El sector petrolífero está en un proceso de cambio, participando e inmerso en la transición energética, y por tanto también está intentando cambiar su estrategia de negocio hacia nuevos mercados y nuevos productos. El Periódico de la Energía ha estado hablando con Luis Aires, presidente de BP España y presidente de la Asociación de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP).
Pregunta: Una de las grandes preocupaciones del sector petrolero en estos últimos años es el fraude que está habiendo en el mercado. ¿Qué se está haciendo para acabar contra este fraude?
Respuesta: Es bastante preocupante el nivel de fraude de los últimos años en el sector. Este fraude tiene mucho que ver con las facilidades que dan para que una compañía se constituya como operador de productos petrolíferos en nuestro país. De tal modo que tenemos auténticas mafias que han venido a España que crean una compañía, se constituyen como operador, empiezan a importar producto sabiendo que no van a hacer frente a sus obligaciones por ejemplo del pago del IVA o del pago del Fondo de Eficiencia Energética o las reservas estratégicas. Como saben que no van a hacer frente a estos pagos, ofrecen un producto tremendamente barato lo cual constituye una competencia desleal, contra lo cual no puedes competir porque si no incluyen en el precio de venta todos estos pagos e impuestos realmente no se puede competir.
Entonces supone una competencia desleal para las compañías del sector que hacemos frente a nuestras obligaciones y también supone un robo a todos los españoles porque hay obligaciones de naturaleza tributaria que no se están cumpliendo.
¿A cuánto puede ascender esta bolsa de fraude? Es difícil dar una cifra, pero por dar un rango podemos hablar de entre 300 y 600 millones de euros al año. Vemos que por parte del Gobierno hay más sensibilidad hacia el tema, hay más actuaciones de la Guardia Civil para desmantelar estas tramas, pero también hay una sensibilidad por parte de la Agencia Tributaria y en el Ministerio de Energía para tratar de poner más control sobre estos operadores.
Al final, lo que estamos abogando desde a AOP es libertad para que cualquier compañía se pueda instaurar como operador de petróleo, pero haciendo frente a las responsabilidades. Pedimos una serie de medidas que permitan hacer difícil el fraude. Mayor control administrativo, que haya garantía bancaria para hacer frente a las obligaciones fiscales, etc. En definitiva, que el incentivo que tenga una mafia para delinquir sea el menor posible.
P: ¿Creéis que pueda acabar esto como en el sector eléctrico donde la Justicia parece haber parado el fraude o son muchos actores a los que hacer frente?
R: Son muchos actores. Esa oportunidad de negocio es muy grande. Pueden vender el producto sin hacer frente a esas obligaciones anteriormente comentadas. Si no tienes que pagarlas hasta muchos meses después, tienes un periodo temporal para delinquir y no te van a pillar. El incentivo es grande. El problema es que muchas de estas compañías, se crean, luego se cierran y vuelven a crearse con otro nombre, pero creo que son muchas compañías con escasa relación entre sí.
P: ¿El producto que ellos venden es el mismo que el de ustedes? ¿Está adulterado? ¿Hasta qué punto el consumidor se puede ver perjudicado?
R: Son dos fenómenos distintos. Por un lado, hay fraude al no hacer frente a las obligaciones, si adicionalmente algún operador sin escrúpulos pudiera estar utilizando productos adulterados, eso lo tendrán que determinar las autoridades, pero no generalizaría que el fraude tenga que ver con producto adulterado. Principalmente el fraude tiene que ver con el incumplimiento de esas obligaciones, a partir de ahí la calidad del producto depende de cada uno de los operadores.
P: ¿Cómo va la relación entre las estaciones de servicio tradicionales y las desatendidas?
R: Es un hecho que el crecimiento en el sector de estaciones de servicio en los últimos años viene fundamentalmente por todas estas estaciones con marca blanca. No es un fenómeno único en España, lo podemos ver también en otros países en los cuales el fenómeno del low cost está ahí. Este fenómeno suele aparecer en los mercados cuando existen crisis económicas, cuando la gente cambia de hábitos de consumo y busca productos de marca blanca en combustibles u otro tipo de productos.
Lo que vemos también es que las estaciones de servicios blancas crecen hasta un cierto término. Hay un momento en el cual hay dos, una enfrente de la otra, que están compitiendo entre sí, y lo único en lo que pueden competir es en el precio. Por tanto, una de ellas dos acabará desapareciendo. Al igual que el número de estaciones ha crecido exponencialmente en los años de crisis, cuando la economía se recupera el número de este tipo de estaciones se va estancando y llega un momento en el cual también cierran.
Es un fenómeno que está ahí, en el que todos los operadores se tienen que acostumbrar y tiene que ver con la competencia. Al final la diferencia con una estación tradicional no solo es el precio, hay cosas que van más allá del precio, como la calidad del producto, la calidad del servicio, otros servicios.
El mercado es suficientemente grande para que puedan convivir estos dos modelos de negocio.
P: ¿Qué está cambiando en el sector petrolero para que las compañías comiencen a diversificar más sus negocios?
Creo que la transición energética hacia un mundo con menos emisiones de CO2 es algo que está ahí. A partir de ahí, cada compañía tiene que ver cuál es su estrategia. Puede haber compañías que digan tengo claro en qué nicho de mercado quiero estar, más cercano al petróleo y solo se mantenga ahí. ¿Por qué? Porque la demanda de petróleo seguirá creciendo en los próximos años a nivel mundial por el desarrollo de las economías emergentes. Hay empresas que se pueden posicionar ahí.
Otras probablemente prefieran no tener un portfolio que esté centrado solo en el petróleo y prefiera abrirse a otros negocios como el gas. Hay compañías que están incrementando su posición en gas como energía para la transición.
Luego está el gran debate en el sector, ¿hasta dónde más queremos llegar? Hay compañías que ya han iniciado a posicionarse en tipos de energías alternativas, que también se están posicionando en el mercado de la movilidad en el futuro. Creo que lo que vamos a hablar en los próximos años es de compañías energéticas y no tanto de petroleras o gasistas. Las empresas irán trabajando poco a poco en sus estrategias, en estos tres tipos de productos y servicios de tal manera que puedan amoldar sus estrategias a los cambios que puedan venir durante la transición energética.
P: ¿Cree que algún día no habrá petróleo?
R: Por definición, el petróleo es un bien finito. Creo que habrá algún día en el que no hará falta extraer el petróleo porque habrá alternativas económicamente más rentables para sacar parte de ese petróleo. Pero también hay un dato que hay que tener en cuenta. Cuando vemos el petróleo, el coste de extracción en algunos países del mundo está por debajo de 10 dólares por barril, como en Oriente Medio. Si miramos Arabia Saudí, Irán, Irak, EAU o Kuwait tienen el 30% de las reservas y su coste por debajo de 10 dólares. Esto da lugar a que estos países podrán seguir extrayendo petróleo en el largo plazo porque ese crudo será competitivo con otras alternativas. Imagínate lo que tienen que bajar su coste otras tecnologías para que veamos un petróleo en 10 dólares por barril.
P: Últimamente las petroleras están apostando por las energías renovables y la movilidad alternativa. ¿Va a ir a más?
R: Sin duda. Creo que todos estos desarrollos que está habiendo en el área de la movilidad van a ser una oportunidad para las compañías del sector. No tengo duda que las empresas mirarán qué desarrollos tecnológicos se van a producir en movilidad y cómo quieren participar en esa cadena de valor. Una cadena de valor nueva que hasta ahora ha estado dominada por el motor de combustión interna, movido por derivados del petróleo y que en el futuro tendrá que estar compitiendo con otras tecnologías, por eso las compañías del sector van a estar mirando cómo posicionarse dentro de esas nuevas cadenas de valor como una oportunidad de negocio adicional.
P: ¿El gas va a ser la próxima gran batalla del sector petrolero? ¿Qué papel va a jugar en el futuro?
R: El gran cambio que se va a producir en los próximos años va a ser la irrupción con fuerza del GNL. Hasta ahora, la distribución de gas ha estado dominada por la vía gasoducto, lo cual ha hecho que haya hubs regionales con un mercado americano que es distinto al europeo o muy distinto al mercado asiático.
La mayor parte de los desarrollos en el gas tiene que ver con la extracción de GNL. Ese gas, lo puedes licuar y lo puedes transportar en un barco a cualquier parte del mundo, por lo cual se va a parecer más la cadena de suministro del gas a la del petróleo de hoy en día, de tal manera que las diferencias de los precios del gas serán el coste del transporte y el de la regasificación. Con ello vamos hacia una convergencia de los precios del gas a nivel mundial de una manera más parecida a lo que ya ha ocurrido con el petróleo hace años.
P: ¿Y el consumidor se verá favorecido?
R: Sin duda, porque estos movimientos harán que el gas sea más competitivo. Fijémonos en EEUU. Con todo el desarrollo del fracking, ha aparecido gran cantidad de gas, que se está produciendo localmente y que las empresas norteamericanas y el consumidor final se está beneficiando. Cuantas más fuentes de energía tienes cerca y a un coste más barato, mayor ventaja tendrás tanto para las empresas como para los consumidores. Ese gas que ya se produce en exceso en EEUU irá fluyendo a otras partes del mundo, seguirán teniendo la ventaja competitiva del coste del transporte y de la regasificación pero seguro que habrá una ventaja hacia el consumidor en el medio y largo plazo.
P: A las petroleras se las ha acusado que son en buena parte las culpables de lo sucedido con el cambio climático. ¿Qué están haciendo ahora las compañías para reducir su huella de carbono?
R: Las empresas que estamos en el sector del petróleo podemos hacer mucho para ayudar a luchar contra el cambio climático. Es algo que nos preocupa y la mayor parte de las empresas multinacionales nos ponemos unos objetivos de reducción de nuestras emisiones. ¿De dónde pueden venir esas reducciones? Cuando hablamos de exploración y producción, por ejemplo es importante reducir las emisiones de metano unidas a la exploración de gas natural. En eso estamos trabajando, y será sin duda una de las áreas donde se verá reflejada una fuerte reducción de las emisiones. Si continuamos en la cadena de valor, están las refinerías. La intensidad de las emisiones de CO2 en las refinerías españolas se ha conseguido reducir un 14% porque hemos estado invirtiendo en mayor eficiencia y esas inversiones continuarán en el futuro. Y la tercera área tiene que ver con los productos que fabricamos. Estos pueden tener menos emisiones o bien por el contenido de biocombustibles avanzados o bien porque son productos más eficientes y te permiten circular más kilómetros con la misma cantidad de producto o bien porque poco a poco vayamos introduciendo otro tipo de combustibles líquidos que vayan reemplazando al petróleo. Un espectro en el que estamos mirando y también sin duda entrar en la movilidad del vehículo eléctrico. En todo este espectro de medidas, las petroleras vamos a estar participando.
P: ¿Y les preocupa esa movilidad eléctrica por la que están apostando tanto ahora los que hasta hoy son sus socios, los fabricantes de automóviles?
R: Nos ocupa más que nos preocupa. En estos momentos hay 900 millones de vehículos en todo el mundo, de los cuales 1,5 millones serán eléctricos. Lo más probable es que para 2030 el número de vehículos eléctricos aumente. Una cifra que se utiliza bastante en el sector es que el vehículo eléctrico podría alcanzar la cifra de los 100 millones en 2030 frente al millón y medio de ahora. El número de vehículos tradicionales probablemente se doblará en los próximos años por el desarrollo de las economías emergentes, podemos estar hablando de 1.800 millones de vehículos y eso tirará hacia arriba la demanda. Cuando hablamos del impacto a nivel mundial de pasar de 1,5 a 100 millones de vehículos eléctricos, estamos hablando de 1,5 millones de barriles al día de producción de petróleo, sobre una demanda actual de barriles de petróleo de 95 millones y que en 2030 será de 110 millones de barriles diarios. Entonces el impacto será de 1,5 millones de barriles sobre 110 millones de barriles, ese será el impacto de haber 100 millones de vehículos eléctricos. Pero imaginemos que esa cifra es equivocada y que el desarrollo del vehículo eléctrico es mayor. Pon que 300 millones, no hay ninguna estimación de que los haya, pero imaginémoslo. Multiplica por tres esos 1,5 millones de barriles. Estaríamos hablando de 4,5 millones barriles sobre 110 millones de barriles diarios.
El impacto que va a tener el vehículo eléctrico, incluso en los escenarios más optimistas en su penetración es relativamente pequeño. Va a tener mucho más impacto la eficiencia de los motores, tanto de gasolinas como los híbridos, en el consumo de los derivados del petróleo que lo que es el vehículo eléctrico.
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