El modelo de transición energética de Alemania, conocido como Energiewende, no pasa por sus mejores días, a pesar de que ha estado cerca de cubrir la totalidad de la demanda eléctrica solo con renovables en varios días.
Los resultados no son los que se esperaban. Las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado y están poniendo en peligro el actual sistema alemán. La Energiewende nació en 2010 con el objetivo de llenar el parque de generación eléctrica de energías renovables.
Más o menos eso lo ha conseguido. Se podría decir incluso que con éxito. Es uno de los mayores productores de fotovoltaica y eólica del mundo, el primer europeo, pero este grandísimo esfuerzo económico que han llevado a cabo los alemanes durante estos seis años de vida de modelo no está dando los frutos esperados. Sobre todo en materia de emisiones. Las renovables no han podido con el carbón.
El plan era llegar a 2020 con una reducción de emisiones del 40% respecto a los datos de 1990. Un informe de varios expertos realizado para el Ministerio de Economía y Energía de Alemania prevé que el país germano no va a llegar a ese objetivo. Y claro, aquí llegan las dudas.
¿Es posible acabar con el parque nuclear solo con renovables y a la vez reducir las emisiones? Alemania es el único país que ha tomado una decisión así. Aquí en España, varios partidos políticos lo están poniendo sobre la mesa. Es el caso de Unidos Podemos o el PSOE. Alemania parece que no ha podido ni lo podrá hacer de cara a 2020, a lo mejor a 2030 o incluso a 2050 la cosa cambia, pero en seis años de vida no ha podido.
Por todo ello, el Gobierno de Angela Merkel ha decidido replantearse la Energiewende. Tratará de buscar otras fórmulas para alcanzar los objetivos. O si hace falta, se reducirán los mismo que anteriormente fueron mal planteados.
Uno de los principales problemas del actual sistema alemán es el exceso de producción de energía eléctrica. Con la prioridad de despacho de las renovables, un buen porcentaje procede de ellas. Un tercio de la electricidad de 2015 procedía de renovables. Hace unos días incluso llegó a hacer el 99% de la demanda.
Pero Alemania tiene muchas plantas térmicas de carbón. Y claro, esa energía al final se produce en Alemania, con muchas emisiones de gases y se consume en los países vecinos con los que intercambia energía.
El problema es que el carbón alemán es rentable, y así es muy difícil tomar la decisión de cerrar las centrales térmicas por mucho que uno lo intente. Sin ir más lejos, el pasado otoño la sueca Vattenfall abrió una enorme central de carbón (1.600 MW) tras varios años intentando sacarla adelante.
El carbón tiene mucha vida por delante. Ahora Alemania también ha recibido el permiso (al igual que España) de Bruselas para dar unas ayudas al cierre del carbón. Habrá que ver si será suficiente o por si el contrario habrá que hacer más renovables en el país.
De momento, el Gobierno de Merkel va a cortar el grifo de las ayudas directas a las renovables. Se va a dedicar, como hacen muchos otros países al sistema de subasta. Aprobarán una serie de megavatios al año, que saldrán a subasta y el precio será fijado por el mercado.
Otra medida interesante sería establecer unos precios altos del carbono que penalizarían las altas emisiones de las centrales térmicas. Pero de momento Europa no es capaz de ponerse de acuerdo para garantizar un mercado estable y predecible.
¿Es un ejemplo la Energiewende si no es sostenible? Desde luego tiene cosas muy buenas, pero también muy malas, por no hablar de lo que se ha encarecido el recibo eléctrico en Alemania por culpa del exceso de renovables. Al menos la industria electrointensiva se salva de pagar la tasa de renovables pero el mercado eléctrico germano continúa desacoplado. ¿Encontrará Merkel la solución?
emho
06/06/2016