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Pertrechada en sus copiosas reservas de divisas, Arabia Saudí se dispone a afrontar un período de precios del petróleo relativamente bajos que, sin duda, van a impactar negativamente sobre los productores menos eficientes y con costes más altos. El ministro de petróleo del reino, Ali Al-Naimi, no se ha andado por las ramas al declarar al respecto que independientemente del precio, "ya sea este de 40, 30 o 20 dólares por barril", su país no reducirá la producción

El reciente desplome la cotización del crudo, además de poner fin a un súper ciclo de tres años de relativa estabilidad y precios altos (en torno a los 105 dólares de media), supone un gran toque de atención para la industria y el mercado del petróleo.

Mariano Marzo.
Mariano Marzo.

Tras lo ocurrido durante la crisis financiera global de 2008-2009 -cuando la OPEP, liderada por Arabia Saudí, cortó el suministro en 3 millones de barriles diarios- se había extendido la creencia de que el objetivo primordial del reino pasaba por asegurarse un barril dentro del rango de los 90-110 dólares. Por ello, la decisión impuesta por Arabia Saudí en la última reunión de la OPEP (celebrada en Viena el 27 de Noviembre) de abandonar la política de defensa a ultranza de dicho objetivo, optando por dejar en manos del mercado la fijación del precio del barril, ha sido interpretada como un giro radical, sin precedentes, en la política del cártel.

Como resultado de este sorpresivo desenlace, la escena aparece repleta de balances presupuestarios hechos trizas y de reputaciones puestas en entredicho. No son pocos los bancos y consultorías que iniciaron 2014 con la predicción de un barril a 125-150 dólares y abundan las empresas y gobiernos cuyas planes se basaban en unos precios que "no podían” caer por debajo de 100 dólares.

Esta misma suposición llevó a los productores de petróleo de fracking en EEUU a incrementar sus gastos de capital y a aumentar su deuda, mientras que las grandes petroleras se centraban en proyectos cada vez más difíciles, lo que suponía asumir costes más y más elevados. Pero, a los precios de hoy, algunos analistas afirman que un tercio de la producción mundial de petróleo no resulta rentable (aunque esto no significa que tales proyectos deban necesariamente cerrarse) y más de 2 millones de barriles diarios procedentes de nuevos desarrollos están en riesgo.

El giro radical en la política de la OPEP supone una buena lección para los mercados y para la industria. No se tenía que haber dado por sentado que la política del cártel, muy especialmente la de su mayor productor, era inamovible. Y, por otra parte, habrá que tomar buena nota de que Arabia Saudí, junto a sus aliados del Golfo, están dispuesto a sacrificar parte de sus ingresos para lograr objetivos a más largo plazo.

Ante la situación expuesta, aventurar respuestas a la pregunta ¿qué va a pasar ahora? resulta prematuro. Estamos en territorio inexplorado, inmersos en un “experimento” que va a poner de manifiesto los efectos de grandes cambios estructurales sobre la dinámica del mercado. Sin duda, en los próximos meses vamos a aprender mucho sobre el impacto de un precio del petróleo persistentemente bajo.

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