Si la pequeña aldea caribeña de Plan Grande fuera Honduras, el presidente de su patronato, Oscar Padilla, bien pudiera ser el gerente de la estatal Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE), en la que no han sabido hacer uso del recurso agua para que todo el país tenga luz.
Plan Grande, en el departamento de Colón, es un ejemplo de trabajo en comunidad. Aquí, con una pequeña turbina que genera 18 kilovatios, se abastece a las 120 casas de la aldea, en las que globalmente viven unas 500 personas que representan a 100 familias.
En Plan Grande impera un uso racional de energía, lo que no ocurre en muchas ciudades, donde abundan empresas y particulares que no solamente le adeudan millones a la ENEE, que tampoco ha sido buena para cobrar, sino que también le roban electricidad.
Antes de contar con la turbina de 18 kilovatios y una de emergencia de 12, los habitantes de Plan Grande, liderados por Padilla, gestionaron ayuda para un par de plantas eléctricas movidas a base de diesel, a lo que contribuyó la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
"Eso se manejó con una planta de 53 kilovatios y otra de 23 entre 2006 y 2010, pero por falta de dinero de los vecinos de la aldea, no se pudo seguir comprando el diesel que se necesitaba, por lo que la comunidad se quedó sin electricidad", relató Padilla a Efe en las instalaciones del pequeño proyecto hidroeléctrico.
Ante esa situación, la aldea, que con plantas térmicas no recibía a diario la energía, comenzó en 2011 a buscar apoyo de instituciones como la Fundación Hondureña de Investigación Agrícola (FHIA), el Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) de las Naciones Unidas en Tegucigalpa y una institución alemana, entre otros.
Padilla, de 60 años, lleva alrededor de 40 como líder comunal y además es coordinador de Proyectos Comunitarios Costeros de la Alcaldía de Santa Fe, Colón, a nivel de municipios.
"La ayuda global ronda los 80.000 dólares, nosotros hemos contribuido con un pequeño aporte, el mayor esfuerzo ha sido el de la comunidad y el alcalde de Santa Fe, Isidro Noel Ruiz", dijo el coordinador del PPD, Hugo Galeano.
Plan Grande, comunidad frente al mar que sobrevive de la agricultura y la pesca, es una de las aldeas de Santa Fe, Colón.
La aldea es como una isla en tierra firme, porque por falta de carreteras solamente se puede llegar por mar, pese a que se localiza a pocos kilómetros de comunidades a las que se accede vía terrestre.
El proyecto hidroeléctrico más grande de Honduras, con cuatro turbinas con una capacidad global generadora de 300 megavatios, es conocido como El Cajón y fue inaugurado a inicios de los años 80 del siglo pasado a un coste de 600 millones de dólares.
Ese proyecto pocas veces funciona a su máxima capacidad, por lo general su embalse mueve dos o tres de sus turbinas de 75 megavatios cada una, lo que en parte hace que Honduras siga dependiendo de empresas privadas para suplir su demanda de unos 1.400 megavatios.
En términos comparativos, el proyecto de Plan Grande funciona mejor que El Cajón y la ENEE, que siempre tiene pérdidas, porque con una pequeña turbina de 18 kilovatios le brinda energía barata a toda una comunidad, además de ser rentable porque maneja una reserva económica equivalente a unos 500 dólares para mantenimiento.
La ENEE, no solamente compra energía cara para venderla a un menor coste a sus usuarios, sino que tiene a oscuras a muchas comunidades del país, donde en pleno siglo XXI hay aldeas y caseríos donde nunca han visto la luz eléctrica.
La turbina de Plan Grande es movida con agua que recibe por gravedad del Río San Matías, que forma parte de la Cuenca Fluvial Lis Lis, en la Zona de Protección Forestal Micro Cuencas Matías y quebrada El Gringo, que abarca unas 235,6 hectáreas.
Plan Grande tiene electricidad las 24 horas del día y cada usuario del servicio paga conforme a lo que consume.
El pago mínimo es de 130 lempiras (5,7 dólares), el intermedio de 200 lempiras (8,8 dólares) y el más alto 250 lempiras (11 dólares), lo que se controla a través del Comité de Electrificación y Mantenimiento que cobra mensualmente el servicio. Nadie cae en mora.
El usuario que más alto paga puede utilizar cinco bombillas para toda su casa, un congelador, un ventilador, un ordenador y un televisor, por ejemplo. A falta de contadores de energía, su uso se regula mediante un control de amperios para que nadie consuma más de lo establecido en la tarifa.
La electricidad le permite ahora a sus habitantes conservar refrigerados sus alimentos, cargar los teléfonos móviles, para lo que antes tenían que ir a otra aldea, y otros beneficios, entre ellos el funcionamiento de su centro de educación básica y una recién inaugurada aula didáctica equipada con una docena de ordenadores.
Un reportaje de Germán Reyes para la Agencia EFE.
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