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Los procesos de municipalización no se oponen al proceso de liberalización. El alcalde de Múnich, Christian Ude, en 2006 expropió las redes cuando el operador privado bloqueaba inversiones para que la ciudad alcanzase el 100% renovable en 2015. ¿Qué ocurre? Por un lado, el gestor de las redes, para mejorar el reparto de dividendos, opta por una estrategia de evitar inversiones; es una estrategia contraproducente en un momento de transformación del modelo centralizado en otro descentralizado, algo que favorece el propio regulador que busca frenar los costes de transmisión, lo que frena inversiones para adaptar las redes a las energías renovables distribuidas. Daña la liberalización, libre entrada en el mercado y libre competencia.

La idea de un “Operador Municipal de Energía” en Barcelona coincide con los referéndum en 2013 celebrados en Hamburgo y Berlín. En Berlín, los opositores no votaron y evitaron que se considerara válido al no alcanzar los partidarios del sí, por pocos votos, el 50%. El gestor de redes, de Berlín,  la empresa pública sueca Vattenfall, priorizaba sus centrales de carbón. Impedía a sus berlineses la libertad para invertir en renovable como sucede donde las redes son “neutrales”. Berlín apenas llega al 1% de renovable. El gobierno de la CDU y SPD crea en el senado una comisión para estudiar cómo adquirir la red, tras meses de negociación en 2015. Tras el Acuerdo de París, además de impulsar la energía renovable, se  abre el debate del cierre de carbón. Peter Altmaier actual ministro de energía (CDU), entonces ministro de medio ambiente y no partidario del objetivo del 35% de renovable para 2030, apoyó la iniciativa.

Berlín no se fijaba en Múnich sino en el modelo de Sacramento, la capital de California. La junta de SMUD (Sacramento Municipal Utility Districte) es elegida por los ciudadanos en elecciones por distrito. La red no discrimina en las tarifas la entrada de terceros, pero tiene otras formas de discriminar: su política de inversiones. Una torre de “control” de un aeropuerto debe ser, de igual modo, “neutral” respecto a las compañías que operan en él. Sacramento adjudicó a Siemens contadores digitales asociados a teléfonos inteligentes para desde ellos gestionar la demanda.

¿El fin del oligopolio?

“La energía es un derecho básico, tiene que ser un servicio público garantizado”, decía Ada Colau. Y  añadía “ahora es un monopolio”. ¿De dónde surge la idea de una comercializadora que también se dedique a generar? Cuando se “liberaliza” el sector eléctrico, antiguos oligopolios estatales fueron privatizados. El sector público entró en generación. TERSA (empresa pública de residuos del AMB y Ayuntamiento de Barcelona)  produce  205.328 MWh; la incineración del Besós (85,3%),  biogás del Garraf (14,6%) y 12 pérgolas de fotovoltaicas (0,001%, en MWh 0,4). La reforma en el sistema de retribución con la ley 24/2013 hace que TERSA quiera convertirse en comercializador.

No es cierta la acusación de ecologistas que venderá “energía negra”. Ni Endesa-comercialización vende “su energía” (no solo porque vende más de lo que genera). Lo que vende como “energía verde” es una certificación que ofrece la CNMC. Se puede criticar a Barcelona Energía que su producción verde es ridícula. El error de TERSA es conceptual. Piensa que la energía se consume, se produce, etc., como si fuera un “bien físico”. El ayuntamiento no comete el error de no entender qué es el llamado “oligopolio”. Tenemos una separación formal entre generación, comercialización, liberalizados, y distribución, en régimen de monopolio. Barcelona Energía abre una comercializadora (ya tenían la generación) y deja la distribución, monopolio natural, siendo privada. Es como si en un aeropuerto, la torre de control fuera privada y los operadores (aviones, venta de billetes, etc.) fueran públicos (y compitiesen con otros privados).

Existen otros atajos, dentro de la ley, más interesantes. Lo óptimo es abordar una reforma en profundidad del mercado eléctrico. Pero el artículo 9.1 de la ley 24/2013 establece la modalidad de autoconsumo en “líneas directas”. No cobra por las redes y evita pagar peajes. Es una práctica habitual en polígonos industriales en el norte de Europa, con una energía más barata que nuestros polígonos industriales que prefieren tarifas reducidas (que pagan otros usuarios). El ayuntamiento tiene muchas “líneas cerradas” que en el modelo convencional no ofrecían ventajas comparativas; el metro, el tranvía, la iluminación pública, etc. El consistorio tiene una oportunidad para abastecerse con renovables. Cambiar de comercializador no modifica sustancialmente el modelo vigente. En competencia, en edificación considerar las redes de los edificios parte de estos, impulsar contadores comunitarios (de consumo y de generación integrando contadores bidireccionales para baterías de coches eléctricos).

Barcelona Energía opta por un extraño atajo; el que establece el artículo 24.6 de la TRLCSP que define “medios propios”. Necesita tener la totalidad del capital para considerar que se adjudica un servicio que ostenta el propio titular y, de este modo, no necesitar competir con otros posibles prestadores de servicios. Limita prestar el servicio a terceros en un 20% del volumen que se presta a sí mismo. Se calcula en 20.000 clientes particulares en el AMB. Con las normas de contratación pública, el ayuntamiento ha chocado. A pesar de muchos errores se puede considerar un primer paso. No el más urgente ni necesario.

Transición energética en las ciudades

Cuando se ha de prestar un “servicio público  garantizado”, a más liberalización, más regulación. En el siglo XXI sería más adecuado hablar de derecho de generar nuestra propia energía en edificios. Santa Mónica, en California, por ley, obliga a que todos los edificios sean de consumo cero desde este año (generar en el edificio la poca energía que consume). El alcalde de Londres Sadiq Khan decía que las ciudades son más ágiles que los estados. La pasada semana aprobó dotar a la corporación de Londres (el distrito financiero conocido como Square Mile,) del 100% de renovables en octubre de este año. Y en 2030 tener 1000 MW (de los actuales 50 MW). Barcelona Energía quiere pasar de 1,8 a 3,5 MW. Cádiz instaló la primera fotovoltaica de 8.480 Wp. Barcelona tiene menos fotovoltaica que Berlín.

En el otro lado del atlántico, Donald Trump ha logrado, no solo unir a Europa en la última reunión del G7, ha logrado que los ciudadanos de EE.UU. actúen. Han instalado  en 8,7 millones de viviendas 45 GW. En Nueva York, la fotovoltaica crece a un ritmo del 300% anual. Solo Long Island Solar Farm tiene 32 MW. Nueva York ha creado 9300 empleos y mil empresas.

¿Por qué el Ayuntamiento de Barcelona no se ha guiado en lo que están haciendo otras ciudades en California o en Alemania? Sacramento para mejorar la productividad de la fotovoltaica incentiva el cargador del coche y dan, además, 599 dólares los dos primeros años (por el coste de la carga del coche eléctrico). Baviera o Baden-Württemberg tienen un “programa de 100.000 bombas de calor”. Cada vez tendrá menos sentido verter la electricidad de fotovoltaica a las redes, supone un rodeo antieconómico y antiproductivo. En el momento que las redes centralizadas pierdan ingresos, al dejar de usarse y, por tanto, de retribuirse, se acelerará el paso a redes descentralizadas, mercados directos, etc.

Mirar al futuro

Las redes de una ciudad no pueden estar en manos de accionistas, decía Christian Ude hace más de una década. Miran el reparto de dividendo cada noche. Las inversiones de una ciudad se hacen pensando en los hijos y nietos. No en el corto plazo de un mercado financiero que tras su digitalización las acciones cambian de amos 2 veces al año, de media, a 15 segundos. Pero se debe de pensar que la transición energética es una cosa planificada, ordenada, previsible. Transformar la telefonía fija en teléfonos inteligentes se realizó gracias a que nadie tenía el monopolio natural, de montar barricadas al cambio. Nokia que creyó poseer el santo grial de la telefonía fija fue ciega para ver la telefonía inteligente y desapareció. Los cambios vienen de abajo cuando hay libertad de mercado. El sector público se limita a garantizar neutralidad y libre competencia.

Está el debate sobre cómo gestionar energías renovables fluctuantes. Hay una debilidad metodología para fijar la cantidad de almacenamiento necesario. Tiene dos órdenes de magnitud: gestionar los picos de energía solar (cuando la generación supere el consumo) y almacenar para cuando no hay sol. Existen nuevas demandas que se adaptan a cuando existe sol: bombas de calor, gestión de la demanda, en el sector industrial los procesos intensivos de energía cuando esté disponible, procesos bajos de energía cuando se tenga que usar energía acumulada en baterías. Esto permite que desde la industria de electrodomésticos, la industria del automóvil, la industria química, etc., puedan explorar oportunidades. Las ciudades tienen un papel decisivo. No olvidar los miles de millones que vuelven al circuito económico local de ciudades que se autoabastecen de renovables y la equidad de condiciones de vida en ciudadanos que acceden a generar su energía, el impulso para una economía innovadora.

Jordi Ortega es Profesor asociado de la UPC.

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