Durante los dos últimos años, el presidente Trump ha hecho todo lo posible para rescatar a la debilitada industria de carbón de Estados Unidos, facilitando terrenos públicos a la minería, ampliando los límites de contaminación y eliminando potencialmente las protecciones para los mineros. No ha funcionado. Las compañías eléctricas siguen cerrando las plantas de carbón y las empresas mineras siguen despidiendo trabajadores.
Desesperada por arrojar un salvavidas al sector del carbón, la administración Trump ha considerado ayudar directamente al carbón en nombre de la seguridad nacional. Las centrales eléctricas de carbón -dicen- son esenciales para la seguridad de la red, ya que tienen una capacidad única para soportar un ataque cibernético o un desastre natural y continúan generando energía bajo demanda.
Pero a medida que los expertos han hecho sus puntualizaciones, nada podría estar más lejos de la realidad. Da la casualidad de que la energía renovable de origen local, y no el carbón, es la que ofrece una mayor resistencia ante una catástrofe. Por ello, los militares han optado por la energía limpia por el bien de la seguridad nacional.
Un nuevo informe de la Asociación de Comunidades de Defensa y Converge Strategies detalla cómo las bases militares se están convirtiendo a las energías renovables para protegerse contra apagones como consecuencia de inundaciones, tormentas o ciberataques. "El Departamento de Defensa está desplegando estos proyectos debido a las crecientes amenazas a la red eléctrica de los Estados Unidos", dijo Wilson Rickerson, director de Converge Strategies y coautor del informe.
El informe detalla cómo países como China, Rusia, Irán y Corea del Norte están desarrollando la capacidad de lanzar ataques cibernéticos a infraestructuras críticas: los piratas informáticos rusos ya han demostrado su capacidad para entrar en la red eléctrica. En respuesta, las bases están desarrollando microrredes, instalando turbinas eólicas, paneles solares, baterías y generadores diésel que pueden suministrar energía en caso de que falle la red.
Rickerson señaló que, en muchos casos, las bases se asocian con desarrolladores locales y empresas eléctricas en proyectos de energía renovable que sirven no solo a la base, sino también a la comunidad circundante. El informe describe varios casos en los que las microrredes están dotando a las bases de mayor resistencia, al tiempo que suministran energía limpia a los hogares y negocios cercanos.
El Centro de Batallones de Construcción Naval en Gulfport, Mississippi, alberga un sistema solar de 29.000 paneles que alimenta a la red eléctrica. La matriz es propiedad de una empresa privada que, a cambio del uso del terreno, está instalando generadores diésel y almacenamiento en el sitio. En caso de un apagón, los generadores, la batería y los paneles solares alimentarán la base.
La Estación Aérea de la Infantería de Marina Miramar en San Diego, California, cuenta con un generador solar, almacenamiento de baterías y generadores de gas y diésel, así como dos generadores que queman gas. La microrred está ayudando a la Infantería de Marina a ahorrar dinero en electricidad, y en caso de una emergencia, puede alimentar toda la base durante tres semanas.
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