Eficiencia

Google ayuda a reducir las emisiones de gases de las grandes ciudades

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Larry Page y Serguei Brin en uno de sus coches mágicos que no necesitan conductor. FOTO: Google.
Larry Page y Serguei Brin en uno de sus coches mágicos que no necesitan conductor. FOTO: Google.

Si uno habla de innovación, probablemente le venga a la cabeza empresas como Apple, Samsung o Google. Los avances tecnológicos han servido en gran medida para ahorrar tiempo y costes. Pero también para la mejora del medio ambiente. Este es el caso de la compañía creada por Larry Page y Serguéi Brin. Google es una de las compañías que más cuida el entorno. Tiene un área de negocio dedicado a ello.Se denomina Google Green. En este apartado trata de hacer más eficiente y sostenible su negocio, además de invertir en energías renovables.

Pero el buscador de buscadores de Internet ha dado un paso más. Ayuda a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de las grandes ciudades. ¿Cómo? A través de sus coches con los que recorre el mundo para su aplicación Google Maps, la compañía ha puesto un sensor con el que puede ver donde se producen fugas de metano de las infraestructuras gasísticas de las ciudades.

Lo más seguro es que no lo sepan, pero de las tuberías de distribución de gas que llegan hasta nuestras casas se producen pequeñas fugas hacia la atmósfera. Google ha puesto en marcha esta iniciativa junto a la francesa Électricité de France (EDF). Ambas empresas han hecho unas pruebas piloto en tres ciudades norteamericanas, Boston, Staten Island e Indianápolis, a propuesta de la organización no lucrativa Fondo de Defensa del Medio Ambiente. Tanto Google como EDF están preparando una revolución y llevar estos medidores a las grandes ciudades de todo el mundo. Además, también lo extenderán a otros gases como el ozono, el benceno o el monóxido de carbono.

Los resultados son espeluznantes. Los coches de Google Street View identificaron el tamaño y la ubicación de varios miles de fugas de gas de las tuberías de distribución que serpentean debajo de las calles de las ciudades. Cada fuga fue escaneada dos veces para la exactitud, y se tradujo en una serie de mapas interactivos. Dichos mapas llenaban la ciudad de Boston con más de 3.000 puntos de escape de metano. En el caso de Staten Island, la medición llegó a cerca de 1.000 fugas.

Con esta innovadora tecnología se avisa a los ayuntamientos y empresas para que reparen esos escapes. De esta manera se reduce la contaminación de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Aparte de la posibilidad de que los riesgos de explosión y la mayor contribución al cambio climático, inhalar suficiente metano puede causar mareos, fatiga, náuseas, dolor de cabeza, y respiración irregular.  Aunque la inhalación en niveles bajos por períodos cortos de tiempo no se considera una amenaza para la salud del ser humano. La fuga subterránea de gas natural también puede dañar la vegetación como la hierba y los árboles al desplazar el oxígeno en el suelo.

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