año a 57,90 dólares el barril. Tendencia que está manteniéndose y que permite que actualmente el Brent se pague por debajo de los 50 dólares el barril, muy por debajo de la barrera psicológica de los 60 dólares. En junio del año pasado el barril se pagaba a 108 dólares. Estos hechos siempre traen la consecuencia del abaratamiento de la gasolina, que la sociedad civil percibe con alivio a la vez que con cierta suspicacia ya que el abaratamiento en el carburante es siempre en menor proporción.
Entre las consecuencias de estos precios en el Brent ha vuelto a la palestra y al ojo del huracán el desarrollo de la tecnología del fracking. Pero ¿Por qué se ha abaratado en el fondo el petróleo? Lo cierto, es que con esta disminución del precio del barril son muchas las voces autorizadas que están diciendo que la industria del fracking en Estados Unidos resulta inviable.
Con el desarrollo de dicha técnica EEUU pasaría de ser importador de crudo a exportador del mismo, sin embargo es indiscutible que esta técnica precisa para ser rentable de un precio del crudo mayor que el actual. A otros países productores, en cambio, este abaratamiento en el precio del crudo no les perjudica de igual modo, si no que depende fundamentalmente de los costes de extracción de cada país. Rusia, Nigeria, Venezuela y Canadá de momento son las grandes perjudicadas del precio del petróleo, en cambio Arabia Saudí se puede permitir un crudo más barato porque sus técnicas de producción son extremadamente baratas y hace tiempo que están amortizadas.
Morgan Stanley y Merril Lynch creen que el precio del barril de crudo Brent puede caer hasta los 40 dólares en la primera mitad de este año, lo que sería su nivel más bajo desde 2005, debido a una demanda que no crece y que es inferior a la oferta mundial. Sin embargo, Repsol presupuesta para el 2015-16 un precio medio de 92 dólares el precio del barril.
En base a dicha previsión puede resultar que España renuncie a la fractura hidráulica, si bien en nuestro país hay concedidos unos setenta permisos de exploración de hidrocarburos no convencionales, una fase que puede aportar unos datos valiosísimos sobre nuestros recursos propios. Recordemos que con la aprobación de la Ley para la garantía del suministro e incremento de la competencia en los sistemas eléctricos insulares y extrapeninsulares, en sus D.F.2ª y 3ª España dio luz verde a la fracturación hidráulica. Sin embargo, como ha afirmado el presidente de la petrolera Repsol, la brusca caída de precios, va a frenar la perforación con nuevas técnicas como el fracking o el shale porque no lo hace rentable. La situación actual, en su opinión, “no es sostenible” porque cuando baja tanto el petróleo “hay proyectos que dejan de hacerse”.
La verdad es que no podemos permitir que los árboles no nos permitan ver el bosque, desde que empezó la revolución del fracking en EEUU el precio del gas se ha abaratado más de un 44%, mientras que en Europa subía un 23% de media. En la Unión Europea el coste de la energía supone casi el 30% de los costes totales de las industrias en Europa y en un país como España con una dependencia energética superior al 80%, frente a una media europea que ronda el 54%, no puede renunciarse a recursos propios a la ligera. Si bien esa es la cara optimista del asunto, hace unos días se publicó que en Ohio como consecuencia de la fracturación hidráulica entre el 4 y el 12 de marzo de 2014 se detectaron un total de 77 terremotos con magnitudes de entre 1 y 3 en la escala de Richter. La población sólo sintió uno de ellos, de magnitud tres. El fracking y el riesgo parecen ir indudablemente de la mano.
De momento, parece que el fracking en España se tiene que repensar. En cualquier caso, que áspero y triste resulta que, tal como afirmó el propio Marx, Todo al final es un problema económico, una cuestión de cuentas. Lema que hizo posteriormente suyo el empresario del petróleo, Rockefeller. El fracking se puede hundir no por las organizaciones medioambientales, ni por los terremotos ni por las energías renovables, heridas de muerte algunas de sus tecnologías tras la reforma energética, sino, paradójicamente, por la propia sobreabundancia del petróleo y el abaratamiento en el mercado internacional de esta commoditiy que hace que esta técnica no salga suficientemente rentable.
Mientras sigue la fiesta de los precios del barril, en España revive el fantasma de la deflación. En cualquier caso, la caída del precio del petróleo dejará entre cuatro y cinco décimas más de crecimiento de PIB para el próximo año 2015, un efecto más que beneficioso para la marcha de nuestra economía. El FMI estima un impacto positivo de entre 0,3 y 0,7 puntos en el crecimiento global de 2015 por la caída del crudo. El tren del fracking ya está en marcha y la gran encrucijada es de si España debe o no subirse a ese tren.
Pablo Toral es asociado en el despacho de abogados Cremades & Calvo-Sotelo.
e. g. l.
16/01/2015