Las energías renovables y la palabra Gobierno son antónimos, sean cuales sean las siglas que lo han dirigido en la última década. Pero no siempre fue así. Cuando se aprobó la regulación para instalar paneles fotovoltaicos todo eran sonrisas. El plan era perfecto pero se fue de las manos. De los 800 megavatios previstos al final se instalaron más de 4.000 megavatios y claro, había que poner un remedio.
La solución elegida en 2010 por el Gobierno socialista fue cambiar las reglas de juego. Las retribuciones ya nunca más serían las mismas, las prometidas en el Boletín Oficial del Estado. Y entonces el panorama cambió por completo. La guerra estalló entre el Gobierno y las renovables, sobre todo la fotovoltaica. Y en todo esto, las eléctricas también mantuvieron otro conflicto con la energía solar. Pero eso es otro cantar. Ahora solo toca hablar desde el punto de vista regulatorio.
Desde 2010 hasta hoy, el sector de las renovables solo ha recibido malas noticias por parte del Gobierno. El último capítulo esta misma semana, con un duro ataque por parte de Mariano Rajoy en pleno Congreso de los Diputados. A decir verdad, la relación entre el PP y las renovables nunca ha sido buena. Mejor dicho, dependiendo de que PP. No es lo mismo el PP de Murcia y Extremadura que el que vive en Moncloa. Y eso lo saben en el sector. Solo hay que recordar las impugnaciones de las distintas normas que aprobó el Gobierno que los ejecutivos autonómicos de la misma formación política llevaron adelante por estar en desacuerdo con esas decisiones.
El caso es que cada movimiento regulatorio por parte del Gobierno de Rajoy ha sido un jarro de agua fría para el sector, que ha criticado por activa y por pasiva que les recortaran tanto las retribuciones cuando les había prometido otras bien distintas. El sector siempre ha optado por la línea jurídica para intentar tumbar la normativa, pero siempre se ha encontrado con la negativa de los distintos tribunales. El interés general ha echado para atrás todos los recursos.
Pero desde junio, cuando se aprobó el último decreto de renovables la batalla volvió a endurecerse. El Tribunal Supremo se ha inundado de recursos. Por no hablar de los contenciosos que hay contra el Reino de España en el CIADI. El sector está al borde de la quiebra y no aguanta más. Han sufrido cuatro normas que han trastocado sus planes, algo que no ha sufrido ningún otro sector económico en España. La tensión es máxima. La banca aprieta cada vez más y no se ve solución al problema financiero a corto y medio plazo.
Cuando parecía que las aguas estaban calmadas. Un chispazo ha vuelto a encender la mecha y la guerra se ha recrudecido. Esta semana las renovables han estado en el foco político. No sé si es bueno o malo, pero como decía alguno, que se hable de uno es bueno, aunque sea para mal. Solo han faltado dos frases en boca de Rajoy para que se monte el lío. "Las retribuciones que han tenido han sido del 20%-25%" y "el incremento de los costes en el sistema energético ha sido culpa de las primas a las renovables".
Estas palabras han sido suficientes para que dos de las principales asociaciones de la fotovoltaica, Unef y Anpier, hayan saltado con un duro ataque al Gobierno por haber sido realmente el que ha dado la puntilla al sector. Unef ha pedido al presidente del Gobierno que no culpe a las renovables del agujero del déficit. Mientras que Anpier le ha exigido al jefe del Ejecutivo que demuestre que una sola planta fotovoltaica ha tenido en algún momento retribuciones de un 20%.
El problema es claro. El desencuentro es total. En buena parte porque nunca ha habido un diálogo verdadero entre el Gobierno y el sector de renovables. Otro gallo cantaría si se hubiesen sentado a hablar hace años, pero claro, la bola se ha ido haciendo cada vez más grande y con un pequeño detalle la bomba ha estallado.
A lo mejor es que es tiempo de luchar. Se acercan las elecciones y es momento de buscar la trinchera. Encontrar la posición idónea y prepararse para la batalla. El pasado fin de semana se ha visto al líder socialista acercarse a los fotovoltaicos, o viceversa, y eso ha podido escocer en las filas populares. Lo que está claro es que con esta guerra abierta y los polos tan opuestos no se ve una solución a todo este conflicto. La paz nunca llegará al sector. O sí. Eso lo dirá el tiempo.
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