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De acuerdo al reciente borrador de la actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), lanzado para consulta pública hace unas semanas, en el año 2030, el peso de las renovables en el sistema energético español será de un 48% en el uso final de la energía, y del 81% en la generación de electricidad. Y, como también indica esta disposición, para poder alcanzar estos objetivos, es necesario acelerar el despliegue de renovables.

Sabemos que esta aceleración en el despliegue está generando malestar en algunos territorios. En muchos municipios en los que se instalan estas plantas, la población tiene la sensación de que, a pesar del beneficio global que supone, los beneficios locales son mínimos y, en cambio, sí sufren la mayor parte de los impactos negativos de estas instalaciones. En definitiva, su percepción es que no reciben de manera proporcional los beneficios económicos, incluído el aspecto de la creación de empleo local.

La puesta en marcha de estas plantas consta de diferentes etapas, con diferentes impactos en la generación de empleo. La instalación, que suele durar entre 12 y 18 meses en el caso de la energía solar, y entre 18 y 24 meses en el caso de la energía eólica, es la fase donde más empleo se genera, estimado en 2-4 trabajadores al año por MW, según la Agencia Internacional de las Energías Renovables.

Empleo local

La fase de operación y mantenimiento de la planta empieza justo después de la instalación y se extiende hasta el final de su vida útil, es decir, entre 25 y 30 años. Un reciente estudio del Banco de España indica que la cantidad de empleo local generado durante esta fase es limitado, ya que son labores usualmente automatizadas y llevadas a cabo de manera remota por la empresa. Teniendo esto en cuenta, es importante explorar vías para estimular la generación de ocupación local a lo largo de toda las etapas de la instalación de renovables, una de las grandes demandas de los municipios.

Hace unas semanas, más de 30 representantes de la sociedad civil, sector público, empresas y tercer sector se dieron cita para debatir sobre cómo generar sinergias entre las instalaciones de energías renovables y el empleo local, tanto durante la fase inicial de despliegue de la infraestructura, como en el medio y largo plazo.

Esta jornada se enmarca en el proceso de diálogo que está siendo impulsado por REDS-SDNS Spain, y que tiene por objetivo definir una hoja de ruta compartida entre todos los actores relevantes de la transición energética, para garantizar un despliegue de energías renovables justo y equilibrado con el territorio.

Impacto positivo

Las propuestas que se plantearon en esta sesión demostraron que existen actuaciones viables y aceptadas por todos los agentes que pueden tener un impacto muy positivo en las economías locales, siempre y cuando sean planificadas con la antelación necesaria.

Se resaltó la necesidad de llevar a cabo una planificación de la mano de las administraciones locales y de los diferentes actores económicos, abriendo el proceso de diálogo a una escala mayor que la municipal o comarcal. Esta anticipación es clave para facilitar la contratación de personal local y disponer de tiempo para su formación.

Se trata, en definitiva, de favorecer la contratación de trabajadores, empresas y servicios locales para la instalación y construcción de plantas, y también para las actividades que se vean beneficiadas de ellas. También se destacó la importancia de identificar las necesidades que existen en las actividades productivas del territorio, así como priorizar ciertas iniciativas de inversión productiva que pueden potenciar y facilitar el desarrollo endógeno de la zona. En ciertos lugares esto se ha traducido en inversiones en el sector primario como espacios para la apicultura o el procesado de productos agrarios.

Buenas prácticas

Ante un proceso tan rápido, como es el despliegue de energías renovables, es normal no hacer las cosas de manera perfecta desde un principio. Pero ahora necesitamos amplificar los impactos positivos en el ámbito local y hacer de la transición energética un proceso equilibrado y justo para todos los actores involucrados.

Para ello, es necesario desarrollar nuevas formas que arraiguen los impactos positivos en el territorio, entre ellos el empleo. No podemos ignorar que el despliegue de renovables no es una mera substitución técnica si no que es un proceso complejo, que requerirá equilibrar los beneficios e impactos que se generan.

Pasar esta complejidad por alto puede retrasar la transición energética, algo que la urgencia climática no nos permite. Desde REDS-SDSN Spain, conscientes de esta urgencia para realizar el despliegue de renovables, pero también de la necesidad de hacerlo correctamente, seguiremos reuniendo a agentes del sector durante los próximos meses para co-diseñar una serie de buenas prácticas y propuestas de cambios legislativos que faciliten un despliegue de renovables contando con el territorio.

Candela de la Sota Sández, directora de REDS-SDSN Spain, y David Ribó Pérez, colaborador de REDS-SDSN Spain e investigador deTU-Delft.

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