El mercado energético europeo seguirá estando marcado este año por la volatilidad y la subida de precios en los distintos mercados nacionales ante escenarios “impredecibles” relacionados tanto con la meteorología como el potencial conflicto entre Rusia y Ucrania.
Así lo aseguran los analistas de ING Gerben Hieminga y Nadège Tillier en un informe difundido este jueves en el que apuntan que la curva de precios podría experimentar un nuevo pico al final del invierno y estabilizarse en valores más “modestos” durante la primavera y el verano, aunque volvería a subir desde septiembre hasta el final de año.
En este sentido, recuerdan que se está llevando a cabo una eliminación gradual de los antiguos sistemas de energía basados en el carbón y la energía nuclear en países como Alemania, Bélgica y Francia.
Ello se suma a las reducidas inversiones en la industria gasística y petrolera durante los últimos años, el alza creciente de la demanda del gas en Asia, los gestos reacios de Rusia a proveer de suministros adicionales a los mercados más volátiles y el cierre de infraestructuras de almacenamiento en Europa.
“Los sistemas de combustibles fósiles están retirándose antes de que los nuevos sistemas de energías renovables se hayan construido y antes de que la demanda haya disminuido”, concluyen Hieminga y Tillier.
A todo ello se suman además varios los factores “impredecibles” que pueden hacer que el escenario energético europeo se complique aún más, lo que se podría traducir en incrementos de precios aún más elevados.
Entre ellos citan los cambios meteorológicos, la evolución de la situación geopolítica entre Rusia y Ucrania y sus repercusiones sobre la actividad del gasoducto Nord Stream 2 y la incertidumbre generada por la variante ómicron.
La incertidumbre marcará el precio europeo de la energía en 2022
