Los discursos de los ministros de Energía de los países del Consejo de Cooperación del Golfo y las iniciativas lanzadas esta semana en el Cumbre Mundial Energía del Futuro de Abu Dabi han permitido constatar cómo la región ha puesto su mirada en las energía renovables por razones estratégicas.
"Debemos de invertir en educación, porque si lo hacemos ahora, cuando dentro de 50 años quememos el último barril de petróleo no lloraremos sino que lo celebraremos", dijo el príncipe de Abu Dabi, Sheikh Mohammed bin Zayed en la inauguración.
A escasos kilómetros de donde se celebra esta Cumbre se erige la punta de lanza para promover esa "educación" de la que habla el Príncipe (y también los negocios): Masdar.
Se trata de una multinacional de las tecnologías limpias, que cuenta con su propio instituto científico-tecnológico, una ciudad inteligente libre de emisiones del mismo nombre (en construcción) y proyectos de plantas renovables en 19 países.
"Masdar o acciones como este congreso forman parte de una decisión de mercado racional. En el fondo los países del Golfo saben que estamos al final de las era de los combustibles fósiles, que su economía depende de ellos enteramente y que tienen que diversificarse y posicionarse de cara a esta nueva etapa", indica a Efe Anthony Hobley, director de la Iniciativa Carbon Tracker.
El acuerdo del clima de París es "una oportunidad para que los países de la región diversifiquen su economía más allá del petróleo e inviertan en renovables", señala a Efe la secretaria de cambio climático de la ONU, Christiana Figueres, quien esta semana ha invitado a los países de la región "a encontrar vías para reducir los riesgos de sus inversiones en tecnologías como la eólica o la solar".
Más allá de reducir emisiones y posicionarse en nuevos mercados, los países del Golfo necesitan apostar por las renovables para reducir la demanda interna de combustibles fósiles, que desde el año 2000 crece al ritmo de un 5 % anual y se está "comiendo" buena parte de la producción petrolífera, advierte el director de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (Irena), Adnan Amin.
Y a los países les sale más rentable exportar sus combustibles fósiles que quemarlos en casa, según coinciden expertos consultados por EFE.
Arabia Saudí, por ejemplo, el mayor exportador de petróleo del mundo, es también el séptimo país que más combustibles fósiles consume, según el informe Análisis del Mercado Renovable en el Consejo de Cooperación del Golfo recién publicado por Irena.
Entre las medidas para controlar esa demanda está el recorte en las ayudas existentes en la factura del agua y la electricidad, que ya se han suprimido en Arabia Saudí, Irán y Kuwait y este mes se eliminan en EAU, así como en los combustibles.
La otra es alimentar parte de su consumo interno con energías renovables.
El ministro de Energía de los Emiratos, Suhail Al Mazrouei, acaba de anunciar en la Cumbre que tratarán de incrementar el porcentaje de energía limpia en 2030 a un 30 % (frente al 25 % comprometido).
Limpia no necesariamente significa renovable, ya que los EAU ultiman la construcción de cuatro reactores nucleares de diseño coreano, de 1.400 megawatios cada uno, que en 2020 cubrirían aproximadamente el 25 % de la demanda energética, frente al 5 % de la solar.
Al Mazrouei avanza, sin embargo, que la energía solar liderará la economía pos petróleo en la Península Arábiga, y habla de la construcción de 3.000 megavatios de solar en el parque Sheilkh Mohammad bin Rashid.
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