La Oficina Nacional de Estadística de China ha informado esta semana que el mayor consumidor mundial de carbón ha reducido su consumo un 4,7% en 2016, lo que supone otra señal de que la transformación eléctrica china continúa a buen ritmo. La tendencia, iniciada en 2013, cuando China alcanzó su máximo histórico de consumo de carbón, se mantiene por tercer año consecutivo.
Estos datos son elocuentes e indican una notable disociación entre la demanda de energía y la actividad económica. Cuando estos datos del consumo de carbón se combinan con unas instalaciones de energía renovable anuales récord, es una demostración positiva de que China está diversificando su matriz energética más rápido de lo que nadie esperaba.
El ritmo de crecimiento y la disminución de los costes de las energías renovables en China son extraordinarios. China instaló 17,3 GW de eólica en 2016, cifra alejada del récord de 29 GW logrado en 2015, pero que, aun así, supone un aumento del 19%, a 211 TWh. En energía eólica marina, la china Shanghai Electric Wind Power Equipment (Sewind) fue el mayor promotor a nivel mundial en 2015, habiendo puesto en marcha 489 MW de nueva capacidad.
Cuando se combina con los 18 GW anuales de nueva energía hidráulica y los 5 GW anuales de capacidad nuclear instalada en China durante los últimos cuatro años, la generación eléctrica sin emisiones de carbono ha supuesto el 70% del crecimiento total de la demanda eléctrica de China desde el año 2013.
El gigante asiático instaló un récord mundial de 33,2 gigavatios (GW) de energía solar en 2016, el doble que su registro anterior de 15 GW logrado en 2015, que a su vez era el doble del registro anual más alto jamás alcanzado, establecido por Alemania con un total de 7,6 GW en 2012. La producción eléctrica solar ha crecido un 34% sobre el año anterior hasta alcanzar los 39 TWh en 2016.
Gran parte de la industria renovable china está siendo impulsada por la demanda exterior, una tendencia que es compatible con los rápidos avances del país en la tecnología. Según un informe del Institute for Energy Economics and Financial Analysis (IEEFA) publicado el pasado mes de enero, las empresas chinas invirtieron 32.000 millones de dólares en operaciones en el sector de energías limpias en el extranjero solo en 2016. Una tendencia que se espera que continúe, ya que China planea invertir 360.000 millones en nueva capacidad renovable hasta el 2020, liderando aún más el crecimiento del empleo y de la tecnología.
El carbón, el gran perdedor
El carbón es el mayor perdedor en el mercado energético chino, y en 2017 no parece que vayan a cambiar las tornas, sino que será todavía más sombrío para el carbón tras los anuncios de nuevos recortes realizados por el gobierno en enero y febrero.
A este respecto, la producción de carbón de China se redujo un inesperado 9% en 2016, hasta los 3.410 millones de toneladas (Mt). Esto supuso una disminución media en los tres últimos años del 4,9% anual -564 Mt en total- dato que llevó a la Agencia Internacional de Energía (AIE) a reconocer en noviembre del año pasado que probablemente el consumo de carbón de China habría alcanzado su punto máximo en 2013, después de haber pronosticado en 2014 que el consumo de carbón en China crecería hasta 2030.
El descenso en el consumo de carbón del 4,7% anual de China con su crecimiento del 3,6% en la generación de energía térmica y del 8% en el consumo de gas natural sugiere una reducción enorme en la quema directa de carbón para uso residencial e industrial.
Durante el periodo 2013-2016 China ha añadido un total de 200 GW de nueva capacidad de generación ociosa de térmica de carbón, con un aumento anual del 6% hasta llegar a una capacidad de generación a carbón acumulada de 982 GW en diciembre de 2016. La consecuencia ha sido un colapso que ha bajado el nivel de utilización hasta una proporción récord de solo el 47,5% de la generación a carbón en 2016, frente a un máximo de cerca del 79% en 2011.
Las nuevas plantas de carbón representan alrededor de 200.000 millones de dólares de activos en desuso, con una eficiencia térmica y una rentabilidad económica muy inferiores a las previstos en la planificación.
La decisión de China de reducir la actividad de la minería del carbón de 330 días al año a 276 días en mayo de 2016, seguida de una inversión de dicha orden en octubre de 2016, causó estragos en el mercado del carbón. Las importaciones netas de carbón en 2016 fueron 255 Mt, 72 Mt menos que el máximo de 327 Mt alcanzado en 2013, lo que refleja una disminución del 11% en 2014 y luego una disminución del 31% en 2015, seguido de un aumento del 2% en 2016 inducido por una política cortoplacista.
La medida para restringir la extracción de carbón a 276 días se hizo para reducir la producción y el ajuste de precios con la esperanza de prevenir un colapso financiero de las empresas de carbón en China después de la quiebra de Peabody Energy en abril. Esto hizo que los precios al contado del carbón térmico subieran a más del doble de 50 dólares por tonelada en enero de 2016 a 114 $ / t en noviembre de 2016, antes de retroceder a los 80 $ / t actuales. El mercado de futuros muestra unas expectativas de moderación de los precios a 71 $ / t en 2020-22 .
Visión global de la economía
China registró un crecimiento del consumo eléctrico anual del 5,6% en 2016, por encima de la media de crecimiento de los tres últimos años del 4,3%. La demanda eléctrica sigue una trayectoria de 0,6 veces el promedio de crecimiento del PIB de los tres últimos años, que ha sido del 7%, con una caída significativa de la trayectoria desde el 1.0 sobre el crecimiento del PIB reportado en la década pasada
Esta es una clara disociación del consumo total de energía de la actividad económica, ya que el consumo total de energía de 2016 creció sólo un 1,4% frente a un crecimiento del PIB del 6,7%. En definitiva, la economía energética de China está cambiando.
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