No todos son parabienes con la incorporación masiva del vehículo eléctrico en nuestras vidas. Según un análisis de la financiera JPMorgan, toda esta revolución se va a acelerar, se puede producir antes de lo que se espera, y eso traerá consigo que haya un montón de perdedores, especialmente dentro de la propia industria automotriz.
Los especialistas de JPMorgan han dicho que el cambio de paradigma hacia la movilidad eléctrica está programada para que se haga en varios años, pero una vez que se llegue a un punto de inflexión, probablemente una bajada de los costes y del precio final del vehículo, podría hacer que despegara de manera fulminante.
De hecho, han confirmado que la diferencia de precio entre el vehículo tradicional de combustión interna y un eléctrico ya se está reduciendo a medida que los precios de las baterías caen, pero no será necesario que lo hagan mucho más para que los consumidores cambien de opinión y se decidan por los nuevos modelos alternativos.
"La preocupación sobre la pérdida del valor del vehículo tradicional, en caso de tener que venderlo, puede provocar que los consumidores se decanten a comprar eléctricos incluso antes de que el diferencial de precios entre las dos clases de vehículos desaparezca", han dicho.
Los analistas estiman que los coches eléctricos llegarán a ser el 35% del mercado global en 2025 y el 48% para el 2030.
Y todos estos cambios van a remover los cimientos de una industria que ha sido exitosa, poderosa y que ha conseguido crear auténticos imperios que se extienden por todo el planeta durante más de un siglo.
Por un lado, la adopción de vehículos eléctricos significa costes de mantenimiento mucho más bajos, es decir, se dejará de ir tanto al taller. "Los vehículos eléctricos tienen 20 partes móviles que si se comparan con las hasta 2.000 piezas del modelo convencional, llevan a la conclusión de que se reducirán drásticamente los costes de post-venta y se aumentará la longevidad del vehículo", han explicado los analistas, "y en números, esto significa que los costes de mantenimiento de un vehículo eléctrico pueden ser alrededor del 10% de uno de combustión interna". Todo un ahorro para el consumidor, pero la catarsis para los talleres de coches.
Y no solo. "Todo este auge lo vemos como un riesgo significativo para los concesionarios de automóviles cuya rentabilidad depende, en gran parte, del servicio post-venta", pero además, como la vida útil del eléctrico será mayor, "con el tiempo se reducirá el número de vehículos vendidos, lo que traerá consigo también la catarsis de este subsector de la industria automotriz".
Seguimos. Como el vehículo eléctrico necesita menos números de piezas para ponerse en movimiento, supone que mucha industria secundaria, proveedores externos de las fábricas de automoción, deje de ser necesaria. Por ejemplo, no necesita circuito de refrigeración, ni aceite, ni bujías, ni calefacción... Y es que "los eléctricos son relativamente más sencillos de diseñar y construir".
La siguiente pieza de dominó es la banca y las entidades financieras. Si prestan el dinero para la compra de un vehículo convencional que perderá rápidamente su valor en el mercado de segunda mano, la consecuencia es una tasa de recuperación de la inversión más baja, y que tampoco se podría sustituir por préstamos a la compra de eléctricos, porque si su vida útil es mucho mayor, se reducirán las peticiones de préstamos.
Y la víctima más obvia es el petróleo. JPMorgan ha advertido que los turismos representan el 20% de la demanda mundial de petróleo, lo que significa que la demanda del oro negro podría caer alrededor de un 15% para 2035 si se produce la revolución eléctrica a partir de 2025. Esta caída del consumo del petróleo podría desencadenar en un círculo vicioso. La perspectiva de precios perpetuamente bajos no estimularían la búsqueda de nuevos yacimientos ni perforaciones de petróleo ya que las compañías intentarían monetizar un activo que sólo vería como seguirían bajando sus precios aún más con el paso del tiempo.
Ante tanto catastrofismo, JPMorgan ha señalado a alguno de los grandes ganadores en el cambio del modelo de transporte: la industria de los semiconductores. "El valor de un eléctrico tipo es entre dos a tres veces el valor monetario de sus componentes de semiconductores", y también han recordado que los semiconductores se utilizan en las estaciones de carga.
Y el otro gran ganador es el consumidor. JPMorgan ha calculado que la compra de un turismo eléctrico va a representar entre el 8% y el 10% del gasto total del consumo de un ciudadano de EEUU o de la Eurozona.
Ahora solo queda ver como este sector se adapta a los cambios que irremediablemente se van a producir.
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