La canciller alemana, Angela Merkel, no se atreve a aprobar el plan del cierre definitivo del carbón que había anunciado para mediados de este 2016.
Un documento interno del Gobierno alemán, al que ha tenido acceso Bloomberg, asegura que el plan de cierre del carbón genera mucha controversia y que es preferible retrasar el anuncio del cierre hasta después de las elecciones del próximo año.
El objetivo del plan es cerrar toda la generación térmica con carbón en 2050. Así lo dijo su ministra de Medio Ambiente, Barbara Hendricks el pasado enero.
Alemania es el país de la UE que más electricidad genera con carbón. En 2015, la quema de carbón supuso el 44% de la demanda eléctrica del país.
Es por ello que Merkel haya decidido retrasar el plan hasta después de las elecciones. Un cierre del carbón podría poner en contra a toda esta industria con decenas de miles de empleos y miles de familias que viven de ello.
Además, Alemania, tal y como hizo con el cierre nuclear y la Energiewende, aclara siempre los efectos económicos de una medida de este calado. Según los expertos, el cierre del carbón supondrá otro severo subidón al precio de la electricidad, y que los consumidores no podrían tomárselo bien.
Esa controversia social también se elevaría al plano empresarial. E.ON y RWE, principales propietarias de las térmicas en Alemania, no quieren una medida así. Por otro lado, otros grandes grupos empresariales como Commerzbank y Allianz prefieren acabar con las emisiones de las centrales térmicas.
Además, este documento ha generado también críticas desde la bancada ecologista. El Partido de los Verdes cree que Merkel solo está pensando en las elecciones y que se llena la boca de palabras cuando va a las reuniones internacionales sobre cambio climático.
Merkel tiene ante sí una dura papeleta. Ahora le toca cumplir su palabra, si no lo hace, podría pasarle factura políticamente hablando. ¿Le saldrá bien la jugada a la canciller?
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