En 1996 una serie de expertos del sector energético hizo un ejercicio de imaginación para ver cómo iba a cambiar el sector a lo largo de un período de 20 años. Este período acaba de concluir y ahora toca mirar hacia atrás para ver si estos expertos fueron capaces de prever los futuros acontecimientos.
Pero primero hay que ponerse las gafas de hace dos décadas: no se había aprobado el Protocolo de Kioto, la capacidad total de energía eólica mundial era de 6,1 GW, Facebook no existía, el acceso a Internet era accesible para tan solo 10 millones de ordenadores en todo el mundo, los móviles costaban alrededor de 1.000 euros cada uno, y algunos expertos en informática predecían que el cambio de milenio podría llevar la civilización a un punto muerto.
Y ese ambiente, en 1996, 16 científicos de 15 organizaciones de diferentes industrias del sector energético dibujaron el futuro, ¿en qué acertaron y en qué erraron?
No había un pensamiento único. Ocho de ellos señalaron que la privatización y la desregulación del sector iba a continuar pero que se aceleraría en todo el mundo, lo que propiciaría la competencia y aseguraría que el cliente obtuviera la mejor oferta posible.
Otros expertos dijeron que lo que abriría la puerta al desarrollo de las infraestructuras sería el modo de financiación. En general, se suponía que, en todo el mundo, el transporte eléctrico se mantendría en manos del Estado, mientras que la generación y la distribución se ejecutarían casi en su totalidad por empresas privadas, y habría un papel poco importante para los gobiernos. Los IPPs (las sociedades independientes de proyectos de energía) serían el modelo dominante para aumentar la capacidad de generación, y la compra y venta se realizaría en un entorno común.
La realidad, según el Banco Mundial, es que tan solo un poco más de la mitad de los países han reformado sus sectores eléctricos, y los que lo han hecho, en su mayoría, ha sido con grandes ganancias en el rendimiento en detrimento para el consumidor.
Generación distribuida y cogeneración
Tres expertos predijeron el crecimiento de la generación distribuida y la cogeneración. Uno de ellos dijo que se llegarían a altos niveles de eficiencia energética mediante la combinación de calor y energía; otro dijo que la generación distribuida crecería al competir con los altos costes de ampliar la red eléctrica en regiones remotas; y el tercero dijo que la generación distribuida no tendría éxito para aquellas infraestructuras que necesitaran fuentes fiables de alimentación.
Los expertos coincidieron en que el gas seguiría siendo un combustible cada vez más dominante, la energía nuclear una de las soluciones energéticas clave del futuro pero el carbón se mantendría en su posición.
¿Y en qué no acertaron? En el brillante desarrollo de las energías renovables. Algunos llegaron a afirmar que "el exceso de coste y la naturaleza intermitente de la oferta de energías renovables provocará que sigan siendo un proveedor puntual"; "es poco probable que las energías renovables proporcionen la energía suficiente para sustituir a los combustibles fósiles"; "Las energías renovables trabajarán conjuntamente con el gas para proporcionar una poderosa sinergia".
Y si se pensaba que las emisiones de CO2 iban a ser un problema, más de uno pensó que eso iba a dar impulso a la industria nuclear. Nada más lejos de la realidad. En 1996, la potencia eólica mundial era de 6,1 GW. En 2014, la capacidad había llegado a casi los 400 GW, aumentando un 16% al año. Y en ese mismo año, la eólica y la fotovoltaica se convirtieron en el 73,4% de la nueva capacidad de generación de la UE.
Tampoco hubo acuerdo general en cuanto quiénes serían los mercados dominantes. China e India fueron las principales apuestas pero también Europa del Este, Rusia y Sudamérica.
Las smart grids
Salvo una honrosa excepción, nadie mencionó el desarrollo de las comunicaciones y la tecnología de la información. Ahora tenemos un mundo en el que es común el control en tiempo real de los datos y las operaciones, y los consumidores pueden descargar aplicaciones de un teléfono móvil para controlar dispositivos a millas de distancia.
Tampoco se valoró la problemática sobre las emisiones de CO2. Se ignoró en gran medida. Tres expertos mencionaron las preocupaciones ambientales y uno dijo que para el año 2016 el calentamiento global sería aceptado como una realidad científica.
¿Es importante ser capaz de predecir?
Se podría argumentar que la mayoría de los cambios son graduales pero es un sector donde las centrales de producción de energía tienen vidas operativas de más de 20 años y la longevidad de sus piezas es importante. Por tanto es fundamental ser capaz de determinar si desarrollar una tecnología o un prototipo merecerá la pena para los próximos 20 años.
¿Y los próximos 20 años?
Pero ¿se podría predecir cuál sería el sector en el año 2036? Según los expertos las centrales de generación de energía se verán como se ven a hoy en día los antiguos barcos de vapor. El futuro entorno se basará en la eficiencia, la capacidad de repuesta a la demanda y una diversa cartera de renovables en generación distribuida, dominada por la fotovoltaica y la eólica.
La electrificación de los 1,2 millones de personas que actualmente viven en la oscuridad acelerará aún más la revolución de la generación distribuida, de los recursos renovables y de la eficiencia en todo el mundo.
El carbón se deteriorará a largo plazo sin mercados de crecimiento duradero y sostenido. La construcción de nuevas nucleares no es un modelo de negocio, siendo de dos a tres veces más costosa que la de las energías renovables modernas. Y comenzará su declive permanente alrededor de 2020, para ser un simple resto en 2050.
El gas disfrutará de un mercado saludable a medio plazo, pero ya no es competitiva con las energías renovables modernas en muchos lugares, pero sufrirá porque las energías renovables serán más baratas.
En 1996, los grandes problemas que afectaban a la industria fueron los costes de privatización, de suministro de combustible y el combustible. En 2016, el tema dominante es la emisión de gases de efecto invernadero. ¿Cuáles serán las grandes cuestiones en el 2036?
Habrá cinco temas principales en los próximos 20 años: la capacidad de recuperación; la productividad del capital; la recapitalización; la democratización de las decisiones de energía, y la implementación de la fusión completa de la electricidad y las smart grids.
En 20 años, veremos si estas predicciones fueron acertadas. En una época donde lo instantáneo domina la comunicación y la concepción de la sociedad, resulta raro poder decir que la próxima actualización del sector energético será dentro de 20 años.
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