La tarifa eléctrica ha experimentado este año una profunda transformación, pasando de revisiones de precios trimestrales a horarias, un cambio en busca del ahorro que sin embargo ha sido recibido con recelo por parte de las organizaciones de consumidores.
El 2014 comenzó con la resaca de la subasta de energía eléctrica anulada a finales del pasado año, una puja marcada por "circunstancias atípicas" que hubieran supuesto una subida de la luz del 11 %, lo que generó una cierta alarma social.
Ante estas circunstancias, el Gobierno optó por fijar un precio político para el componente energético del recibo -que supone algo más de un tercio del total- de todos los consumidores acogidos a tarifa, unos 16 millones, durante el primer trimestre del año, mientras estudiaba si el modelo de subastas era el más acertado.
La tarifa se forma con la suma de tres elementos: un precio de la energía, determinado hasta ese momento en una subasta trimestral; los peajes de acceso, fijados por el Gobierno para pagar los costes regulados, y los impuestos.
Tras unas semanas de reflexión, el Gobierno decidió suprimir las subastas, al entender que los consumidores estaban pagando un precio excesivo por las coberturas financieras o seguros que mantenían el precio estable durante todo un trimestre, al margen de las cotizaciones reales.
El nuevo sistema, denominado precio voluntario al pequeño consumidor (PVPC) y en vigor desde abril, elimina las subastas y coberturas financieras para vincular la parte energética del recibo directamente al mercado mayorista. Mercado mayorista
Ahora bien, ¿qué significa esto? En España opera un mercado mayorista de electricidad, en el que se compra y vende la energía para cada una de las horas del día a un precio que depende, como en cualquier mercado, de varios factores (demanda, oferta, cantidad de renovables disponible, etc). Con el nuevo sistema de tarifa, cada hogar paga la electricidad que consuma al precio al que esté cotizando en ese momento y que cambia cada hora.
Esto permite al consumidor gestionar su propia demanda, es decir, concentrar los consumos en los momentos en que la electricidad es más barata -normalmente por la madrugada, los fines de semana o cuando hay mucha lluvia o viento-.
Sin embargo, el sistema también acarrea algunas desventajas, ya que el consumidor es más vulnerable ante posibles encarecimientos del mercado, por ejemplo, en casos de alta demanda -como en una ola de frío- y baja oferta -porque no hay viento ni agua y alguna nuclear está parada por mantenimiento-. Suspicacias
Este riesgo, unido a la dificultad que comporta comprender y gestionar una tarifa que cambia cada hora, ha generado ciertas suspicacias entre los consumidores, que temen perder definitivamente el control de un servicio básico que se ha encarecido de forma ininterrumpida durante los últimos años.
Así, la gran pregunta es si los precios han subido o han bajado desde la entrada en vigor del PVPC. Una cuestión difícil de resolver, ya que hay tantos supuestos como consumidores.
Según el Gobierno, la tarifa eléctrica bajará este año alrededor de un 4 %, si bien este dato está influido por las condiciones climatológicas excepcionales registradas en la primera mitad del año y, por otra, que el sistema de tarificación horaria en sentido estricto todavía no funciona.
Actualmente, los hogares acogidos a tarifa se encuentran en un modelo transitorio, por el que se les factura la electricidad que han consumido, pero no se les aplica el precio horario real sino el de un patrón medio.
Esto es así porque todavía no se han terminado de instalar los contadores inteligentes -hay plazo hasta 2018- y, sobre todo, porque no se ha desarrollado el software que permita gestionar esta avalancha de datos: 8.760 lecturas anuales por cliente (una cada hora), que hacen un total de 220.000 millones de registros cada año.
El Gobierno prevé aprobar los procedimientos para realizar esa facturación este mismo mes, para iniciar su aplicación a los usuarios con contadores inteligentes el 1 de abril de 2015 y a los demás, a medida que se les vayan instalando los nuevos equipos.
Solo entonces podrá evaluarse si este sistema es más barato que las demás opciones -mercado libre o precio fijo anual, teóricamente más caro- aunque, antes de eso, los consumidores tendrán que conseguir comprender que poner la lavadora es más barato a las cuatro de la mañana que a las ocho de la tarde.
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