Renovables

Las transiciones energéticas de Francia y Alemania, dos caminos diferentes para reducir las emisiones de CO2

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Nuestros vecinos europeos Alemania y Francia ya han puesto las bases para su transición energética. Cada uno con sus peculiaridades de mercado eléctrico y de mix tecnológico se enfrentan a nuevos retos de cara a 2030 y 2050, según han explicado el profesor titular de la European School of Management and Technology (ESMT Berlín), Christoph Burger, y la directora del Programa Clima del Instituto de Desarrollo Sostenible (IDDRI) de París, Lola Vallejo en el seminario ‘Transiciones energéticas. Un reto mundial’, organizado por la Fundación Naturgy.

"La transformación en Alemania (Energiewende) lleva ya 30 años desde que se aprobó la Energiewende. Inicialmente los feed-in-tarif garantizaron los precios durante años pero las renovables, sobre todo, la eólica, crecieron mucho y, pese a la caída de los costes, ha encarecido la factura eléctrica, además uno de los problemas de esta transición es que las empresas ya existentes sufren y tienen que aprender a posicionarse en el futuro", reconoce el profesor Christoph Burger, "pero pese a todo el 95% de la población alemana sigue apoyando el Energiewende".

Según ha explicado, las ventajas de la transición energética en Alemania son una alta participación de las renovables en el mix, un liderazgo del mercado renovable y creación de un valor local centrado en nuevos empleos y riqueza para esas áreas regionales. Sin embargo, como contrapartida, se han aumentado los costes de la red mientras que los precios de la generación caen, también las emisiones de CO2 por el carbón y no se genera tanta fotovoltaica como sería necesario.

"El problema en Alemania sigue siendo la seguridad de suministro", añade Burger, "mientras se multiplican los agentes que participan en el pool y mercados locales descentralizados de generación renovable que crecen en importancia (hasta un 40%). Son soluciones parcialmente autónoma".

"El debate ahora es decidir si se da más importancia a las grandes infraestructuras renovables o a los mercados locales, a la generación distribuida", concluye el experto, "y se ha llegado a la conclusión de que es posible la coexistencia entre ambos".

La transición en Francia

El camino que ha seguido el país galo es muy diferente al del alemán. "Francia tiene un sistema eléctrico muy centralizado a diferencia de Alemania, con un gran peso de la nuclear, así como del gas para el sector industrial, así que el marco institucional es el que determina el proceso", explica por su parte **Lola Vallejo **del IDDRI, "la transición energética se ha implementado a través de una Estrategia Nacional de bajo carbono que se ha aplicado a todos los sectores, y que define el presupuesto para el CO2 por periodos de 3-5 años, y un Plan Energético Multianual, específico para el sector energético, que cuantifica los objetivos y revisa la estrategia".

"La capacidad nuclear es muy antigua, con una edad media de las centrales de 43 años, por eso ahora el gobierno debe decidir si quiere invertir para alargar su vida y entender los riesgos que conlleva hacerlo", añade, "y con Macron, se están evaluando las políticas anteriores y actualizando su estrategia a largo plazo para reducir las emisiones, contando con la participación de un Comité de Expertos. Las emisiones en Francia han aumentado y el gobierno quiere lograr la neutralidad en el carbón para 2050".

Vallejo señala que Francia se ha fijado por ley el objetivo de reducir el 80% de sus emisiones con respecto a 1990 (2015) y tras su elección, el ministro de Medio Ambiente de Macron aprobó en su Plan Climático (2017).

Para 2028, la capacidad de producción eléctrica renovable aumentará exponencialmente. La eólica terrestre se multiplicará por tres hasta los 34,1-35,6 GW, la fotovoltaica por cinco hasta los 35,6-44,5 GW y la offshore espera más de cuatro convocatorias de licitación para aumentarla hasta los 4,7-5,2 GW. Esto supone un total de inversiones de entre 7.000 y 8.000 millones de euros por año.

"El objetivo es aumentar la diversidad de participación de las renovables en el mix, pero en ese debate hay otro en paralelo para dar una solución a las reivindicaciones a los 'chalecos amarillos', por lo que lo debemos conciliar con la transición social y medioambiental y buscar soluciones para los ciudadanos franceses y preparar la adaptación a los territorios".

Por eso se propone adaptar el impuesto energético a las variaciones del precio del petróleo, trabajar con los bancos para reducir el coste de los préstamos para la renovación térmica de edificios y generalizar los "contratos de transición" con los territorios afectados por la transición, donde se incluyan las transferencias fiscales y las estrategias de reconversión.

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