En un primer artículo, expliqué porqué podemos esperar un acuerdo sobre cambio climático en París en diciembre 2015. En este segundo, identifico algunos de los temas a resolver para poder firmar un acuerdo en Paris, así como los desafíos que quedarán para más adelante.
Algunos temas espinosos
El tema más punzante es el reparto de las responsabilidades entre los países industrializados tradicionales y aquellos en vías de desarrollo, conocidos respectivamente como países del Anexo 1 y no-Anexo 1 en el acuerdo de la ONU sobre cambio climático firmado en 1992. Existe un consenso para que el nuevo acuerdo se construya sobre la base de compromisos nacionales voluntarios (INDC) por todos los países. Pero no hay un consenso sobre como mantener el principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas” que justifique el que los países del Anexo 1 tengan mayor responsabilidad de actuar. Este desacuerdo podría llevar a un fracaso en París porque influye en casi todos las otras decisiones.
El contenido de los INDC es otro tema problemático. Según los países no-Anexo 1, los países del Anexo 1 deberían incluir compromisos financieros, pero los países desarrollados no quieren hacerlo. Además, los países no-Anexo 1 quieren incluir un apartado especifico sobre pérdidas y daños, pero los países industrializados rechazan esta posibilidad; temen tener que pagar indemnización por sus emisiones históricas.
Hay diferencias importantes sobre la mitigación. Algunos de los países no-Anexo 1 argumentan que sólo los países del Anexo 1 deberían comprometerse a una reducción de emisiones nacionales absolutas (en toneladas de CO2), como en el acuerdo de Kyoto. Los países del Anexo 1 argumentan que todos los países importantes, incluyendo China, deberían aceptar compromisos para reducir las emisiones a nivel nacional, aunque al principio pueden ser reducciones en la intensidad de carbono (CO2/PNB).
En principio, las partes tienen que acordar el texto en mayo, seis meses antes de la cumbre de París. La tarea es enorme y es posible que fracasen. No obstante, por los motivos expuestos en mi primer articulo, creo que se llegará a un acuerdo que aunque no llegue a satisfacer del todo a ninguna de las partes, podrá ser firmado por todos.
Tareas pendientes
El objetivo principal del acuerdo en París es reducir la brecha entre los requisitos de la ciencia y los compromisos de mitigación actuales (pre-Paris). No obstante, es casi inevitable que esta brecha siga siendo grande. Para cerrarla, dos iniciativas tienen especial importancia: introducir precios de carbono e incrementar la participación de la sociedad civil.
Un precio de carbono (reflejando los costes sociales de las emisiones) incentiva la innovación de tecnologías bajas en CO2, la eficiencia energética y la des-carbonización a coste mínimo. Ninguna de las partes está esperando que se establezca un precio global de carbono como parte del acuerdo de París. No obstante, algunos países, incluyendo China, utilizarán mecanismos de precio de carbono para cumplir con sus INDC. Más adelante, un precio global de carbono, o vínculos entre precios nacionales y regionales, podría ser un objetivo realista.
Para cerrar la brecha, la sociedad civil (p.ej. empresas, ciudades, ONGs , ciudadanos) tiene dos papeles. Primero, debe presionar a los gobiernos para llegar a un acuerdo ambicioso en París y para cumplir los compromisos. Segundo, debe actuar de forma independiente de los gobiernos, por ejemplo en el desarrollo de nuevas tecnologías que fomenten la des-carbonización y la eficiencia energética, y aprovechando la reducción de precios de energías renovables para extender su integración masiva. La importancia de la sociedad civil es especialmente importante entre 2015-2020 porque el acuerdo de París sólo entra en vigor a partir de 2020. El mensaje es claro: los que queremos una sociedad sostenible tendremos que ser activistas.
En España, es el momento de ser más activos. Por ejemplo, hay que oponerse a medidas regulatorias en el sector eléctrico que desmotivan el autoconsumo y la generación distribuida eficientes e insistir en una política estable para hacer una transición hacia un sistema energético más sostenible. Además, la llegada de los contadores inteligentes ofrece una gran oportunidad de desarrollar nuevos negocios donde se compartan los beneficios de los ahorros con los consumidores. En resumen, aparte de presionar al gobierno, hay que tomar iniciativas independientes como sociedad civil.
_ David Robinson es consultor, miembro titular del Oxford Institute for Energy Studies y del Consejo Editorial de El Periódico de la Energía._
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