La estrategia de Arabia Saudí de bombear crudo por encima de la demanda para hundir los precios y expulsar del mercado a algunos de sus competidores ha funcionado, pero también está deteriorando la unidad en la OPEP, donde hay miembros que necesitan un barril más caro.
Venezuela, uno de los socios fundadores del grupo, al igual que Arabia Saudí, pidió la semana pasada una reunión extraordinaria de los 13 socios del cartel para tomar medidas para frenar la caída de los precios del crudo.
Nigeria ya planteó hace dos semanas la necesidad de una reunión antes de la ordinaria convocada para junio, una fecha muy lejana cuando el barril de referencia de la OPEP está ya por debajo de 23 dólares, es sus mínimos desde noviembre de 2012.
Sin embargo, es muy difícil que este encuentro vaya a producirse. "No hay indicios desde Riad u otras capitales del Golfo de que se vaya a convocar una reunión extraordinaria de la OPEP", explica a Efe Ehsan Ul-Haq, analista jefe de la consultora británica KBC Process Technology.
Para Ul-Haq, aunque no sea bueno para la coherencia del grupo, los socios más ricos, como Arabia Saudí, que pueden aguantar más con un petróleo barato, quieren seguir presionando a los competidores a los que sólo les es rentable extraer crudo si el precio está alto, porque sus costes de producción son mayores.
Pero la caída de los precios también está haciendo daño a algunos de sus socios, como Venezuela, sumida en una grave crisis económica, o Irán, que tras años sometida a sanciones exportadoras, acaba de recibir el visto bueno para poder vender sin restricciones su petróleo, la principal fuente de divisas del país.
"Si los precios del petróleo siguen bajos por mucho tiempo, podrían crecer las fricciones en los miembros de la OPEP, pero Arabia Saudí y sus socios regionales creen que la organización capeará el temporal", indica ese experto.
De hecho, Ul-Haq advierte de que, si bien es cierto que Riad puede ganar su lucha contra los productores de petróleo caro, como el de esquisto de EEUU, esa victoria "tendrá implicaciones geopolíticas y económicas para muchos socios OPEP". Tanto, advierte, que incluso puede provocar "cambios de régimen en algunas partes del mundo".
Lo que está claro es que con esta división de intereses no será fácil que la OPEP pueda volver pronto a trabajar como un grupo que, como rezan sus estatutos, "coordine y unifique las políticas" de sus países miembros.
Los socios, trece con la reciente reincorporación de Indonesia, mantienen desde diciembre de 2011 un techo oficial de producción de 30 millones de barriles diarios (mbd), que se reparte en cuotas por países.
Sin embargo, el bombeo actual supera en al menos 2 mbd ese tope en una constatación de que el sistema de cuotas es simple papel mojado.
"Creemos que no es probable que la OPEP vaya a recortar pronto producción de una forma coordinada", opina Julius Walker, analista jefe de la consultora vienesa JBC Energy.
Según Walker, ni siquiera está claro qué mecanismo se usará en futuro para distribuir la producción en el grupo, ya que el actual sistema de cuotas está efectivamente muerto y parece que no hay acuerdo sobre cómo deben calcularse los nuevos objetivos de producción, explica.
Pese al actual panorama de división, Walker recuerda que el grupo de exportadores ha sido capaz en el pasado de soportar épocas de precios bajos y divisiones internas.
"Finalmente, puede encontrar un acuerdo para estabilizar los precios del petróleo en algún momento del futuro", valora Walker.
Una estabilización que no se espera que llegue pronto. Tanto Ul-Haq como Walker creen que los precios van a seguir bajos durante años. "Tardará varios años hasta que regresemos a los 100 dólares por barril. Sin embargo, puede que veamos los precios alrededor de los 50 dólares por barril a finales de 2016", estima Ul-Haq.
Para Walker, la clausura de pozos y los aplazamientos de explotaciones, por su falta de rentabilidad actual, acabará teniendo el efecto de reequilibrar los mercados (al reducirse la oferta) y en 2019 habrá una recuperación del mercado. Análisis realizado por Antonio Sánchez Solís, de la Agencia EFE.
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